Rottemberg: los entretelones para que "El conventillo de la Paloma" llegué a Mardel
El empresario y presidente de AADET, Asociación de Empresarios Teatrales, habló con este portal sobre la llegada de la clásica obra a la ciudad feliz.
El productor teatral Carlos Rottemberg charló con RatingCero.com sobre uno de los espectáculos más pintorescos de Mar del Plata, "El conventillo de la Paloma". Luego del éxito en Buenos Aires de la obra, se decidió hacer la misma puesta en la ciudad balnearia, con los riesgos que eso traía y la experiencia es altamente positiva. De eso y varios temas más sobre la actividad teatral, hablamos con Rottemberg.
P: ¿Por qué "El conventillo de la Paloma" en esta temporada marplatense?
R: Programo varios teatros a riesgo de taquilla y simultánea e independientemente- Siempre participo por lo menos asociado a una producción, más allá de no hacerlo figurando en los créditos. Para esta temporada marplatense 2014 quise traer una producción del teatro Nacional Cervantes, ausente hace años por estas playas. "El conventillo de la Paloma" la entendí como una buena opción dentro de la heterogénea programación que la ciudad ofrece. Es un gran elenco de gente talentosa, en un espectáculo argentino que se distingue.
P: ¿Cómo fue el acuerdo por tratarse de un convenio del teatro público con el sector privado?
R: Al hacerlo junto a Rubens Correa y Claudio Gallardou, director y vice-director respectivamente del teatro nacional público, convinimos que el Estado no debería pagar un solo peso por presentarla en la sala del teatro Mar del Plata. La misma iría a riesgo de taquilla con el mismo porcentaje de cualquier compañía privada, aún sabiendo que la entrada a distribuir no sería del valor de plaza sino a $120, por tratarse de una propuesta del teatro oficial. A priori entonces la recaudación sería menor que el de las compañías privadas, debiéndose además sumar a la sala los gastos de marquesinas, publicidad local, prensa, etc, rubros habituales inherentes a las compañías.
P: ¿O sea que el Estado no pagó un alquiler?
R: Al contrario. Apareció un hecho insólito, que no se sabe y del que no se tiene recuerdo. Faltando pocos días para el estreno, administrativamente el Cervantes no contaba con el dinero para que su elenco pudiese alquilar sus viviendas. Eran un montón y la cosa peligraba. Se me solicitó si la sala podía adelantar lo que se hacía imperioso. Así fue como el teatro Mar del Plata adelantó $675.600 al Cervantes por transferencia pública bancaria. Resulto entonces que es el privado quien subvencionó al Estado, debiendo recuperar su aporte de la misma taquilla con dinero genuino de los espectadores que concurren.
P: ¿Qué opina de las subvenciones?
R: Reitero el criterio que ejercito desde que comencé en esta profesión teatral: no acepto subvenciones del Estado y mucho menos de ningún gobierno. Las he rechazado sistemáticamente cuando alguna medida oportunista lo ha propuesto en mis casi 40 años de profesión. Tengo claro como privado que solo negocio, y trato de sacar el mejor partido posible, con bolsillos privados, no del Estado, que es lo mismo que sacárselo de la cartera al ciudadano común que no participa del hecho. Máxime aún en una actividad que está exenta impositivamente desde el año 1958, cuando se la fomentó como aporte a la cultura nacional. Paradójicamente entonces, recibir dádivas estatales daría como resultado que cuando se gana no se pagan impuestos y cuando se pierde se recurre al "papá Estado". Hace un año, y ante una consulta periodística, lo resumí en una frase: "No se puede ser capitalista para los éxitos para convertirse en socialista en los fracasos".
P: ¿Por qué "El conventillo de la Paloma" en esta temporada marplatense?
R: Programo varios teatros a riesgo de taquilla y simultánea e independientemente- Siempre participo por lo menos asociado a una producción, más allá de no hacerlo figurando en los créditos. Para esta temporada marplatense 2014 quise traer una producción del teatro Nacional Cervantes, ausente hace años por estas playas. "El conventillo de la Paloma" la entendí como una buena opción dentro de la heterogénea programación que la ciudad ofrece. Es un gran elenco de gente talentosa, en un espectáculo argentino que se distingue.
P: ¿Cómo fue el acuerdo por tratarse de un convenio del teatro público con el sector privado?
R: Al hacerlo junto a Rubens Correa y Claudio Gallardou, director y vice-director respectivamente del teatro nacional público, convinimos que el Estado no debería pagar un solo peso por presentarla en la sala del teatro Mar del Plata. La misma iría a riesgo de taquilla con el mismo porcentaje de cualquier compañía privada, aún sabiendo que la entrada a distribuir no sería del valor de plaza sino a $120, por tratarse de una propuesta del teatro oficial. A priori entonces la recaudación sería menor que el de las compañías privadas, debiéndose además sumar a la sala los gastos de marquesinas, publicidad local, prensa, etc, rubros habituales inherentes a las compañías.
P: ¿O sea que el Estado no pagó un alquiler?
R: Al contrario. Apareció un hecho insólito, que no se sabe y del que no se tiene recuerdo. Faltando pocos días para el estreno, administrativamente el Cervantes no contaba con el dinero para que su elenco pudiese alquilar sus viviendas. Eran un montón y la cosa peligraba. Se me solicitó si la sala podía adelantar lo que se hacía imperioso. Así fue como el teatro Mar del Plata adelantó $675.600 al Cervantes por transferencia pública bancaria. Resulto entonces que es el privado quien subvencionó al Estado, debiendo recuperar su aporte de la misma taquilla con dinero genuino de los espectadores que concurren.
P: ¿Qué opina de las subvenciones?
R: Reitero el criterio que ejercito desde que comencé en esta profesión teatral: no acepto subvenciones del Estado y mucho menos de ningún gobierno. Las he rechazado sistemáticamente cuando alguna medida oportunista lo ha propuesto en mis casi 40 años de profesión. Tengo claro como privado que solo negocio, y trato de sacar el mejor partido posible, con bolsillos privados, no del Estado, que es lo mismo que sacárselo de la cartera al ciudadano común que no participa del hecho. Máxime aún en una actividad que está exenta impositivamente desde el año 1958, cuando se la fomentó como aporte a la cultura nacional. Paradójicamente entonces, recibir dádivas estatales daría como resultado que cuando se gana no se pagan impuestos y cuando se pierde se recurre al "papá Estado". Hace un año, y ante una consulta periodística, lo resumí en una frase: "No se puede ser capitalista para los éxitos para convertirse en socialista en los fracasos".