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Recomendación

*Por Hugo Caligaris. Los pediatras norteamericanos están alarmados: descubrieron que los niños expuestos a la TV y a Internet desarrollan un lenguaje muy limitado.

Si todo sigue así, dentro de veinte o treinta años ya no podremos disfrutar de las magníficas piezas oratorias y de las bellas filigranas semánticas que hoy despliegan en la radio y en la televisión y, sin ir más lejos, también en las tribunas políticas y en los estadios deportivos los adultos que fueron educados en tiempos en los que Internet no existía, los DVD eran una fantasía futurista y había apenas cuatro canales que daban interminables debates sobre la inmortalidad del cangrejo, las perspectivas de la cosecha de sorgo, la Crítica de la razón pura o la mejor manera de preparar el asado.

La academia pediátrica realizó no menos de 48 estudios a lo largo de la última década. ¿Cómo los habrán hecho? ¿A qué cantidad de lactantes habrán condenado a la indigencia oral para dar curso a sus investigaciones? ¿Cuántos chicos que tenían dos años al comenzar las pesquisas científicas y que hoy tienen doce y sólo pueden expresarse con monosílabos por causa de los experimentos miran a sus doctores con expresión idiota? ¿Los profesores contaron con el consentimiento de los padres? ¿Los progenitores aprovecharon los estudios para mirar televisión hasta hartarse? Hay demasiadas dudas sobre el curso de todo el proceso. Por suerte dentro de poco tiempo ya no quedará nadie en condiciones de verbalizarlas.

¿Y qué hacen los pediatras con sus propios pequeños? Seguro que cuando vuelven a sus casas por las noches, agotados y con la mente en blanco, se ponen a inventar maravillosas historias para sus hijos. A los niñitos esto los distrae durante diez minutos. Después no hay más remedio que devolverles la PlayStation, aunque papá y mamá se mueran por jugar otro partido de Zombies versus Plantas.