Relaciones peligrosas: La fiscal Viviana Fein, el agente Stiuso y las dudas de una custodia leal
Todo se mezcla y a mayor confusión los delitos se vuelven más impunes que nunca.
Los autores del gran boquete al Banco Macro -Callao al 200- dejaron en las paredes su impronta, escribieron "el golpe del milenio" para ganarle al golpe del siglo que había sido el del Banco Río de Acasuso.
Fue en marzo del 2010, violentaron a puro golpe 218 cajas de seguridad. Hubo zona liberada para que los asaltantes abandonaran tranquilos y sin molestias la sucursal arrastrando lo robado sin que llamaran la atención.
Los delincuentes fueron súper profesionales. Montaron el puesto de observación en un maxiquiosco que ellos mismo instalaron a metros del banco. El fin de semana que perpetraron el robo llamaron a un ciruja próximo al lugar, le dieron canilla libre de vino hasta emborracharlo, después lo arrastraron hasta el interior del banco, hicieron una llamada -no se sabe a quien- desde un celular y lo dejaron junto cuerpo del hombre durmiendo la mona. Cuando la fiscal Viviana Fein intervino en el hecho, los boqueteros habían ganado un tiempo valioso despistando a la fiscal. Todo un montaje en una zona siempre poblada de transeúntes como es la céntrica Corrientes y Callao.
A la fiscalía le llego el cruce de cientos de llamadas telefónicas, pero Fein le echó el ojo a las actividades de un oficial de la comisaría sexta que habìa liberado la zona pero cuando tuvo el dato que un Nextel perteneciente a la flota del otrora poderoso Jaime Stiuso también intervino en el hecho, decidió pasarlo por alto.
Stiuso tenía fama de intocable y la fiscal le hizo caso a ese dato, no lo citó y dejo de lado investigar a presunción de algún participe de su grupo que fuera cómplice del hecho. Conclusión, el golpe del milenio sigue impune, y ahora la fiscal de aquel caso quiso evitar a toda costa con la excusa de las vacaciones, enfrentarse a quien fuera jefe del Sector 85 de la SIDE.
Ya no le queda espacio para retroceder en el caso Nisman, y se las tendrá que ver cinco años después con el agente que le generó aquel pánico escénico.
Stiuso tampoco es el mismo que antes, y si algo tiene en claro es que ponerle una custodia es como tirarle un balazo en la frente.
Nadie sabe su domicilio fijo, solo un lejano Callao y Juncal que trocó en mil direcciones diferentes.
Tiene enemigos en todas las fueras de seguridad, incluido al jefe del Ejercito Cesar Milani. No hay gente de confianza personal que tenga empatía a la vez que profesionalismo para cuidarle la vida.
La medida dispuesta por la Presidenta parece más una venganza sórdida contra el ex agente que un deseo de cuidarle la vida.
Sigue pareciendo que la muerte de Alberto Nisman desato la furia de todos los infiernos y que el caso, lejos de terminar, aun no dio comienzo.