Ricardo Montaner: "A la felicidad hay que gastársela"
* Por Sandra Commisoo. El autor de “Soy feliz” se pone reflexivo y menos optimista en su nuevo disco, “Viajero frecuente”. Aquí cuenta cómo es su relación con Tinelli y por qué se deprime de tanto viajar y se desvela por las noches.
Nota extraída del diario Clarín
El día que su hija Evaluna cumplió 15 años, hace dos meses, Ricardo Montaner tomó un avión a la madrugada, en Bogotá, para llegar a Nueva York horas después. "Quería saludarla antes de que se fuera al colegio, pero se atrasó el avión y llegué para el almuerzo. Así que decidí atrasar el regreso para poder cenar en familia. Y a las dos de la mañana, estaba de nuevo en el aeropuerto. Pero ya en el taxi me deprimí. El viajero frecuente, como en mi caso, tiene como problema la soledad y eso no te lo compensa nada. El cansancio y la espera se te vienen encima. Muchas veces uso el Twitter como desahogo, como para sentir que no estoy hablando solo. Soy muy sincero, me sirve de compañía el recibir respuesta de la gente y me alivia la soledad de esos momentos. Y aparte, resulta un medio económico".
Montaner bautizó a su nuevo disco Viajero frecuente, un estado que refleja su habitual tránsito de nómade moderno, el mismo que tienen muchos artistas como él, empujados a estar lejos de su casa por giras y conciertos que duran meses. "Eso me deprime un poco. A veces me pregunto cuántos desencuentros se producen por esas esperas en aeropuertos, o en filas para trámites. Son minutos que pueden ser la diferencia entre encontrar a alguien o no; o perderse algo importante, lo cual provoca grandes desilusiones. Me puse muy analítico de ciertos episodios a los que antes no le había hecho tanto caso", dice.
Un aspecto de tu vida que es como el de tantas personas, menos ideal de los que muchos creerían.
Sí. Por eso yo vivo tan intensamente las cosas con los que amo. Yo creo que a la felicidad, hay que gastársela. La que no te gastaste hoy no te la podés gastar mañana; uno no acumula felicidades como ahorro: hay que vivir ahora.
Con una carrera afianzada, éxito, reconocimiento, una familia formada, un amor de muchos años, pareciera que Montaner lo tiene todo en la vida. ¿Cuál es el incentivo para buscar más adelante?
Me imagino que debe ser como los manantiales, que tienen agua pura, fresca, con peces, que no es ni caliente ni fría, y fluye. El manantial debe ser eso y es como preguntarle qué lo incentiva. Tú diste los elementos que me pueden incentivar: soy un tipo feliz, realizado, hago lo que me gusta, como ser humano soy exitoso. Y al saberlo, siento que eso me autoalimenta, me autopromueve a seguir adelante. Como la misma energía que produce el agua. Al sentir que estás lleno de vida, que ves cosas buenas a tu alrededor, siento un poco lo mismo.
Todos conocemos al Montaner optimista y feliz, un tipo que vive la mayor parte del tiempo tranquilo. Pero como todo el mundo tendrás tus momentos más oscuros, lo que los demás no ven. ¿Cuáles son?
Están esos momentos menos felices, claro. Para darle el valor a la felicidad porque, si no, ¿cómo sabes lo que es? Te diré que algo que me persigue toda la vida, que me genera dudas y a la vez me incentiva, es el tiempo. Cuando me desvelo (no por trabajo o por algo específico que me preocupe), lo hago por eso. Es el desvelo del tiempo, un síntoma con el que viví siempre. Recuerdo que cuando era estudiante de periodismo, mi problema era estar lo suficientemente despierto para aprovechar el tiempo, por eso jamás he sido un dormilón. No sé si eso está bien. Pero yo, a las 7 de la mañana, tengo que estar con todas las lamparitas prendidas. Por eso a veces hago bromas con quién me devuelve mis medias horas perdidas por atrasos o lo que fuera. Si alguien me devolviera esas horas de espera, te puedo asegurar que tendría un cuarto de vida de gracia. Eso me quita el sueño.
El tiempo nos iguala a todos y , además, es algo que no podemos controlar.
Sí, mira, hay un tema que escribí precisamente sobre eso. Hablo de algo particular sobre una pareja a la que, a uno de los dos se le acorta el tiempo y entonces, el otro empieza a valorar otras cosas en función de eso y le ofrece su tiempo como si fuera oxígeno. Es algo fuerte de lo que uno no se da cuenta hasta que ocurre lo inevitable. Hay una cornisa a la que todos llegamos inexorablemente.
Cada vez que Montaner llega a Buenos Aires se instala en el piso 18 de un hotel cinco estrellas en Retiro, que funciona como su casa y oficina a la vez. "Me alojo con toda la familia y es como mi hogar. Además, como hace tanto tiempo que lo hago, los empleados ya se sacaron todos las fotos conmigo y ahora me tratan como uno más. Está bueno eso; no tengo que cuidarme, puedo bajar en jogging al bar y está todo bien".
Antes decías que te pusiste a reflexionar sobre temas que en otro momento no llamaban tanto tu atención. ¿Tiene que ver con haber pasado los 50 años?
A los 50 sos joven, pero no demasiado; sos mayor, pero no demasiado. Se te hacen concientes muchas cosas, lindas y tristes también; estás en plenitud física, mental y creativa. La experiencia te da otras cosas. Entre los 20 y los 30 el ensayo y error es frecuente pero a los 55, como tengo yo, ya no podés. Rectificar cobra demasiado tiempo que lo necesitas para otras cosas.
Y después de tantos años de pareja, ¿qué pasa con el amor?
Con Marlene llevamos 26 años juntos, 22 de casados. Y ella hace algo que no sé qué es, pero genera en mí un deseo de conquistarla de nuevo. No doy por sentado que ella está. Si no, pasa a ser un hábito, una costumbre, algo instalado: ya tengo un perro, una heladera, un amor, y no es así.
¿Hay que seguir buscando siempre?
Claro, pero buscando sin buscar. Es algo que se retroalimenta con lo que uno va haciendo. El amor no tiene que ser light. ¿Te gusta la sopa aguada o con consistencia? El amor no puede ser como un caldito, tiene que ser como un puchero. Si no, te aburres.
Mientras conversa, Montaner está en varias cosas a la vez: se acuerda de algo y, entusiasmado por el aroma que sale de la máquina pide un café al mozo al que saluda como un viejo conocido; y ofrece un macarrón de pistacho, pero nunca pierde el hilo de la conversación. "Hay temporadas complicadas, hay veces en las que tienes que sacrificar cosas. Meses en los que me los paso viajando para no perderme cumpleaños familiares". La familia es un tema recurrente en Montaner, padre de cinco hijos. "Nos mudamos de Miami a Nueva York por un tiempo porque Evaluna está estudiando actuación en la academia de Lee Strasberg", dice. Y cuenta que en los últimos tres años (entre un disco y otro) acumuló ideas en su cabeza."Las guardé y las volqué acá. Este es un disco de reflexión, cien por ciento cortavenas, totalmente intravenoso. Pero no deja de ser optimista". Y aclara: "En días más descansado hablo menos. Sino deliro".
El día que su hija Evaluna cumplió 15 años, hace dos meses, Ricardo Montaner tomó un avión a la madrugada, en Bogotá, para llegar a Nueva York horas después. "Quería saludarla antes de que se fuera al colegio, pero se atrasó el avión y llegué para el almuerzo. Así que decidí atrasar el regreso para poder cenar en familia. Y a las dos de la mañana, estaba de nuevo en el aeropuerto. Pero ya en el taxi me deprimí. El viajero frecuente, como en mi caso, tiene como problema la soledad y eso no te lo compensa nada. El cansancio y la espera se te vienen encima. Muchas veces uso el Twitter como desahogo, como para sentir que no estoy hablando solo. Soy muy sincero, me sirve de compañía el recibir respuesta de la gente y me alivia la soledad de esos momentos. Y aparte, resulta un medio económico".
Montaner bautizó a su nuevo disco Viajero frecuente, un estado que refleja su habitual tránsito de nómade moderno, el mismo que tienen muchos artistas como él, empujados a estar lejos de su casa por giras y conciertos que duran meses. "Eso me deprime un poco. A veces me pregunto cuántos desencuentros se producen por esas esperas en aeropuertos, o en filas para trámites. Son minutos que pueden ser la diferencia entre encontrar a alguien o no; o perderse algo importante, lo cual provoca grandes desilusiones. Me puse muy analítico de ciertos episodios a los que antes no le había hecho tanto caso", dice.
Un aspecto de tu vida que es como el de tantas personas, menos ideal de los que muchos creerían.
Sí. Por eso yo vivo tan intensamente las cosas con los que amo. Yo creo que a la felicidad, hay que gastársela. La que no te gastaste hoy no te la podés gastar mañana; uno no acumula felicidades como ahorro: hay que vivir ahora.
Con una carrera afianzada, éxito, reconocimiento, una familia formada, un amor de muchos años, pareciera que Montaner lo tiene todo en la vida. ¿Cuál es el incentivo para buscar más adelante?
Me imagino que debe ser como los manantiales, que tienen agua pura, fresca, con peces, que no es ni caliente ni fría, y fluye. El manantial debe ser eso y es como preguntarle qué lo incentiva. Tú diste los elementos que me pueden incentivar: soy un tipo feliz, realizado, hago lo que me gusta, como ser humano soy exitoso. Y al saberlo, siento que eso me autoalimenta, me autopromueve a seguir adelante. Como la misma energía que produce el agua. Al sentir que estás lleno de vida, que ves cosas buenas a tu alrededor, siento un poco lo mismo.
Todos conocemos al Montaner optimista y feliz, un tipo que vive la mayor parte del tiempo tranquilo. Pero como todo el mundo tendrás tus momentos más oscuros, lo que los demás no ven. ¿Cuáles son?
Están esos momentos menos felices, claro. Para darle el valor a la felicidad porque, si no, ¿cómo sabes lo que es? Te diré que algo que me persigue toda la vida, que me genera dudas y a la vez me incentiva, es el tiempo. Cuando me desvelo (no por trabajo o por algo específico que me preocupe), lo hago por eso. Es el desvelo del tiempo, un síntoma con el que viví siempre. Recuerdo que cuando era estudiante de periodismo, mi problema era estar lo suficientemente despierto para aprovechar el tiempo, por eso jamás he sido un dormilón. No sé si eso está bien. Pero yo, a las 7 de la mañana, tengo que estar con todas las lamparitas prendidas. Por eso a veces hago bromas con quién me devuelve mis medias horas perdidas por atrasos o lo que fuera. Si alguien me devolviera esas horas de espera, te puedo asegurar que tendría un cuarto de vida de gracia. Eso me quita el sueño.
El tiempo nos iguala a todos y , además, es algo que no podemos controlar.
Sí, mira, hay un tema que escribí precisamente sobre eso. Hablo de algo particular sobre una pareja a la que, a uno de los dos se le acorta el tiempo y entonces, el otro empieza a valorar otras cosas en función de eso y le ofrece su tiempo como si fuera oxígeno. Es algo fuerte de lo que uno no se da cuenta hasta que ocurre lo inevitable. Hay una cornisa a la que todos llegamos inexorablemente.
Cada vez que Montaner llega a Buenos Aires se instala en el piso 18 de un hotel cinco estrellas en Retiro, que funciona como su casa y oficina a la vez. "Me alojo con toda la familia y es como mi hogar. Además, como hace tanto tiempo que lo hago, los empleados ya se sacaron todos las fotos conmigo y ahora me tratan como uno más. Está bueno eso; no tengo que cuidarme, puedo bajar en jogging al bar y está todo bien".
Antes decías que te pusiste a reflexionar sobre temas que en otro momento no llamaban tanto tu atención. ¿Tiene que ver con haber pasado los 50 años?
A los 50 sos joven, pero no demasiado; sos mayor, pero no demasiado. Se te hacen concientes muchas cosas, lindas y tristes también; estás en plenitud física, mental y creativa. La experiencia te da otras cosas. Entre los 20 y los 30 el ensayo y error es frecuente pero a los 55, como tengo yo, ya no podés. Rectificar cobra demasiado tiempo que lo necesitas para otras cosas.
Y después de tantos años de pareja, ¿qué pasa con el amor?
Con Marlene llevamos 26 años juntos, 22 de casados. Y ella hace algo que no sé qué es, pero genera en mí un deseo de conquistarla de nuevo. No doy por sentado que ella está. Si no, pasa a ser un hábito, una costumbre, algo instalado: ya tengo un perro, una heladera, un amor, y no es así.
¿Hay que seguir buscando siempre?
Claro, pero buscando sin buscar. Es algo que se retroalimenta con lo que uno va haciendo. El amor no tiene que ser light. ¿Te gusta la sopa aguada o con consistencia? El amor no puede ser como un caldito, tiene que ser como un puchero. Si no, te aburres.
Mientras conversa, Montaner está en varias cosas a la vez: se acuerda de algo y, entusiasmado por el aroma que sale de la máquina pide un café al mozo al que saluda como un viejo conocido; y ofrece un macarrón de pistacho, pero nunca pierde el hilo de la conversación. "Hay temporadas complicadas, hay veces en las que tienes que sacrificar cosas. Meses en los que me los paso viajando para no perderme cumpleaños familiares". La familia es un tema recurrente en Montaner, padre de cinco hijos. "Nos mudamos de Miami a Nueva York por un tiempo porque Evaluna está estudiando actuación en la academia de Lee Strasberg", dice. Y cuenta que en los últimos tres años (entre un disco y otro) acumuló ideas en su cabeza."Las guardé y las volqué acá. Este es un disco de reflexión, cien por ciento cortavenas, totalmente intravenoso. Pero no deja de ser optimista". Y aclara: "En días más descansado hablo menos. Sino deliro".