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Redes sociales y política

*Por Carlos Fara. Con la nueva ley electoral que prohibe la libre contratación de publicidad en medios electrónicos por parte de las fuerzas políticas que presentan candidatos, se habla de la necesidad de reforzar el trabajo de campaña en otras alternativas como la vía pública, la fuerza territorial, la prensa, y particularmente se pone énfasis en las herramientas 2.0.

Esto sobre todo luego del triunfo de Obama, al que muchos -equivocadamente- se lo atribuyen al uso de las nuevas tecnologías.

Pero como siempre ocurre en estos casos, hay mucho de mito y poco de análisis riguroso del impacto real que dichas herramientas tienen en la práctica. Por empezar, los medios electrónicos, sobre todos la televisión, siguen siendo los medios dominantes, y como ha sentenciado hace mucho el padre de la consultoría política Joseph Napolitan, se trata de dominar el medio dominante, que no es por cierto la circulación en internet.

Vayamos a ver algunos datos concretos sobre el uso de las herramientas 2.0 en la zona metropolitana, donde sin duda es mayor el uso de las mismas respecto al resto del país. Estos son resultados de nuestra encuesta sistemática del mes de julio.

El 62 % se identificaba como usuario de internet. Como ya se sabe, este uso crece a medida que baja la edad y sube el nivel socioeconómico de los votantes. Por lo tanto, menores de 30 ABC1 es donde más incidencia tiene la cibercultura. En términos de votantes, los de Alfonsín, Binner y Carrió son los más adscriptos.

Dentro de ese universo, el 64 % dijo ser usuario de Facebook, es decir, un 38 % aproximadamente del universo electoral. Sin embargo, el perfil de los usuaios de esta herramienta no es el mismo que el de los usuarios de internet. Por nivel socioeconómico, los tres estratos -bajo, medio y medio alto- tienen un uso bastante semejante, oscilando entre el 61 y el 70 %. Por sexo se inclina un poco más hacia las mujeres. Por edades sí se reproduce la lógica de a menor edad, mayor uso. En términos electorales, los votantes de Carrió, Alfonsín, Rodríguez Saá y Cristina Kirchner son más adictos, marcando de alguna manera el perfil de edad que cada uno recoge. Binner y Duhalde están claramente por debajo del promedio.

Cuando se consulta respecto a quiénes están contactados, solamente el 11 % tiene como “amigo” a funcionarios, candidatos o políticos. Estos son más en la Capital, los votantes de Cristina Kirchner, el sector medio y medio alto, y los menores de 30. Es decir que los usuarios de Facebook más politizados serían de nivel social medio o alto, porteños, jóvenes y kirchneristas. Quizá esto responda en parte la pregunta acerca de la inserción del oficialismo en los más jóvenes, en los sectores medios, y en las redes sociales.

Ahora, los usuarios de Facebook tienen un espíritu bastante abierto, ya que solo el 20 % dice estar en contacto solo con gente de su misma orientación ideológica. ¿Quiénes son los menos abiertos? Los de Capital, del sector medio, los menores de 30 años, y los votantes de Carrió, Cristina Kirchner y Rodríguez Saá.

Por último, se indagó si los usuarios de Facebook suelen visitar los sitios web de funcionarios, candidatos o partidos. Solo el 8% lo hace. Estamos hablando del 3% del electoral total. En ese marco, describir el perfil no tiene sustento estadístico serio. De todos modos, solo a los efectos de ver alguna tendencia, el interés pareciera ser mayor en la Capital, el sector medio, los votantes de opciones de centro izquierda, e incluyendo a la presidenta. Aquí las diferencias por edad se desdibujan.

En síntesis: el impacto real de una de las herramientas 2.0 preferidas sería muy bajo en relación con la política y las elecciones, y además parece estar muy segmentado. Por supuesto que estos son datos solamente de tipo exploratorio, no una investigación concluyente.

Sin embargo, pareciera afirmarse lo que ya ha señalado el especialista Manuel Castells respecto a que los grupos que más se activan en internet son los que ya se activaban más previamente. Es decir, la tecnología solo está reproduciendo o profundizando comportamientos antecedentes. Si esto es así, las redes sociales solo estarían implicando otra forma de llegar a los mismos públicos politizados.