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¿Qué es ser de clase media en Argentina hoy? la casa propia, el auto y los viajes quedaron en el pasado

Por la crisis económica los salarios cada año se devalúan más. En 2005 con un salario formal se compraban 5 canastas básicas totales, en los '90, 6 y en 2022 sólo 4.


Debido a la crisis ecomómica formada por una aceleración de la inflación y la devaluación de la moneda local, la clase media argentina cada vez está más empobrecida y ya no puede acceder a las aspiraciones o a los consumos que marcaron históricamente su pertenencia: la vivienda, el automóvil y los viajes. 

¿Qué es hoy ser de clase media en la Argentina? ¿Cuáles son los ingresos y consumos que la definen?

“La clase media se asumen como una clase media empobrecida, donde hay que elegir qué recortar, una elección que empieza a operar en la escasez. ¿Qué quiere la clase media? Seguir siendo clase media. La aspiración de máxima es no perder lo que tiene. La de mínima, perder lo menos posible. Es una clase media que se siente bajo amenaza y está a la defensiva”, dice el especialista en consumo Guillermo Oliveto, de la consultora W.

Según los datos del Indec, la canasta básica, el valor de la Canasta Básica Total para un hogar de cuatro integrantes es de $104.216,80. Es lo que se requiere para no ser considerado pobre, en tanto para la consultora W, del total de la población un 17% pertenece a la clase media alta (C2) con ingresos promedio por hogar de $300.000 y un piso de $250.000; y un 28% a la clase media baja, con ingresos promedio de $150.000 y un piso de 120.000 pesos.

Solo un 5% pertenece a la clase alta (con ingresos promedio de $800.000 por mes y un piso de $450.000). El resto, está en los estratos más bajos, por debajo de la línea de pobreza. “La aceleración de la tasa de inflación desplaza a la población desde la clase media a estratos inferiores. Más en un contexto de desaceleración económica. Si bien los ajustes en los salarios se están realizando de forma más difundida con una frecuencia semestral, la fuerte velocidad que alcanza la inflación hace que el poder adquisitivo pierda espacio de forma permanente. La rigidez de los salarios implica necesariamente una caída real del poder adquisitivo”, destacó el economista Pablo Besmedrisnik, director de VDC Consultora.

En este marco, todos pierden, pero fundamentalmente los trabajadores que están en sindicatos menos fuertes, los empleados fuera de convenio y los trabajadores no registrados, que representan aproximadamente la tercera parte del mercado de asalariados. “El rezago en el ajuste salarial es particularmente más importante cuando además de la presión inflacionaria hay indicios recesivos, y cae la capacidad de negociación de los trabajadores”, dijo Besmedrisnik

¿Cómo se adapta? ¿Cómo sobrevive la clase media a este recorte en sus ingresos?

Para Guillermo Oliveto, la movilidad descendente de la clase media tiene un arrastre desde finales de los 90 y con la crisis de 2001-2002. “Hablamos de gente que estaba en lo que hoy definimos como clase media alta y cayó y no se pudo volver a recuperar y pasó a una clase media baja que hoy es la mayoritaria, con 28% de hogares contra 17%, que viven en la restricción y tiene una gran tensión entre lo que quiere y lo que puede”, señaló.

“A eso hay que sumar la pandemia con la cuarentena, donde mucha clase media baja perdió capital y tuvo que vender o dólares o bienes, y luego el nuevo salto inflacionario con una precariedad laboral creciente. Con gente que tiene trabajo pero que les cuesta seguir a la inflación. Todos nos empobrecimos en dólares pero hay mucho menos resto entonces para esa clase media baja. La gran “trilogía del gran deseo”, comprar una casa, un auto 0 km o irte de viaje al exterior, como proyecto cada vez le queda más lejos, más utópico”, agregó el especialista.

Según describió, esta situación genera frustración, desgano y tensión pero, al mismo tiempo, la clase media busca consumos de corto plazo. “Comprar bienestar, sentirse bien un rato, ir al teatro, a un recital, salir a comer una pizza. Este es un fenómeno de la pospandemia, la clase media tratando de sanar y sanar. Pero, atención, porque eso era con una inflación a 60%. Con la presunción de una inflación al 90%, en el segundo semestre, con medidas que tiene componentes de ajuste, va a haber más perdida de poder adquisitivo”, agregó Oliveto.

La casa y el auto, inaccesibles

Hay dos bienes que definen históricamente el estatus de la clase media: la vivienda y el vehículo. Hoy son un lujo para las personas que por ingresos aun están dentro de ese segmento de la pirámide social.

“El mercado inmobiliario es inaccesible para la adquisición: no hay oferta de metros a precios accesibles para la clase media y no existe el crédito hipotecario disponible. Hoy se necesitan alrededor de cuatro sueldos promedio para comprar tan solo un metro cuadrado de vivienda en un barrio estándar de la ciudad de Buenos Aires. También el mercado de alquileres está fuertemente restringido, con mucha oferta fuera del mercado. Necesariamente la clase media tiene que conformarse con vivir en condiciones habitacionales inferiores a las históricamente verificadas, y el costoso alquiler termina golpeando con fuerza a la capacidad de compra de otros bienes necesarios”, detalló Besmedrisnik.

También hoy es muy difícil acceder a un vehículo: se requieren 19 salarios promedios para poder adquirir un vehículo, casi el doble que cinco años atrás. Pero con un agravante: la falta de disponibilidad de autos 0 kilómetro presiona al alza el precio de los usados, advirtió el economista.

Hay un indicador que permite aproximarse a la forma en que la población se va alejando de los estándares de clase media y es el cociente entre el salario promedio de la economía formal y la canasta básica total. En 2022 con un salario formal promedio se pueden comprar cuatro canastas básicas totales, mientras que en el 2005 se podían comprar cinco y en plena década de 1990 seis.

“Los ingresos básicos e iniciales de los trabajadores de muchos sectores tradicionales y consolidados de la Argentina, que en otros tiempos componían el núcleo de la clase media, hoy tienen dificultades para afrontar el pago de la canasta básica total para una familia de cuatro personas y por lo tanto son considerados pobres”, agregó Pablo Besmedrisnik.

Subsidios, consumo y nuevos hábitos

“Cuando hablamos de clases sociales, además de la condiciones objetivas, la pertenencia a una clase social es una forma de identidad subjetiva a la que las personas adhieren, y que en general, el capital cultural sobrevive a la pérdida del capital económico. Nuestro país se ha caracterizado por tener una proporción mayor de clase media en relación a otros países de la región, con educación gratuita, con la Universidad de Buenos Aires entre las mejores del mundo, también una salud pública que atrae a personas de otros países. Otras características que han definido a la clase media es la oferta de eventos culturales gratuitos o accesibles, y el haber podido lograr durante algunas generaciones, la conocida movilidad social ascendente que hoy se pone en duda”, dijo a Infobae Mariela Mociulsky, CEO de Trendsity.

“La salud, el trabajo, la educación, la seguridad, son las preocupaciones transversales para la clase media que pueden significar resignaciones muy dolorosas. Cambiar a los hijos de colegio, resignar un plan de salud o retroceder en algunos beneficios, el no poder acceder a la vivienda propia. El imaginario de clase media también encuentra en las marcas elementos que configuran su identidad y en los momentos críticos donde se recurre a cambios a marcas propias, compra de productos sueltos”, agregó Mociulsky.

Para la especialista existe una creencia en la capacidad “de cintura” para resolver y resurgir después de los imprevistos y de las crisis como valor local, pero hoy se acumula cansancio por tener que sobrevivir y tener la mirada tan depositada en el día a día. Entre los cambios en los consumidores destacó dos ideas: el consumo como “ahorro” (frente a la dificultad de adquirir bienes durables y acceder al crédito) y posibilidad de experimentación como compensación frente a la dificultad de planificar (los jóvenes que prefieren viajar y “acumular vida”, antes que vivir privaciones para intentar acceder a un crédito para un primer hogar).

Este año, con la implementación de un registro oficial para mantener los subsidios a la energía, muchos usuarios de clase media baja y alta (con ingresos por hogar menores a $365.000) completaron sus datos para seguir accediendo al aporte estatal en las facturas de gas y electricidad. Para la clase media argentina, acceder a este subsidio no es una situación vergonzante.

“Venimos de una cultura de subsidios de 20 años, donde la luz, el agua y el gas casi no se paga. Eso queda, se impregna. La clase media dice ‘ya perdí un montón, todo lo que pueda zafar lo voy a zafar’. Es una clase muy hábil que un entorno de degradación que viene de años atrás, trata de abrazarse lo más que pueda a todos aquellos consumos que le sigan brindando pertenencia. Agarra todo lo que le da el Estado, Ahora12, Precios Cuidados, subsidios, Previaje, moratorias, todos los vericuetos legales. Considera que lo inteligente es sacar al sistema todo lo que pueden porque el sistema les saca todo el tiempo”, dijo Oliveto.

Para la segunda parte del año, el director de W estimó que habrá una caída en el consumo por varios motivos: alta inflación, suba de tasas de interés, aumento de tarifas y una base de comparación alta con respecto al mismo período del año pasado.

“La gente viene de bajar mucho la vara porque pasó por una situación espantosa que fue todo el sufrimiento emocional de la pandemia. Obviamente la segunda parte va a ser más difícil que la primera. En lo personal la gente esta con un poco más de luz; en lo colectivo, la mirada sobre el país lo único que se ve es oscuridad. Está muy disociada una cosa de la otra. Tratar de pasarla bien en lo personal a pesar del país”, concluyó Guillermo Oliveto.

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