¿Qué futuro le puede esperar al dólar?
*Por Felipe De La Balze. El dólar no enfrenta competidores de talla en el sistema monetario mundial. Lo amenaza Washington, no Pekín.
El ascenso de China y otros países emergentes suma dudas respecto del dólar. Su primacía está íntimamente relacionada con la hegemonía norteamericana posterior a la Segunda Guerra Mundial. El fracaso y la postergación de las negociaciones comerciales multilaterales (la Ronda Doha), la crisis de legitimidad del FMI y la creación del G20 revelan una nueva distribución internacional del poder.
También surgen preocupaciones en la Argentina.
Durante las últimas décadas hemos debilitado al peso y transformado al dólar en "unidad de cuenta" y "reserva de valor" para numerosas transacciones privadas y públicas.
Una debacle del dólar produciría graves trastornos y obligaría a la sociedad argentina a modificar prácticas enraizadas en la cultura económica local.
Sin embargo, pese a los trastornos que enfrenta la economía norteamericana, el dólar sigue manteniendo su preeminencia.
Más del 65% del comercio mundial de bienes y servicios se realiza en dólares y se estima que casi el 65% de las reservas internacionales de los países se mantienen en dicha moneda.
Los mercados financieros y de materia primas más importantes – entre otros Nueva York, Chicago y Londres- funcionan alrededor del dólar. Estos datos no variaron durante los últimos tres años.
Cierto, el euro , la moneda común creada en 1999, ganó terreno en detrimento del dólar. Pero su participación en la economía mundial es limitada (aproximadamente 22% de las reservas totales mundiales) y no alcanza la masa crítica necesaria para reemplazar al dólar en el comercio y las finanzas mundiales. Además, la propagación de la crisis financiera mundial a varios países europeos durante 2010 (Grecia, Irlanda y Portugal) y la fragilidad de las finanzas públicas en otros (Bélgica, España e Italia) impidieron que el euro aprovechara la crisis y ganara terreno.
El yen japonés incrementó su participación en el sistema monetario internacional durante las décadas de 1980 y 1990. Pero el estancamiento económico y la profunda crisis bancaria posterior limitaron el uso del yen a los mercados regionales asiáticos.
Las demás monedas internacionales, como el franco suizo, la libra esterlina, el dólar canadiense, el dólar australiano, no tienen los atributos necesarios para transformarse en moneda de reserva . El reducido tamaño de sus economías, su baja participación relativa en el comercio mundial y la dimensión acotada de sus mercados monetarios y de bonos limitan su uso como moneda de reserva internacional.
El oro , cuyo precio aumentó considerablemente durante los últimos años, tampoco es una amenaza. El oro es un activo monetario alternativo que protege de la inflación. Pero intrínsecamente, no ofrece la liquidez y el acceso a un mercado de activos monetarios y bonos que lo transformen en un directo competidor del dólar en sus usos comerciales y/o financieros.
Otro competidor son los derechos especiales de giro . Creados en 1969, representan un intento de los gobiernos por emitir un activo monetario de reserva con características internacionales. Son emitidos por el FMI y conformados contablemente por una canasta de cuatro monedas (el dólar, el euro, el yen y la libra esterlina). Se trata de una unidad de cuenta más que de una moneda. Su uso internacional está restringido a operaciones entre Bancos Centrales.
Finalmente, está la moneda china . De la mano de su formidable crecimiento económico, muchos suponen que el yuan se transformará rápidamente en una moneda de reserva internacional . En teoría, una economía grande y de alto crecimiento debería atraer al resto del mundo a utilizar su moneda. Fue así como el dólar reemplazó gradualmente a la libra esterlina (que había sido la moneda de reserva internacional durante el siglo XIX) y tomó su lugar entre 1914 y 1950.
El yuan no es convertible y sus mercados monetarios y de bonos están poco desarrollados . La estabilidad de su sistema político genera inquietud en los potenciales usuarios de su moneda.
El proceso de consolidación del yuan tomará tiempo.
Seremos testigos en las próximas décadas de una gradual internacionalización de las monedas de los países emergentes más importantes. Dichos países replicarán la experiencia de Japón, Corea y de las economías de Europa Occidental, que eliminaron paulatinamente los controles de capitales que restringían la libre convertibilidad de sus monedas entre 1955 y 1985.
El sistema monetario internacional, en contra de todos los pronósticos, se está deslizando hacia un modelo multipolar donde el dólar (que mantendrá su rol de "primus inter pares"), convivirá con el euro, el yen, otras monedas convertibles de los países avanzados y las monedas de los países emergentes más grandes y sólidos.
Los EE.UU. intentarán proteger al dólar . Su primacía los beneficia: se ahorran el costo de cambio (en el que incurren los tenedores de otras monedas cuando participan del comercio o la inversión transfronteriza), se endeudan a tasas más baratas (pues otros países quieren comprar títulos en dólares por su gran liquidez) y obtienen ganancias de "señoraje" (cuando otros actores privados y gubernamentales deciden acumular dólares billetes como medio de reserva y liquidez). Los servicios internacionales que brindan sus mercados financieros representan una contribución importante a su PBI.
El dólar no enfrenta competidores de talla en el sistema monetario mundial .
Las amenazas son internas: están en Washington, no en Pekín.
La clave está en la capacidad de los EE.UU. para equilibrar sus cuentas públicas y fortalecer su competitividad internacional.