Quebracho amenaza incendiar Buenos Aires
Promesas de impunidad que no cumplió el kirchernismo hacen que el líder de la agrupación pueda ir preso pronto, y la respuesta de Fernando Esteche fue contundente: "Si voy en cana, Quebracho incendia Buenos Aires". Leé y entérate de la amenaza en ciernes.
Por Jorge D. Boimvaser
@boimvaser
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Fernando Esteche, líder de Quebracho, y Milagro Sala –Túpac Amaru- están casi en la misma situación procesal en diferentes juzgados. No pueden acumular más causas excarcelables, llegaron al límite de amonestaciones. Cualquiera de ellos escupe en el suelo y va preso. Así de gráfica y explícita es la situación judicial de ambos.
Pero entre la jujeña y Esteche hay una diferencia. Después de la denuncia del robo de las cámaras que hiciera la producción de Jorge Lanata, el gobierno nacional movió toda su parafernalia de recursos e influencias para que la justicia jujeña no tomara en cuenta el incidente y no hay causa procesal contra la militante jujeña. Sigue en libertad por obra y gracia del oficialismo.
Y ahora un poco de historia. Antes de descubrir que "billetera mata ideología", Andrés "Cuervo" Larroque era un furioso militante de "Quebracho". Esa parte de su currículum activista en la inclasificable y furibunda organización creada por la SIDE menemista allá por los 90, Larroque nunca la cuenta en público ni la escribe en su biografía.
Y su vínculo con Fernando Esteche seguía vivo hasta hace poco. En la última marcha que participó "Quebracho", frente a la Embajada de Israel antes del cese el fuego en Medio Oriente, sus militantes estaban tan pacíficos como niños de jardín de infantes que salen de gira. La policía misma se sorprendió que los más exaltados fueran los chicos de la "Scalabrini Ortiz" (una especie de La Cámpora versión infantil) quienes quisieron saltar las vallas de contención, mientras las huestes de Quebracho parecía una versión moderna de los hippies sesentistas, parecían decir "paz y amor" en vez de entonar sus emblemas piromaníacos habituales.
Pocos sabían la historia secreta que hasta entonces guardaban los referentes de "Quebracho" y el kircherismo, vía Andrés Larroque.
En uno de sus encuentros privados, Fernando Esteche le contó a Larroque que le estaban iniciando una causa nueva por disturbios y esas acciones violentas que tanto le agradan a Mr. Quebracho. Y le agregó que si esa causa prosperaba, la Justicia le sacaba tarjeta roja por acumulación de amarillas. O sea: iba preso sin más vueltas.
Sellaron un pacto. Larroque le prometió a Esteche mediar en la justicia e impedir que prospere dicha causa (como hicieron con Milagro Sala) y a cambio de ello le solicitó a Quebracho que depusiera "hasta nuevo aviso" sus presentaciones violentas en las causas en que se manifestase.
Todo venía bien cuando se trataba de hostilizar en Buenos Aires a Mauricio Macri, a Quebracho le venía joya luchar contra el PRO y al gobierno nacional le servía el desgaste.
¿Qué cambió entonces para que firmaran el acuerdo secreto? Algo simple, cualquier disturbio fuerte en la ciudad y entraba en acción Sergio Berni, a quien obviamente no le favorece una causa de represión por más motivos valederos que tuviera resguardar el orden público.
No sabemos si Berni lo pidió o no, pero lo cierto es que el acuerdo entre Esteche y Larroque existió bajo esas condiciones. El hombre fuerte de La Cámpora intercedía ante la justicia para que Esteche no fuera preso, a cambio de lo cual Quebracho hacía buena letra en público, como lo mostró en su marcha frente a la Embajada de Israel.
Pero la semana pasada, los abogados de Esteche tuvieron la sorpresa que la causa contra su defendido estaba en proceso de instrucción y nadie había operado para detenerla.
La pregunta del millón: Larroque, ¿no pudo evitarlo o no hizo nada por hacerlo? Tuvimos dos respuestas y como ninguna es totalmente segura transcribimos ambas. La primera nos dice que "el cuervo" envió un emisario con pocas ganas de intermediar para solicitarle al tribunal por la suerte de Esteche.
La segunda respuesta es algo más drástica. Se nos dice que ya nada es como antes en la relación gobierno-justicia. Lo que marcó la semana pasada la causa Clarín y ahora el tratamiento de la Corte Suprema por el bendito "per saltum", ya se veía venir (olor a gol, dirían los relatores de fútbol) y a Larroque lo ningunearon ya cansados los jueces de aprietes y pedidos constantes de favores.
Un viejo conocedor de los pasillos de Tribunales, un abogado de esos que se llaman "influyentes", nos lo dijo así: "En la época del menemismo, los vínculos con los jueces amigos estaban marcados por la anécdota famosa de la servilleta de Corach, ese papel inolvidable en el cuál el súper ministro de entonces le escribió a Domingo Cavallo los nombres de los magistrados amigos que cobraban dinero para hacer la vista gorda. El kirchnerismo se los quiso llevar por delante al estilo patotero, y los jueces ya se cansaron de ese mal trato. Si hoy tenemos que escribir un nombre en alguna servilleta, el único que cabe es Norberto Oyarbide. El resto no existe".
Esto fue lo que comprobaron los abogados del líder de Quebracho hace unos días y se lo dijeron a su defendido. Esteche le habló entonces al "Cuervo" Larroque y le dio un ultimátum drástico: "Si yo voy preso, Quebracho incendia Buenos Aires".
Ya los hombres fuertes del gobierno han tomado nota de la advertencia y se sabe que ésta gente sabe como prender fuego y volar objetivos.
No le llovieron saludos al "Cuervo" Larroque de parte del mismo gobierno. Ya se sabe que es un hombre difícil de contener, algo grosero que ya no le hace caso ni a las llamadas de Máximo Kirchner.
Claro, ¿qué culpa tiene el resto de los porteños de ese pacto secreto entre el jefe operativo de La Cámpora y el líder de Quebracho? Pregunta de un iluso, si las hay.