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Quejas sobre la Justicia argentina: ¿y qué pasa en Uruguay?

Los argentinos nos cansamos de cuestionar a nuestras autoridades. El caso Lola Chomnalez demuestra que el país vecino no está mejor.

En la lista de reclamos que tiene que tiene el país, la justicia está cerca de encabezar el ranking. Innumerables casos policiales, políticos y de todo tipo hacen pensar que este valor es literalmente ciego, y no precisamente por su imparcialidad. La justicia es tan deficiente que hasta algunos podrían creer que los delitos impunes sólo pueden permanecer de esa manera aquí. Sin embargo, el caso de la Lola Luna Chomnalez demuestra que este flagelo no es exclusivo de Argentina, ya que el desempeño de la justicia uruguaya en el caso fue, cuando menos, desastroso.

La falta de recursos para resolver casos policiales en Barra de Valizas llevan a creer que los políticos de la zona ni siquiera tenían en cuenta que en el departamento de Rocha pueden suceder este tipo de hechos. Si bien la zona se considera parsimoniosa, completamente alejada de la vertiginosidad de las ciudades pobladas; la falta de sentido común resulta injustificable. Y los resultados de esta deficiencia en la previsión se ven reflejados en los resultados del crimen de Lola: un identikit vergonzoso y un desfile de inocentes por los juzgados de Rocha.

La zona, limitada en espacio y en vías de escape, parece la menos propicia para permitir que un asesino logre esfumarse en la nada. Lejos de mencionar este detalle, los medios de comunicación uruguayos se dedicaron a dejar en claro que "el crimen no afectó el turismo" en la región, sin dejar pasar la oportunidad para disparar contra los diarios y noticieros argentinos, que hasta entrevistaron a los "sospechosos" que buscaba la "justicia" uruguaya. ¿Cómo pudo escapar un hombre de una zona en donde todos son conocidos, pescadores, artesanos y veraneantes jóvenes?

"Es un hecho aislado, un tema de argentinos", dice El País que dijo un vecino de la zona. Dicen que dijeron, que la jueza dijo, que los investigadores dijeron. Así se desarrolla la comunicación entre las fuentes policiales en el caso, donde tanto las autoridades como los investigadores se contradicen y se echan la culpa unos a otros, mientras el asesino de una joven argentina de 15 años podría estar tomando sol en las tranquilas playas de Barra de Valizas, al tiempo que jóvenes turistas fuman marihuana a su alrededor.

Muchos habitantes del país vecino podrían pensar: "¿Pero este argentino no ve lo que pasa en su país?". Lamentablemente, sí; lo veo y lo sufro. Sin embargo, eso no quiere decir que los latinoamericanos debamos acostumbrarnos a la impunidad. Como se decía al principio de esta nota, los argentinos estamos cansados de que la justicia local no funcione. El punto es: no sólo sucede aquí. ¿Qué pasa en nuestra región?, ¿no puede hacerse nada contra la criminalidad?, ¿debemos bajar los brazos y resignarnos a pensar que cualquier barbaridad se puede perpetrar en la vía pública sin recibir ningún tipo de sanción?

Aquellos responsables de la Justicia (con mayúscula) deben darse cuenta de que las excusas no les sirven a las familias de las víctimas. Tanto Melina Romero en Argentina como Lola Chomnalez en Uruguay, por citar dos de los últimos casos más resonantes, merecen descansar en paz. Eso nunca será posible si nuestras autoridades no aplican el sentido común. Ese criterio sencillo que a todos los ciudadanos nos hace pensar que las cosas no están funcionando.