Quiénes fueron los pastorcitos Marto que han sido canonizados
En una misa ante 500 mil fieles de todo el mundo, el papa Francisco "transformó" en santos a Jacinta y Francisco.
Los dos pastorcitos de Fátima, Jacinta y Francisco Marto, no fueron canonizados hoy por Francisco por haber sido testigos de las sensacionales apariciones de la Virgen en 1917, sino por cómo vivieron y testimoniaron la fe en sus escasos años de vida, más allá de la oposición, amenazas y hasta castigos sufridos a tan corta edad.
Los dos hermanitos nacidos en el pueblo de Aljustrel, que se convirtieron en los primeros niños santos, no mártires, murieron en 1919 y 1920, pocos años después de las apariciones, debido a la "española", la famosa epidemia de gripe que hizo estragos en Europa
Según los relatos de su prima Lucía -monja de clausura que murió en 2005, a los 95 años y que también está en proceso de beatificación-, los niños rezaban, ayunaban, hacían sacrificios y meditaban. Además, sabiendo que iban a morir prematuramente, como les había anunciado la "Señora" en uno de sus mensajes, no se quejaban, sino que seguían rezando, felices de "ofrecer su vida a Dios para la conversión de los pecadores".
Para que Jacinta y Francisco llegaran a ser beatos, en el año 2000, un proceso difícil que duró casi medio siglo, fue necesario que se declararan sus virtudes heroicas, en 1989, así como su intercesión para un milagro, una prueba indispensable. Este sucedió el 20 de febrero de 1989 en Leira, cuando María Emilia Dos Santos, una mujer que yacía paralizada en cama desde hacía 22 años, inexplicablemente, volvió a caminar. Ese día era el aniversario de la muerte de Jacinta.
El segundo milagro por su intercesión, que les abrió la puerta a la canonización, fue promulgado el 23 de marzo pasado y tiene que ver con la curación inexplicable de un niño brasileño, Lucas Maeda de Olivera, de la diócesis de Campo Mourao, Paraná. A los seis años, el chico se cayó desde la ventana, de una altura de 6,5 metros, en un accidente que le provocó un trauma cránico encefálico terrible, que incluyó pérdida de líquido cerebral, del que pudo salvarse milagrosamente. Su padre, que estuvo junto a él presente en la ceremonia de canonización, le rezó a los pastorcitos de Fátima.
El motivo del retraso de la beatificación de los niños, según expertos, se debió a razones
teológicas: "¿A qué edad puede decirse que una persona joven es capaz de realizar actos de virtud hasta el grado heroico?", era la pregunta que se planteaba la Iglesia.
Cuando los pastorcitos fueron beatificados por Juan Pablo II, en el año 2000, el postulador de la causa de su beatificación, el padre jesuita Paolo Molinari -fallecido hace unos años-, destacó su comportamiento durante el período de las apariciones. Entonces, Francisco y Jacinta siguieron siendo "niños normales que, respondiendo a la gracia de Dios que trabajaba en ellos, demostraron que estaban listos para poner de lados sus intereses personales para satisfacer a Dios y a sus vecinos y lo hicieron con alegría".
En base a los relatos de su prima Lucía, el padre Molinari recordó que Francisco "era bastante reflexivo y taciturno, bueno, conciliador, listo para darse a los demás y no peleador". Jacinta, dos años más pequeña, en cambio, "era una niña más bien animada y sensible, irritable y caprichosa, que fácilmente se enojaba", pero "con un corazón bueno, de carácter dulce y tierno". A ella le gustaba bailar y recolectar flores con Lucía, jugar, tocar la flauta y cantar. Incluso antes de su encuentro con "la Señora de blanco" los tres niños solían rezar juntos mientras cuidaban a su rebaño y recitaban el rosario, algunas veces, rápido, para tener más tiempo para jugar.
Luego de las primeras apariciones -que en total fueron seis, de mayo a octubre de 1917-, en plena Primera Guerra Mundial, aunque la Virgen les había pedido que mantuvieran el secreto, Jacinta le contó a su madre y enseguida el vecindario se enteró del impactante evento. La noticia comenzó a correr como reguero de pólvora. Tanto es así que en agosto de 1917, centenares de personas comenzaron a llegar a Cova de Iría (donde hoy se levanta el Santuario), para el día de las apariciones.
Entonces, el alcalde de la localidad arrestó a los niños y los amenazó con freírlos vivos en aceite hirviendo si no admitían que su historia era falsa. Pese a esto y a otras amenazas y castigos, los niños nunca se rindieron, destacó Molinari, que subrayó que se mantuvieron firmes en su fe en "Nuestra Señora", que fue creciendo con el pasar del tiempo, hasta su muerte. Por eso Molinari siempre resaltó que Francisco y Jacinta llegaron a la santidad no por haber sido testimonios de las apariciones, sino porque, a su corta edad, vivieron en forma heroica sus virtudes cristianas.
Los tres pastorcitos a quienes se les apareció la Virgen en Fátima son Lucía de Jesús Dos Santos (que tenía 10 años) y sus primos Francisco (9) y Jacinta Marto (7), canonizados hoy por Francisco, convirtiéndose en los primeros niños santos, no mártires, de la Iglesia católica.
(Fuente La Nación)