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Quién es el psicoanalista que se convirtió en el nuevo gurú de Cristina Kirchner

Jorge Alemán se define como lacaniano, está radicado en España e integra Carta Abierta. Fue discípulo de Laclau.

Cristina Kirchner tiene nuevo gurú: es un psicoanalista argentino que vive desde los '70 en España pero, como gesto de compromiso, viajó a votar en las primarias del 13 de agosto. Su nombre es Jorge Alemán Lavigne, tiene 66 años, se formó en la izquierda peronista, pero no integró Montoneros. Sin ser de los más visibles o mediáticos formó parte del scrum de intelectuales de Carta Abierta.

Lacaniano, discípulo y colega del fallecido Ernesto Laclau, Alemán se convirtió en una figura clave en la construcción de la Cristina fuera del poder. Es habitual, reconstruyó Clarín, que la ex presidente lo mencione en sus charlas.

"No somos lo que queremos mostrar a los demás, somos lo que los demás ven en nosotros", alecciona Cristina en el Instituto Patria. Como una nota al pie, habla de "subjetivación política" y cita a Alemán.

Reconocido en Europa como impulsor de la teoría lacaniana, hace tiempo está ligado al planeta K. De 2004 a 2015 fue Consejero Cultural de la Embajada argentina en Madrid, que fue el "reino" político de Carlos Bettini, histórico delegado de los Kirchner.

Ante el gran público, Alemán no tuvo la exposición de Ricardo Forster, Horacio González o el propio Laclau que fue el faro ideológico de Podemos en España. Así y todo, el psicoanalista y poeta -que es amigo y compartió escritos con el esloveno Slavoj Zizek- se volvió una referencia ineludible para Cristina.

Hablan seguido y la presidente lo invoca en otras conversaciones. De las charlas con Alemán, la ex presidenta tomó la categoría de "ciudadano" que usó para su frente (Unidad Ciudadana) y que desplegó en campaña cuando subió al escenario a "víctimas del ajuste".

Además de la subjetivación política, ya explorada por Laclau y otros pensadores, Aleman repite una tesis que suena mágica a oídos de Cristina y tiene una particular actualidad. El nuevo gurú K sostiene que el neoliberalismo desconecta el malestar de la usina que genera ese malestar: "Los sectores populares", dice, pueden sufrir un deterioro económico y social pero no atribuir ese deterioro al gobierno que toma las decisiones. Hila más fino y atribuye que eso explica por qué las medidas de un gobierno contra un sector social no necesariamente son castigadas en términos políticos (o electorales) por ese sector social.

Alemán -a quien entrevistaron en el diario Tiempo Argentino junto a Glenn Postolski y Daniel Rosso- lo explica desde la teoría freudiana del régimen sádico. "Un sujeto padece abusos" y "con el tiempo se da cuenta que él mismo sostenía y estaba implicado en esa relación. No era exclusivamente víctima, sino que él era un activo partícipe de ese abuso", dice y lo lee en clave política.

El factor ciudadano explica que Cristina se haya corrido de la campaña y la tesis de Alemán aporta el insumo para que la ex presidente haya repetido el llamado a que la gente vote en defensa propia.

Cristina repite el slogan de que dos de tres votaron contra el ajuste de Mauricio Macri pero, a la vez, protesta que su espacio es la única oposición explicita al Gobierno. Esto lo simplifica Máximo Kirchner que habla de Sergio Massa y Florencio Randazzo como "variantes del oficialismo" y dedicó al tigrense una analogía mordaz: "es la segunda marca de Cambiemos" y mencionó las mayonesas Hellman's y Fanacoa.

Alemán entiende, a diferencia de Laclau, que el populismo es necesariamente de izquierda y con otro enfoque parece dar una pista de lo que viene en la táctica K.

En la campaña de las PASO, la ex presidenta habló de economía en crisis, desempleo y empresas que cerraron, lo que el gurú K llama "narrar el infortunio". Pero eso no alcanza, sostiene Alemán, si no aparece un "nuevo deseo". Y sería difícil que Cristina exprese ese deseo social en silencio.

(Fuente Clarín)