Radiografía de la Bonaerense: mal pagos, mal dormidos y estresados
*Por Federico Trofelli. Un estudio premiado por el Ministerio de Trabajo provincial, realizado por un grupo de abogados, asegura que el 90% de los encuestados duerme cinco horas o menos y casi todos sufren impaciencia, cansancio e irritabilidad.
Los asesinatos de Franco Almirón, de 16 años, y de Mauricio Ramos, de 19, a manos de la policía en José León Suárez, y el de Lucas Rotella, de 19, en Baradero, mostró la peor cara de la Bonaerense, una fuerza militarizada que con viejos y malos hábitos volvió a quedar en la mira de los organismos de Derechos Humanos. Los excesos de los agentes son el resultado de la derechización de las políticas de Seguridad del gobernador Daniel Scioli, quien durante su gestión se encargó de devolver a los jefes policiales el control político de la institución. Sin embargo, los problemas estructurales del organismo y los inconvenientes cotidianos de los efectivos son los mismos de siempre.
La Policía de la Provincia de Buenos Aires, integrada por 55 mil hombres, es la encargada de imponer el orden en la jurisdicción más populosa de la Argentina, pero los agentes llegan a trabajar más de 24 horas seguidas, y la mayoría sufre alguna patología como estrés, depresión y agotamiento, según reveló un estudio premiado por el Ministerio de Trabajo bonaerense. Además, hay quienes nunca realizaron cursos de recapacitación o prácticas de tiro porque carecen de recursos materiales suficientes. A cambio de no revelar sus identidades, policías de diferentes jurisdicciones confiaron a Tiempo Argentino los obstáculos que deben sortear cotidianamente.
Un mes tiene alrededor de 720 horas, y un policía puede llegar a trabajar más de 400. El régimen laboral resulta maratónico y, tarde o temprano, termina afectando su salud física y psíquica. Dependiendo de las necesidades de la comisaría o del acuerdo verbal con el comisario, los hombres de azul llegan a trabajar unas 240 horas "ordinarias" en promedio. Además, deben sumarse las horas conocidas como CORES, obligatorias por falta de personal, y las POLAD (ver recuadro) que tienen un tope asignado de 120 horas cada una, aunque en la práctica no llegan a completarse.
El ex ministro de Seguridad bonaerense, León Arslanian, calificó de "disparatado" este sistema, aunque señaló que durante su gestión hubo modificaciones sustanciales, y le reprochó al ex ministro Carlos Stornelli haber echado por tierra sus logros. "Para que todos trabajen ocho o 12 horas por día se necesita gran cantidad de personal policial porque no alcanza para hacer la rotación. Esto no se corrigió en ninguna instancia de planificación y quedó librado a la improvisación del jefe policial", justificó el ex funcionario.
El magro sueldo de los efectivos no justifica ningún crimen, negligencia o exceso, pero hay que tener en cuenta que sin horas extras, un teniente de una comisaría de la zona sur del Conurbano, con 25 años de antigüedad, cobra un básico de 838 pesos y en total no llega a 2900 pesos. En tanto, un oficial egresado de la escuela de Investigaciones en la especialidad de Narcocriminalidad e integrante de un grupo operativo con cuatro años en la Fuerza cobra unos 2000 pesos y un básico de 397.
A los problemas salariales se suman los de capacitación. Según aseguró un especialista consultado por este diario, los policías no suelen chequear el arma que reciben en la comisaría. Inclusive, los cartuchos con los que están cargadas las escopetas. "Esto se debe al vertiginoso ritmo laboral que llevan, quizá la masacre de José León Suárez o el crimen de Baradero se podrían haber evitado", indicó la fuente, al tiempo que agregó: "Ya no quedan especialistas de armas en las comisarías. Se nota mucho la falta de preparación de los agentes." Miguel Rotella, padre de Lucas, asesinado de un escopetazo por la espalda en Baradero, aseveró: "Hay una ley no escrita de la policía que el tercer cartucho siempre es de plomo."
La precarización es tal que no se respeta la legislación laboral vigente ni se permite la gremialización de los efectivos. El gobierno de la provincia conoce la situación, al punto que, a principios de julio del año pasado, el Ministerio de Trabajo bonaerense otorgó el premio Bialet Massé a una investigación de un grupo de abogados que denuncia esta situación. El informe, disponible en la Web de la provincia, se llama La nueva policía y los derechos del trabajador, y se realizó sobre la base de entrevistas a 56 policías de seis comisarías de La Plata. Reveló que la mayoría posee alguna patología, fundamentalmente estrés, depresión y agotamiento; la mitad no recuerda la fecha de su último chequeo médico; el 90% duerme sólo cinco horas o menos; y casi la totalidad de los encuestados sienten cansancio, sueño, irritabilidad e impaciencia durante el día.
La contención psicológica está mal vista dentro de la Fuerza. Uno de los efectivos de alto rango consultado por este diario expresó: "Yo maté a un par. Nunca se me apareció un fantasma pero nadie está preparado para eso. Terminás de llenar los papeles y hay que seguir laburando." Lo mismo ocurre si el que muere es un compañero.
"Ojo con decir que no estás en condiciones emocionales –agregó la misma fuente– porque ellos (por los médicos) te abren una carpeta psiquiátrica, te sacan la chapa, la pistola y esa mancha no te la quita nadie." Esa condición dejaría al policía sin los beneficios extras de las horas CORES y POLAD, según detallan los consultados. Otro efectivo recalcó que ser de la Bonaerense "exige una adrenalina que no corresponde. Pero no podemos decir que estamos desequilibrados."
Arslanian lo reconoce. Después de destacar logros "en materia de recursos humanos brindando asistencia económica y médica a los heridos y a sus familiares", se sinceró: "Con respecto a la asistencia psicológica, por lo general hay mucho verdugueo de los superiores por la necesidad de cubrir el servicio. Es complicado el funcionamiento interno de la policía."
Al agotamiento y la falta de contención debe agregarse que los efectivos en rara ocasión hacen prácticas de tiro. Sólo cuando hay balas. Un instructor graficó la situación: "De los 3000 efectivos de una departamental, sólo unos 50 llegan a tener la posibilidad de realizar dos cursos al año, y creo que me estoy excediendo. Además, hubo meses sin provisión de municiones." Según el experto "no hay prácticas con escopeta hace años y sólo se hacen tres o cuatro tiritos de postas de goma, lo mismo con las ametralladoras y ni hablar de lanzar gases lacrimógenos" (ver recuadro).
Incluso, según Arslanian, "había policías que en 25 años nunca habían realizado prácticas". En tanto, hay efectivos que, a sabiendas de la falta de recursos, concurren igual ya que, año a año, la asistencia a los cursos se tornó un requisito importante para poder ascender. "Dura una semana. Ese mes me ajusto porque me pierdo de hacer horas adicionales", se lamentó un integrante de la Departamental de Lomas de Zamora.
Otro reflejo de la institución es el estado de los móviles. Los especialistas sostienen que deberían renovarse cada dos años ya que funcionan "a motor caliente" las 24 horas del día, en patrullaje lento o persecuciones rápidas, y no son vehículos especiales, sólo están pintados para la ocasión. "Son de línea estándar para uso particular. Por ejemplo, al no contar con batería de alta capacidad y cableado eléctrico reforzado, el agregado de balizas de luces, radio transmisor, y en algunos casos equipos de rastreo satelital, las baterías no alcanzan a recuperarse y directamente se funden, al igual que el sistema eléctrico", ejemplificó un comisario retirado.
El desguace de patrulleros es una práctica habitual para completar los repuestos de otros. Algo similar ocurre con las ruedas de auxilio de las unidades nuevas, que quedan en depósitos de las comisarías y se van utilizando conforme crezca la demanda. "Si pinchamos una goma, nos quedamos esperando que venga un camarada con una de la comisaría", contó con picardía un efectivo.
Las reparaciones menores de los patrulleros u otros problemas cotidianos se resuelven con dinero de la "caja chica", cuando hay. Caso contrario, se recurre a la buena voluntad municipal o "terminamos recurriendo al mangueo a entidades, empresas, comercios o talleres. Esto por supuesto origina compromisos varios", continuó la fuente.
Para el ex titular de la Policía de Seguridad Aeroportuaria y ex funcionario del Ministerio de Seguridad bonaerense, Marcelo Saín, la falta de recursos de la Fuerza no es un problema para la política: "Del presupuesto que se destina, el 90% financia los sueldos, mientras que el 10% restante va para la infraestructura de todas las dependencias provinciales, incluido gastos corrientes y capital de inversión." Y lanzó: "Esto es una mentira. La policía se autofinancia a través de la regulación del delito en la calle como la trata de personas, el narcotráfico y el robo de coches. La política no quiere cambiar esto porque le es funcional para mantener una institución deficitaria."
La voz oficial, por ahora, permanece en silencio. Este diario llamó en reiteradas oportunidades y envió mails al Ministerio de Seguridad, a cargo de Ricardo Casal, pero no obtuvo respuesta.