¿Qué hay de nuevo, viejo?
* Por Lalo Zanoni. Hay algo nuevo que causa furor en la Web: lo viejo. Las habrán visto esparcidas por todo el ciberespacio. Son fotografías que, gracias a aplicaciones que se instalan en el celular, en un segundo pasan por un filtro especial que las envejecen, dejándolas bien parecidas a aquellas antiguas imágenes Polaroid con colores, texturas y luces muy típicas de décadas pasadas.
Hay algo nuevo que causa furor en la Web: lo viejo. Las habrán visto esparcidas por todo el ciberespacio. Son fotografías que, gracias a aplicaciones que se instalan en el celular, en un segundo pasan por un filtro especial que las envejecen, dejándolas bien parecidas a aquellas antiguas imágenes Polaroid con colores, texturas y luces muy típicas de décadas pasadas.
La aplicación que a mediados del año pasado instaló esta moda digital como algo cool y trendy se llama Instagram, que, por ahora, sólo está disponible para los que usan el iPhone de Apple. Pero ya existen una docena similares e incluso mejores (Color, PicPlz, Fx Camera, Hipstamatic, Retro Camera, etc.) para Android (de Google) y otros sistemas operativos como el de BlackBerry. Salvo versiones más profesionales que se venden a unos pocos dólares, todas las demás app se bajan en segundos, son muy simples de usar y completamente gratuitas. Las aplicaciones son los nuevos objetos de deseo de las grandes marcas. Apple llegó a las 10 mil millones de descargas en enero en apenas dos años y medio, gracias a su imbatible tridente: iPhone, iPod Touch y iPad.
Los programitas de software, comentaba, sacan las fotos artísticas y del resto se ocupa la velocidad de la Web social. Millones de usuarios de todo el mundo usan Instagram y otras aplicaciones similares y desde el mismo celular suben y comparten sus fotos con el resto de la gente (conocidos o no) a través de sus cuentas de Facebook, Twitter, Flickr y Foursquare. El resto de los usuarios puede verla y votarla. Incluso, tu foto puede aparecer en la sección Popular del sitio y tener sus cinco minutos de fama. Allí, en la viralidad típica de las redes sociales, se encuentra uno de los principales motivos para entender el éxito de este tipo de fotos. Las cifras que dio a conocer Instagram son contundentes: 2 millones y medio de usuarios suben 350 mil nuevas fotos por día.
Otra de las claves del fenómeno tiene que ver con una cuestión que se aleja de la tecnología. La mayoría de los usuarios adultos desean constantemente que la Web los transporte otra vez al pasado, a las propias raíces de aquel tiempo que ya no existe, principalmente a los años 70 y 80, cuando Internet y los celulares sólo eran imaginación de la ciencia ficción. Para los que tenemos más de 30, el efecto anticuado de estas fotos y el bordecito blanco nos lleva sin escalas al pasado, a los recuerdos de nuestra infancia. Y ya es sabido que, activar esos resortes nostálgicos en los usuarios, casi siempre es garantía de éxito en la Web. Incluso las grandes marcas apelan constantemente al recurso de la nostalgia y lo retro a la hora de pensar sus campañas publicitarias. La lista de ejemplos es larga.
Por lo pronto, Pepsi, Sturbucks, Red Bull y Levis son algunas de las marcas que ya realizaron acciones de marketing junto a Instagram, estimulando a sus usuarios a subir y compartir sus imágenes en sitios especialmente creados para la ocasión.
Por otro lado, es cierto que las cámaras digitales son muy útiles y prácticas para inmortalizar cualquier momento. El aumento de las cifras de ventas lo demuestran año a año desde que aparecieron a fines de los años 90. Hoy hay impresionantes cámaras destinadas a los aficionados con funciones casi profesionales y a precios muy bajos. Pero también es cierto que hasta el momento ningún fabricante pudo resolver la cuestión de la calidez. Las fotos, casi siempre, salen muy duras, frías y producen distancia.
Pero el poder de los desarrolladores que suben sus aplicaciones y las hacen disponibles para todos, la viralidad de los blogs y las redes sociales y los últimos gritos de las tendencias y las modas, hicieron posible que volvamos a tener fotos como las de antes.
La aplicación que a mediados del año pasado instaló esta moda digital como algo cool y trendy se llama Instagram, que, por ahora, sólo está disponible para los que usan el iPhone de Apple. Pero ya existen una docena similares e incluso mejores (Color, PicPlz, Fx Camera, Hipstamatic, Retro Camera, etc.) para Android (de Google) y otros sistemas operativos como el de BlackBerry. Salvo versiones más profesionales que se venden a unos pocos dólares, todas las demás app se bajan en segundos, son muy simples de usar y completamente gratuitas. Las aplicaciones son los nuevos objetos de deseo de las grandes marcas. Apple llegó a las 10 mil millones de descargas en enero en apenas dos años y medio, gracias a su imbatible tridente: iPhone, iPod Touch y iPad.
Los programitas de software, comentaba, sacan las fotos artísticas y del resto se ocupa la velocidad de la Web social. Millones de usuarios de todo el mundo usan Instagram y otras aplicaciones similares y desde el mismo celular suben y comparten sus fotos con el resto de la gente (conocidos o no) a través de sus cuentas de Facebook, Twitter, Flickr y Foursquare. El resto de los usuarios puede verla y votarla. Incluso, tu foto puede aparecer en la sección Popular del sitio y tener sus cinco minutos de fama. Allí, en la viralidad típica de las redes sociales, se encuentra uno de los principales motivos para entender el éxito de este tipo de fotos. Las cifras que dio a conocer Instagram son contundentes: 2 millones y medio de usuarios suben 350 mil nuevas fotos por día.
Otra de las claves del fenómeno tiene que ver con una cuestión que se aleja de la tecnología. La mayoría de los usuarios adultos desean constantemente que la Web los transporte otra vez al pasado, a las propias raíces de aquel tiempo que ya no existe, principalmente a los años 70 y 80, cuando Internet y los celulares sólo eran imaginación de la ciencia ficción. Para los que tenemos más de 30, el efecto anticuado de estas fotos y el bordecito blanco nos lleva sin escalas al pasado, a los recuerdos de nuestra infancia. Y ya es sabido que, activar esos resortes nostálgicos en los usuarios, casi siempre es garantía de éxito en la Web. Incluso las grandes marcas apelan constantemente al recurso de la nostalgia y lo retro a la hora de pensar sus campañas publicitarias. La lista de ejemplos es larga.
Por lo pronto, Pepsi, Sturbucks, Red Bull y Levis son algunas de las marcas que ya realizaron acciones de marketing junto a Instagram, estimulando a sus usuarios a subir y compartir sus imágenes en sitios especialmente creados para la ocasión.
Por otro lado, es cierto que las cámaras digitales son muy útiles y prácticas para inmortalizar cualquier momento. El aumento de las cifras de ventas lo demuestran año a año desde que aparecieron a fines de los años 90. Hoy hay impresionantes cámaras destinadas a los aficionados con funciones casi profesionales y a precios muy bajos. Pero también es cierto que hasta el momento ningún fabricante pudo resolver la cuestión de la calidez. Las fotos, casi siempre, salen muy duras, frías y producen distancia.
Pero el poder de los desarrolladores que suben sus aplicaciones y las hacen disponibles para todos, la viralidad de los blogs y las redes sociales y los últimos gritos de las tendencias y las modas, hicieron posible que volvamos a tener fotos como las de antes.