¿Quién le teme a Moyano?
*Por Mariano Plotkin.Usos y abusos del poder sindical. Entre la misión de defender intereses colectivos y la acumulación personal de capital, entre el peso de la burocracia corporativa y el afán democratizador, el gremialismo argentino se halla en un laberinto que causa reparos en la sociedad.
Hugo Moyano parece haberse convertido en un "cuco" todopoderoso y temible tanto para la oposición como para el Gobierno. Sin embargo, el acto del 29 del que fue el único protagonista frente a casi medio millón de seguidores, simbolizó la relación simbiótica que mantiene con el gobierno de Cristina Kirchner: se necesitan mutuamente. Pero además, el acto puede ser entendido como una demostración de fuerza por dos motivos : por ser una evidencia de su capacidad de movilización -hoy por hoy es el único dirigente más allá de Cristina capaz de movilizar una cantidad de gente semejante (y, digamos de paso, de paralizar el país) -; pero también por el hecho de que la ausencia con aviso de la Presidenta estuvo compensada por la presencia de casi todo el gabinete nacional, de Scioli, de intendentes del conurbano y, más significativamente, de referentes de la Cámpora.
Moyano pidió a la Presidenta que se presentara a reelección rodeado de sus ministros. Para un movimiento tan atento a los simbolismos como el Peronismo, no fue casual la presencia física de Andrés Larroque sentado entre los hijos de Moyano, Pablo y Facundo.
Moyano asumió el papel de "hombre de Estado ", capaz de aglutinar a su alrededor a todas las tendencias del peronismo y al Gobierno, proyectándose mucho más allá de su posición de dirigente sindical.
En su discurso, entre los logros del matrimonio Kirchner mencionó cuestiones caras al movimiento obrero, como el restablecimiento de las paritarias, pero también se refirió a otras cuestiones menos vinculadas a las preocupaciones de los trabajadores, como el pago de la deuda externa, el record de reservas del Banco Central y la ley de medios. Las críticas a la prensa respondieron a la línea oficial del kirchnerismo. Sin embargo, en general, el discurso fue conciliador: enfatizó la importancia de la reconstrucción del diálogo social, aunque mostró una concepción corporativa de la política . Lo que se determine en las instancias de diálogo debería luego ser legislado por el Congreso sin discusión. No en vano destacó la importancia de constituir la "comunidad organizada", ese sueño corporativo de Perón.
El discurso tampoco estuvo exento de algunas advertencias . Recordó que los primeros de Mayo no deben ser solamente días de agradecimiento y alegría como lo eran en tiempos de Perón, sino también de reflexión y señalamiento sobre lo que queda por hacer. Puntualizó también que el lugar que espera para los trabajadores incluye su instalación en la lista de cargos , aunque esta vez fue mucho más moderado en sus expectativas que en oportunidades anteriores en las que no escondió sus ambiciones presidenciales. Su mención explícita a Recalde seguramente no fue inocente.
El poder de Moyano se agigantó durante el Gobierno de Kirchner, elegido presidente con solo el 22% de los votos, tal como Moyano, sin ingenuidad, se encargó de recordar dos veces a lo largo de su discurso.
La figura de Moyano creció en democracia y asociada a un gobierno que lo necesitaba para reforzar su endeble legitimidad de origen . Esto le permitió acumular un enorme poder económico y político al que, sin embargo, le ha faltado el capital de legitimidad que habían tenido algunos de sus predecesores, ya que no fue protagonista directo de la resistencia a la dictadur a como sí había sido, por ejemplo, Saúl Ubaldini. Moyano parece haber tomado conciencia de esto cuando recordó que el primer paro contra la dictadura estuvo organizado por el "grupo de los 25" del cual su organización formaba parte.
Cristina goza de una legitimidad de origen muy superior a la de su marido: ganó sin cuestionamientos en 2007 y desde entonces ha mantenido, con algunos altibajos, su popularidad.
Moyano representa una piedra en su zapato y en ese sentido, las recientes insolencias de Pablo Moyano ("con Kirchner se podía hablar mejor que con Cristina"), reafirmadas en tono futbolero aunque más mesurado por su padre, tienen mucho de ciertas. El de Cristina es probablemente el primer gobierno verdaderamente democrático post 1955 que le suelta la mano a sindicalistas poderosos permitiendo que algunos (Zanola y Pedraza tal vez sean sólo los primeros de la lista) vayan presos por delitos comunes . Cuando la Justicia rozó a Moyano, sin embargo, éste fue capaz de poner límites de una manera que difícilmente se condiga con la democracia.
Cómo terminará la historia depende de la capacidad del Gobierno de reconstruir un sistema institucional que ponga un verdadero límite a los poderes corporativos, y una fuente de apoyo y legitimidad que le permita terminar con la relación simbiótica establecida con el jefe de la CGT.