Quién es la jueza que definió que el ex presidente de Brasil Lula Da Silva pueda ir a prisión por corrupción
En 2006 fue nombrada en su cargo por el expresidente, el mismo hombre al que decidió rechazarle el recurso de hábeas corpus.
"La presunción de inocencia no puede llevar a la impunidad". Con esa afirmación, la jurista y presidenta de la Corte Cármen Lucía aportó el voto definitivo que dio luz verde para la inminente detención del ex presidente Lula da Silva, acusado de recibir un apartamento de lujo de una constructora involucrada en la trama de sobornos de la estatal Petrobras y condenado en segunda instancia a 12 años y un mes de prisión.
Con su decisión, Cármen Lucía, no solo sacudió los cimientos del sistema político brasileño, sino que también impactó de lleno en la carrera presidencial de la mayor economía latinoamericana que se dirimirá el próximo 7 de octubre, al dejar prácticamente fuera del tablero al favorito en las encuestas y al hombre que, paradójicamente, la nombró en su cargo en junio de 2006.
Después de más de diez horas de sesión, el turno de Lucía llegó con la votación empatada 5-5. Amparados en el hecho de que no conceder el hábeas corpus implicaba atentar contra la "presunción de inocencia" que permite, por la Constitución brasileña de 1988, transitar el juicio en libertad, los magistrados Gilmar Mendes, José Antonio Días Toffoli, Ricardo Lewandowski, Celso de Mello y Marco Aurélio de Mello rechazaron la "la ejecución automática y anticipada" de las penas y le dieron la derecha al ex presidente.
Por su parte, Luiz Fux, Rosa Weber, Luís Roberto Barroso, Alexandre de Moraes y Edson Fachin se inclinaron por rechazar el recurso, esgrimiendo ya haber sido advertidos por tribunales internacionales por la extensión de sus procesos o escudándose en su decisión de preservar la jurisprudencia de 2016 que permite detener a un condenado en segunda instancia.
Con ese panorama, llegó el turno de Cármen Lucía. Antes debió someter a votación la cuestión de orden presentada por el abogado de Lula en la que se fundamentaba que, reglamentariamente, la presidenta no podía votar para desempatar en hábeas corpus. Pero el resto de la Corte la autorizó y la jurista brasileña de 63 años tomó la palabra para dar su sentencia.
Nacida en la ciudad de Montes Claros, ubicada en el estado de Minas Gerais, Lucía estudió Derecho en la Pontificia Universidade Católica de Minas Gerais en 1977. Luego, obtuvo la maestría en Derecho Constitucional por la Universidad Federal de Minas Gerais y el doctorado en Derecho del Estado, por la Universidad de São Paulo en 1983.
Ex Procuradora del estado de Minas Gerais, también fue procuradora general del Estado bajo la presidencia de Itamar Franco. Reconocida por su disciplina en el trabajo y su vida austera (anuló la fiesta tradicional luego de la ceremonia en la que tomó el cargo alegando que Brasil no estaba para esos gastos), también se ganó el reconocimiento de muchos ciudadanos brasileños al decidir seguir trabajado por voluntad propia en el caso Odebrecht durante sus vacaciones.
Defensora de causas como la unión de parejas homosexuales o la legitimidad del aborto en los casos de fetos con deformaciones, también es una férrea crítica del machismo que domina a la sociedad de su país.
En 2006, se convirtió en la segunda mujer nominada al cargo de ministra del Supremo Tribunal Federal (STF) luego de la jubilación del ministro Nelson Jobim, el 26 de mayo de 2006, habiendo jurado el 21 de junio de 2006 frente al ex presidente Lula Da Silva, el mismo hombre al que hoy decidió dejar vulnerable ante la inminente orden de detención que que dictaría el juez Sérgio Moro, responsable de los casos derivados de la Operación Autolavado, el mayor escándalo de corrupción en la historia de Brasil.
"Vivimos en tiempos de intolerancia e intransigencia contra las personas e instituciones. Por esta razón, este es un momento donde debemos pedir serenidad. Serenidad para que las diferencias ideológicas no sean una fuente de desorden social", declaró Lucía a principios de semana al ser consultada sobre las posibles reacciones de la población luego de la votación. Las próximas horas serán fundamentales para conocer si la revolucionada sociedad brasileña acata ese pedido.