Recuerdos de la muerte
*Por Osvado Pepe. Internet cambió nuestras vidas de modo radical y ahora empieza a modificar nuestra forma de relacionarnos con la muerte.
Ya en "Historia de las Creencias" , un clásico del siglo pasado, Fernando Nicolay, estudioso de ritos, supersticiones y costumbres, conjeturaba que "la conmovedora veneración que en todos los tiempos han tenidos los hombres por las tumbas ... son una prueba directa y en cierto modo científica de la creencia general en la existencia del alma".
Las prácticas de los humanos ante la muerte y los ritos de la despedida se han transformado intensamente con el correr de los tiempos. Según una encuesta reciente de Clarín, sólo el 11% de los porteños conserva el hábito de concurrir con regularidad a los cementerios. Pero hasta bien avanzado el siglo XX, la visita para honrar la memoria de los muertos constituía todo un acontecimiento social . Y el luto era la manifestación externa del dolor interno por la pérdida sufrida. La tienda Gath y Chaves, por ejemplo, tenía un exclusivo y sofisticado catálogo de vestidos, tapados y sombreros para la ocasión. Con el tiempo ese hábito cayó en desuso hasta su casi extinción , aunque la Presidente, a más de un año de la muerte de Néstor Kirchner, aún observa la práctica con rigurosidad.
Alrededor de la muerte se organizaron también negocios varios, como los de las casas o cocherías funerarias, vendedores de flores, sepultureros, cuidadores de sepulcros y también el conchabo de las "lloronas" para los velatorios. Hasta que en 1977, en plena tragedia colectiva de los cadáveres insepultos de la dictadura , surgió el primer cementerio privado , en vista del deterioro y el abandono de los cementerios públicos, metáfora de una sociedad que se replegaba sobre sí misma, hostigada por el terrorismo de Estado.
Antecedentes, todos ellos, del aggiornamiento actual del mercado de los servicios fúnebres. Ahora se ensayan los "velatorios temáticos", adaptados al estilo de vida y los hábitos de la persona fallecida. También las despedidas grabadas para dejar un mensaje a familiares y amigos a través de la Web, y hasta el uso del "patrimonio digital" , material que la persona muerta cargó en las redes sociales, acaso como una inconsciente y secreta aspiración de eternidad virtual frente a la inexorable finitud de la condición humana.