Renunció el Papa: ¿Cómo se elegirá al sucesor de Benedicto XVI?
La elección del nuevo pontífice dura alrededor de 20 días. El nuevo Papa debe ser votado por dos tercios de los cardenales.
Según la tradición, los electores se reunirán en el denominado cónclave, que es la reunión que celebra el Colegio cardenalicio de la Iglesia Católica Romana, para elegir a un nuevo Obispo de Roma, cargo que lleva aparejados el de Papa y el de Jefe del Estado Vaticano.
El lugar de la elección es la Capilla Sixtina, donde los cardenales electores se reúnen en condiciones de reclusión y máximo aislamiento del mundo exterior, para evitar intromisiones de cualquier tipo.
El proceso establece que los cardenales tienen expresamente prohibido presentar su candidatura o hacer propaganda a su favor, aunque se permite buscar el apoyo de terceros.
La forma de elección es a través del escrutinio, desde que Juan Pablo II abolió la posibilidad de hacerlo a través de la aclamación o el compromiso.
Pese a que en un primer momento se requería la mayoría simple de votos, en 1996 Juan Pablo II restauró la mayoría de dos tercios, pero no la prohibición del auto-voto.
La Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis –nombre que recibe el documento de sus primeras palabras en la versión latina- establece también que pasadas 34 o 33 votaciones fallidas (según se haya realizado la primera votación el día de la inauguración del cónclave o el siguiente), los electores podrán decidir, por mayoría absoluta, si cambian las normas electorales, pero siempre conservando como requisito el de exigirse al menos la mayoría absoluta en la elección.
Pese a que en los primeros años los Papas eran elegidos por clérigos, miembros de las comunidades y laicos, desde 1139 quedó como competencia exclusiva de los cardenales.
Tras los últimos nombramientos efectuados en 2010,se estima que habría unos 121 prelados que cumplen las condiciones para ser electores.
Una de las tradiciones es la de la "fumata", el sistema que se utiliza para comunicar al pueblo la marcha de un proceso electoral que transcurre bajo estricto enclaustramiento.
Tras cada sesión de escrutinio (dos votaciones) las papeletas de voto y las notas de los Escrutadores se queman en una estufa preparada al efecto. El humo sale entonces por una chimenea sobre el tejado de la Capilla Sixtina.
Cuando el resultado de las votaciones ha sido negativo, los papeles se queman junto con paja húmeda, lo que produce un humo negro.
Si de la elección ha salido elegido un candidato, y éste ha aceptado la responsabilidad, los papeles se queman usando paja seca, lo que da lugar a un humo de color blanco. Es la señal que anuncia al mundo la elección de un nuevo Papa.
El lugar de la elección es la Capilla Sixtina, donde los cardenales electores se reúnen en condiciones de reclusión y máximo aislamiento del mundo exterior, para evitar intromisiones de cualquier tipo.
El proceso establece que los cardenales tienen expresamente prohibido presentar su candidatura o hacer propaganda a su favor, aunque se permite buscar el apoyo de terceros.
La forma de elección es a través del escrutinio, desde que Juan Pablo II abolió la posibilidad de hacerlo a través de la aclamación o el compromiso.
Pese a que en un primer momento se requería la mayoría simple de votos, en 1996 Juan Pablo II restauró la mayoría de dos tercios, pero no la prohibición del auto-voto.
La Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis –nombre que recibe el documento de sus primeras palabras en la versión latina- establece también que pasadas 34 o 33 votaciones fallidas (según se haya realizado la primera votación el día de la inauguración del cónclave o el siguiente), los electores podrán decidir, por mayoría absoluta, si cambian las normas electorales, pero siempre conservando como requisito el de exigirse al menos la mayoría absoluta en la elección.
Pese a que en los primeros años los Papas eran elegidos por clérigos, miembros de las comunidades y laicos, desde 1139 quedó como competencia exclusiva de los cardenales.
Tras los últimos nombramientos efectuados en 2010,se estima que habría unos 121 prelados que cumplen las condiciones para ser electores.
Una de las tradiciones es la de la "fumata", el sistema que se utiliza para comunicar al pueblo la marcha de un proceso electoral que transcurre bajo estricto enclaustramiento.
Tras cada sesión de escrutinio (dos votaciones) las papeletas de voto y las notas de los Escrutadores se queman en una estufa preparada al efecto. El humo sale entonces por una chimenea sobre el tejado de la Capilla Sixtina.
Cuando el resultado de las votaciones ha sido negativo, los papeles se queman junto con paja húmeda, lo que produce un humo negro.
Si de la elección ha salido elegido un candidato, y éste ha aceptado la responsabilidad, los papeles se queman usando paja seca, lo que da lugar a un humo de color blanco. Es la señal que anuncia al mundo la elección de un nuevo Papa.