Ruidos y nueces de campaña
*Por Mauricio Maronna. La provincia de Santa Fe al fin adquirió formato de urna. La campaña proselitista ingresa al punto exacto donde el bullicio, el ruido y el ambiente visual están estrictamente linqueados a la propaganda preelectoral.
En la superficie (o en sus bordes) empieza el desafío final para los candidatos: lograr que los ciudadanos escuchen a algún solista afinado mientras todo suena como una orquesta polifónica.
Con caminar un par de cuadras por el centro rosarino se advierte que las internas del Frente Progresista adquirieron definitivamente el mayor volumen de disputa encarnizada. Todos actúan de acuerdo a lo que se preveía en el análisis político anterior al punto de clímax. Desde la semana entrante, el gobernador Hermes Binner iniciará el tramo final de su obsesión: alinear a su ministro Antonio Bonfatti con su nombre, como si fueran los Dos Romeos del fabuloso tema de Andrés Calamaro: aquellos que eran más que cualquier Romeo individual.
Binner recorrerá durante siete días la provincia en su condición de militante socialista para pedir pueblo por pueblo y casa por casa el voto a Bonfatti, terminando de jugar a todo o nada su apuesta de máxima y mínima. La campaña santafesina consume toda la actividad del gobernador, al punto que ha hecho trizas el sueño de los radicales alfonsinistas de tenerlo como candidato a vicepresidente de la Nación.
Con picardía, Binner adormeció a Alfonsín (y a buena parte de la UCR nacional) fuera de la provincia de Santa Fe y, específicamente, del precandidato Mario Barletta, con la zanahoria en el palo en la que se convirtió su presunta postulación en el binomio. El miércoles, los dirigentes de boina blanca largaban espuma por la boca al comprobar que el efecto Hermes se les iba por las alcantarillas.
El mandatario santafesino tiene su destino político definitivamente atado a lo que ocurra el 22 de mayo: si gana su delfín, adquirirá un protagonismo que supera largamente el premio consuelo de secundarizar a Alfonsín; si pierde Bonfatti otras referencias empezarán a tallar en el horizonte.
Rubén Giustiniani talla con paciencia de orfebre sus últimos días de campaña, tratando de mantenerse incólume a la avanzada binnerista. "Somos como Avatar: tenemos arcos y flechas para competir contra naves blindadas. Pero tenemos lo que otros necesitarían: militancia", les dijo el senador nacional a sus militantes en una de las últimas reuniones.
Por primera vez desde el inicio de la campaña, Giustiniani se diferencia del gobierno de Binner en una entrevista que publica hoy La Capital (ver página 14). Es algo que le venían reclamando desde su sector frente a la andanada de críticas y objeciones que recibió por parte de Binner. Preguntarse ahora cómo quedará el socialismo tras la fecha límite del 22 de mayo es una tarea imposible de auscultar. Ahora hay demasiado olor a pólvora.
Barletta y el radicalismo, hoy más que nunca, tienen una oportunidad histórica de ser gobierno en Santa Fe. Difícilmente el socialismo vuelva a permitirle a la UCR colarse en medio de una disputa semejante. El intendente de Santa Fe quiere que las comunas y municipios del interior de la provincia gobernadas por su partido traccionen votos para su candidatura a gobernador, algo que en su búnker consideran un hecho pese a que la boleta única evita cierta linealidad en la materia.
El justicialismo santafesino sigue llevando adelante una campaña con sordina si se la compara con los decibeles de la del Frente Progresista. Agustín Rossi se recuesta en el buen armado que logró en el cierre de listas y decidió no ingresar en zona de polémica con ninguno de sus rivales. Rafael Bielsa y Omar Perotti intentan sacar ventaja en una franja parecida de votantes y mueven su estructura, fundamentalmente, en el interior de la provincia.
Una de las grandes noticias para el peronismo provincial viene de la mano de las encuestas: si bien no hay más de dos sondeos que digan lo mismo respecto a la intención de voto (salvo la ventaja que todos le dan a Rossi) sí es una cuestión consolidada el salto de Cristina Fernández en la consideración de los santafesinos. Un trabajo encargado por el gobierno provincial refleja que el 63 por ciento de la población valora positivamente la gestión de la jefa del Estado.
Esa consideración levantará la cotización de quien resulte electo candidato a gobernador y hace prever una disputa palmo a palmo en la gran final del 24 de julio entre el Frente Progresista, el PJ y el postulante del PRO, Miguel Del Sel.
Empiezan a tener valor —ahora que todo se tiñe de banners, folletería y cumbias de campaña— los debates entre los referentes que tienen más chances de ganar. Un ejemplo se vio en la reunión de los candidatos a intendente de Rosario. En ese punto de encuentro quedó demostrado que hay una buena oferta y una razón para escucharlos. La potencialidad de cada uno de ellos evita los dislates, las promesas incumplibles y la pirotecnia gratuita.
La tarea de instalación de Mónica Fein parece haber dado resultado, al menos en lo que refiere a conocimiento público de los rosarinos. Claramente, Fein basa su tarea proselitista en la defensa del proyecto socialista, aupada por Miguel Lifschitz, quien dejó de lado la frustración por no haber sido candidato a gobernador y hace su apuesta mayor en retener el territorio.
Boasso también alcanzó hace tiempo un alto nivel de visibilidad pública y apuesta todas sus fichas a que se articulen sus dos ejes de campaña: la existencia de dos ciudades diferenciadas a la hora de los beneficios y el presunto cansancio con más de 20 años de gestión monocolor.
En el vector PJ, Héctor Cavallero y Diego Giuliano juegan su propio partido. El ex intendente busca revalidar su gestión al frente de la ciudad y levanta la bandera del trabajo conjunto con el gobierno de Cristina. Giuliano quiere subir la cuesta como una cara nueva de la política rosarina, algo que no pocos reclaman. Será clave a la hora de la definición en uno y otro frente qué oferta resulta más atractiva para los independientes en el momento de ponerle la cruz al postulante de preferencia.
A esta altura de los acontecimientos, lo que sobran son encuestas y ruido de campaña. Lo demás está por venir.