Rescatar los clubes de barrios
Vecinos del club Pedro Molina se movilizaron días pasados para evitar el cierre de las instalaciones. Hay decenas de instituciones en situaciones similares que tuvieron su época de gloria y que luego se perdieron por diversas circunstancias y que es posible rescatarlas.
Lo sucedido días pasados con la actitud asumida por vecinos del club Pedro Molina, en Guaymallén, que se unieron para evitar su desaparición, sacó a la superficie un problema que afecta a gran cantidad de clubes que, en su momento, tuvieron una fuerte inserción en el ámbito de su comunidad y que luego, por distintas circunstancias, fueron perdiendo sus objetivos hasta quedar prácticamente olvidados, con infraestructuras edilicias destruidas a pesar de que con su recuperación podrían volver a tener aquella importante función social que supieron alcanzar.
De acuerdo con lo señalado en una nota de Los Andes, las instalaciones del club Pedro Molina no pueden ser utilizadas como consecuencia de una decisión judicial, ante un pedido de quiebra presentado por el ex sereno de la entidad. Los vecinos se unieron y plantearon un cambio de carátula -de quiebra a concurso preventivo- que les permita continuar utilizando las instalaciones para la práctica de actividades deportivas y recreativas en razón de que, además de desarrollar programas como Creciendo Juntos y Viaje de Vuelta, se practica gimnasia y se dan clases de flamenco, danzas árabes, hip hop y folclore.
Sin embargo los problemas edilicios son serios, con maderas astilladas, una pared derruida remplazada con tela de alambre, mientras la cancha de bochas está tapiada, a lo que se suma la necesidad de renovar el salón de usos múltiples. Existe un compromiso de la Nación y otro de la Municipalidad para la entrega de subsidios y materiales destinados a la solución de los problemas.
Lo que sucede en el club Pedro Molina es sólo un ejemplo de los muchos que existen a lo largo y lo ancho de la provincia, con instituciones que hace años cumplían una importantísima función social. Por cuestiones de moda o de cambios culturales resultaría imposible retornar a aquellos bailes de carnaval que hicieron famosos a clubes como San José, Giol, Pacífico o Talleres que, en muchos de los casos, les servían como importantes fuentes de ingresos económicos, pero sí podría plantearse la necesidad de fomentar actividades deportivas que permitan recuperar aquellos valores.
Establecer pautas que permitan recuperar los torneos de bochas, hóckey sobre patines, básquetbol -incluyendo esencialmente las divisiones inferiores- y otros deportes que han ido perdiendo vigencia en el tiempo por problemas de dirigencia y también por carencia de impulso oficial.
Estas actividades podrían desarrollarse con menores costos económicos en razón de que muchos de esos clubes a que hacemos alusión cuentan con la infraestructura necesaria y sólo restan inversiones menores para actualizarlas y ponerlas en valor.
Los diferentes municipios han destinado sumas importantes para impulsar el desarrollo de los polideportivos y resultaría valioso que también se ocupen de las necesidades de los clubes y paralelamente organizar a los vecinos para que mantengan las instalaciones y organicen las actividades.
Sería una forma de recuperar las instituciones y de otorgar lugares para el desarrollo físico e intelectual de los jóvenes en épocas difíciles como las que están enfrentando y también para la inclusión social de la familia en su conjunto.
Es de esperar que esa actitud, que espontáneamente adoptaron las familias de Pedro Molina para evitar el cierre del club, se multiplique a lo largo de la provincia para poner nuevamente en valor las decenas de clubes que, por negligencia, incapacidad dirigencial, problemas económicos o falta de motivación, se han ido deteriorando y pueden ser fácilmente recuperadas.