Réquiem para la razón
Por Eduardo Toledo. Con las últimas noticias que riegan el mundo occidental germinan los augurios más oscuros de nuestro tiempo. Hoy, al parecer, es un día de fiesta para los que luchan contra el terrorismo, y debería serlo también para todos los que enarbolamos alguna vez la bandera de la Paz.
Sin embargo, la simplificación de los hechos no da lugar a que la incoherencia aparezca pero que con ojos preparados podemos al menos exaltar.
La muerte de Osama Bin Laden en una operación realizada por la fuerzas especiales de EEUU es un hecho histórico que pasará a ser uno de los momentos más importantes del año por varios motivos.
El primero es que finalmente, después de casi 10 años, el gobierno de los Estados Unidos logró cazar a aquel que identificó como enemigo número 1.
El segundo es que, por suerte o causalmente, el presidente Obama tendrá el apoyo necesario para acceder a un segundo mandato en la Casa Blanca.
Podríamos decir que son consecuencias que no están relacionadas entre sí, pero que tendrán una repercusión en los próximos 5 años de la geopolítica internacional.
Es comprensible que el hecho sea interpretado de una manera positiva para el pueblo americano y para los aliados en la lucha contra el terrorismo islámico; la cuestión es que la complejidad del avenir nos tiene que hacer reflexionar sobre algunos pasajes de las declaraciones de los líderes internacionales y su relación con la Justicia.
El problema que se nos presenta es que estamos frente a una conducta que configura un crimen de guerra, estamos frente a una ejecución extrajudicial.
Dejando de lado el aspecto jurídico de la discusión, ya que es prácticamente imposible hacer que los ciudadanos estadounidenses respondan por un delito de los llamados internacionales, simplemente me gustaría exaltar cuan contradictoria ha sido la reacción internacional con ciertos valores reputados como universales.
La primera aparición pública nos mostró a un líder mundial parco, que dividió su discurso para justificar cada uno de los puntos implicados en la decisión de ejecutar al jefe de Al Qaeda.
Los casi diez minutos de alocución estuvieron embellecidos por su impecable retórica, en el pasaje más importante hizo un raconto de los movimientos de la inteligencia americana que llevaron hasta la autorización presidencial para llevar adelante un asalto con el fin de "apresar a Osama Bin Laden y llevarlo ante los tribunales".
Claro, al parecer esas eran sólo las primeras intenciones ya que el grupo de soldados encargados de la misión terminó por, luego de un intercambio de fuego, matarlo y recuperó su cuerpo (del cual no se ha visto ni una foto, todavía).
Así, luego de hablar de Paz y dignidad humana, el Nobel justificó las acciones con un rotundo: "Se ha hecho Justicia".
Sin tribunales ni jurados, contra un hombre desarmado y acorralado por el Seal Team 6 (elite dentro de la elite de las fuerzas especiales norteamericanas) pero se ha hecho la Justicia necesaria.
Hasta aquí las cosas no parecían lo que son, una cascada de comentarios se hicieron escuchar. David Cameron lo calificó de "gran éxito", Nicolas Sarkozy saludó la determinación del presidente norteamericano y, para citar a otro referente histórico en la lucha contra el terrorismo, José María Aznar le envió un telegrama diciendo que: "Como usted con razón ha dicho, se ha hecho justicia. Es un sentimiento que compartimos en todo el mundo todas las personas amantes de la paz".
Entonces nos tocó leer el comentario más duro, el del Secretario General de Naciones Unidas Ban Ki-Moon que aplaudía con beneplácito las acciones de los países que luchan contra el terrorismo y que decía sentirse "aliviado con la noticia de que se ha hecho justicia contra tal genio del terrorismo internacional".
Para cerrar, el comunicado de prensa nos recuerda que la Asamblea General ha adoptado una estrategia global contra el terrorismo y que en base a ella se seguirá trabajando con los países miembros de la Organización de Naciones Unidas para erradicar el terrorismo.
Puedo decir también para cerrar la paradoja, ya que además de la lucha contra el terrorismo existe un complejo sistema de protección de los seres humanos en el que este tipo de hechos son condenados y repudiados en razón de la injusticia que acarrean.
Además, los tratados en materia de protección de derechos Universales, los Tribunales para Ruanda o para la ex-Yugoslavia y finalmente la Corte penal internacional han condenado este tipo de conductas en sus textos o a través de sus decisiones.
Si bien no es de una gravedad extrema, este tipo de declaraciones van en contra de muchos años de investigación y desarrollo de mecanismos jurídicos, por lo que tienden a erradicar la imparcialidad de los procesos judiciales.
El presidente Barak Obama dijo que "su sacrificio (de los norteamericanos) hace al mundo un lugar más seguro", cosa de la cual no estoy seguro; éste no será más seguro mientras sigamos descreyendo de los procesos de justicia instituidos e imparciales.
En conclusión, aún cuando no sea posible juzgar este tipo de acciones, tenemos que defender la protección de los valores universales con el sólo objetivo de hacer de este Mundo un lugar cada vez más Justo.
Las opiniones vertidas en este espacio, no necesariamente coinciden con la línea editorial de Diario Los Andes.