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Roberto Fernández, luego de estar 14 horas atrincherado en la UTA: “No voy a renunciar”
En medio de una protesta, la oposición dio vuelta autos, tomaron el edificio y provocaron destrozos.
En medio de la toma al sindicato de la UTA, el presidente del gremio Roberto Fernández se atrincheró en el edificio. El "Gallego" advirtió que, si los colectiveros tomaban el último piso del sindicato -habían llegado hasta el cuarto-, no pensaba quedarse de brazos cruzados: "Si suben, los mato a fierrazos".
"Acá hay personas heridas, personas descompuestas. Esto es nuestras vidas o la de ellos. Tomaron el edificio. Algunos están borrachos. No sé si son choferes. La Policía no hace nada. Soy un hombre desesperado, hermano", imploraba en TN.
Fernández, acostumbrado a las negociaciones duras en el sector, por primera vez se mostró dispuesto a todo o nada por defender su liderazgo gremial: "A lo mejor son mis últimas palabras. Cuando venga la Policía va a tener que juntar cadáveres".
"Me tomaron hasta el cuarto piso. Estoy en el techo. No sé con quién más hablar. Esto es culpa del monopolio que quiere hacer la DOTA", desligaba responsabilidades mientras controlaba desde el techo del edificio que los opositores no subieran hasta allí.
Abajo quedaban los destrozos. Vidrios rotos. Un Renault Logan blanco, modelo 2018, dado vuelta, perteneciente a un trabajador de la estatal Operadora Ferroviaria. Uno de los manifestantes incluso se llevó el cuadro con la foto de Fernández junto al expresidente Macri.
"Estoy hasta la manija: es mi vida o la de ellos, hermano", repetía Fernández, un poco para desalentar a los colectiveros de la corriente opositora, otro poco, tal vez, para ganar valentía en caso de que quienes tomaban el edificio lograran llegar hasta el techo.
La jornada comenzó caliente . Choferes de colectivos de al menos 50 líneas realizaron un paro sorpresivo. Eso afectó a miles de pasajeros de las líneas 5, 6, 7, 8, 9, 21, 25, 28, 44, 50, 56, 76, 91, 100, 101, 115, 117, 135, 146, 150, 161 y 188. La mayoría, de DOTA.
Por la tarde, los colectiveros levantaron el piquete que realizaban en el puente La Noria. También habían cortado los puentes Pueyrredón y Alsina. De allí fueron a la sede central de la UTA en el barrio de Balvanera para exigir la renuncia de Fernández, pero el "Gallego" se atrincheró en el techo.
"Acá hay personas heridas, personas descompuestas. Esto es nuestras vidas o la de ellos. Tomaron el edificio. Algunos están borrachos. No sé si son choferes. La Policía no hace nada. Soy un hombre desesperado, hermano", imploraba en TN.
Fernández, acostumbrado a las negociaciones duras en el sector, por primera vez se mostró dispuesto a todo o nada por defender su liderazgo gremial: "A lo mejor son mis últimas palabras. Cuando venga la Policía va a tener que juntar cadáveres".
"Me tomaron hasta el cuarto piso. Estoy en el techo. No sé con quién más hablar. Esto es culpa del monopolio que quiere hacer la DOTA", desligaba responsabilidades mientras controlaba desde el techo del edificio que los opositores no subieran hasta allí.
Abajo quedaban los destrozos. Vidrios rotos. Un Renault Logan blanco, modelo 2018, dado vuelta, perteneciente a un trabajador de la estatal Operadora Ferroviaria. Uno de los manifestantes incluso se llevó el cuadro con la foto de Fernández junto al expresidente Macri.
"Estoy hasta la manija: es mi vida o la de ellos, hermano", repetía Fernández, un poco para desalentar a los colectiveros de la corriente opositora, otro poco, tal vez, para ganar valentía en caso de que quienes tomaban el edificio lograran llegar hasta el techo.
La jornada comenzó caliente . Choferes de colectivos de al menos 50 líneas realizaron un paro sorpresivo. Eso afectó a miles de pasajeros de las líneas 5, 6, 7, 8, 9, 21, 25, 28, 44, 50, 56, 76, 91, 100, 101, 115, 117, 135, 146, 150, 161 y 188. La mayoría, de DOTA.
Por la tarde, los colectiveros levantaron el piquete que realizaban en el puente La Noria. También habían cortado los puentes Pueyrredón y Alsina. De allí fueron a la sede central de la UTA en el barrio de Balvanera para exigir la renuncia de Fernández, pero el "Gallego" se atrincheró en el techo.
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