¿Qué es hoy el Estado Islámico?
Aunque pierde con rapidez territorios de su llamado 'califato', su ideología ha ganado adeptos y se mantiene, firme, inoculada en una legión de jóvenes.
En el verano de 2014, el clérigo musulmán Abu Bakr al-Baghdadi, el líder del Estado Islámico (también conocido como ISIS, EI, Daesh) proclamó desde Mosul (Irak) el nacimiento del califato, un protoestado nacido del yihadismo con ambiciones territoriales en Siria e Irak, con estructuras de gobierno, fuentes propias de financiación y, también, cierto apoyo popular.
Fue aquel el momento de máximo apogeo del ISIS, el grupo que arrebató a la Al Qaeda de Osama Bin Laden el papel de grupo islamista por excelencia en los miedos del mundo. Su objetivo no era tanto la yihad internacional como el establecimiento de una estructura suní, estable, con administración, instituciones y organigrama -con gobierno, con jueces, con funcionarios...- y fondos -contrabando de petróleo, impuestos, ayudas extranjeras, tráfico de armas o arte...-, desde el que reclamar su particular liderazgo del Islam. Se ha convertido a la larga en una franquicia del terrorismo islámico en todo el mundo.
Sus miembros son yihadistas que tienen una interpretación extremista de la rama sunita del islam y creen que ellos son los únicos creyentes reales. Su visión del resto del planeta está basada en el hecho de que los no creyentes quieren destruir su religión, justificando de esa forma sus ataques contra otros musulmanes y no musulmanes. Las decapitaciones, crucifixiones y asesinatos en masa han sido utilizados para atemorizar a sus enemigos.
¿CÓMO NACIÓ?
Los orígenes del Daesh se remontan al año 2002, cuando el jordano (ya fallecido) Abu Musab al-Zarqawi creó el grupo radical Tawhid wa al-Jihad. Un año después de la invasión liderada por EEUU en Irak, Zarqawi juró lealtad al famoso líder de Al Qaeda, Osama bin Laden, y fundó una versión local, Al Qaeda en Irak, que se convirtió en la mayor fuerza insurgente durante los años de la ocupación estadounidense.
Tras la muerte de Zarqawi en 2006, Al Qaeda creó una organización alternativa que fue llamada Estado Islámico de Irak (ISI, por sus siglas en inglés), liderada a partir del 2010 por Abu Bakr al-Baghdadi, un carnicero que en el 2013 se unió a la rebelión contra el presidente sirio Bashar al Asad, junto al Frente Al Nusra.
Fue en abril de ese año cuando Al-Baghdadi anunció la fusión de las milicias en Irak y Siria y las bautizó como Estado Islámico de Irak y el Levante (ISIS, por sus siglas en inglés), una decisión que fue rechazada por el Frente Al Nusra, que se mantuvo oficialmente como filial de Al Qaeda en Siria e Irak. Ahí llegó la separación definitiva entre dos ramas que partieron del mismo tronco.
¿QUÉ FORTALEZAS Y DEBILIDADES TIENE?
El ISIS ha tenido años de atentados muy exitosos para su causa, de miles de voluntarios reclutados sobre todo entre los descontentos de la vieja Europa, de secuestros, de propaganda inteligente -y exhibicionista, y sangrienta y con estética de videoclip- y mensajes difundidos en redes sociales. Años de gloria fanática. Varias inteligencias occidentales como la norteamericana y la británica calculan que son más de 10 los millones de personas que han estado sometidas al Daesh en este tiempo de gloria.
Eso era así hasta ahora. Ideológicamente, el Estado Islámico sigue fuerte, mucho, y su poder amenazante no mengua, pero territorialmente es otro cantar. La presión doble, simultánea, sobre sus posesiones en Siria e Irak ha acabado estrangulando sus posesiones. Recientemente ha perdido Mosul, su principal baluarte iraquí, y ya no queda en pie ni la mezquita en la que Al-Baghdadi pronunció aquel discurso histórico. De hecho, si nos creemos a fuentes como el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, ni el propio líder del grupo terrorista sigue vivo.
Su otro gran bastión en zona urbana, Raqqa, en suelo sirio, está a punto de caer desde hace meses, aunque no acaba de hacerlo. Desde el pasado 6 de junio, las Fuerzas de Siria Democrática (FSD) -una alianza armada encabezada por milicias kurdas y a la que apoya una coalición internacional liderada por EEUU sobre el terreno- llevan a cabo el asalto final a dicha población.
¿DÓNDE ESTÁ AHORA?
Si en Mosul ya no, si en Raqqa ya no, el EI ha decidido esconderse y resguardarse en la zona de Deir Ezzor, en Siria, donde aún domina importantes porciones de terreno. Concretamente, ha instalado su nuevo cuartel general en Al Mayadin, una localidad a las orillas del río Éufrates a unos 175 kilómetros al sudeste de Raqqa y que contaba con una población de más de 44.000 personas (datos de 2004).
La elección de Al Mayadin tiene dos explicaciones esenciales. La primera es que está cerca de yacimientos de petróleo, de los que se nutre su contrabando de combustible, que compran empresas turcas, chinas y rusas, pero también comerciantes locales; se calcula que el ISIS ha ingresado entre 365 y 995 millones de dólares por este concepto en los mejores años. La segunda, que es avanzadilla de una lengua de tierra que se introduce en Irak, más fácil de controlar por guerrillas islamistas que por un ejército regular, en la que ya tienen una estructura importante y se mantiene aún fuerte.
Hasta allí se ha llevado el ISIS lo más importante: sus milicianos, sus jefes, las armas y el centro de reclutamiento y propaganda -también por internet, esencial-. Y no lo ha hecho de forma atropellada, sino que las vio venir y desde el verano de 2016 ya ha estado trasladando poco a poco a su personal (familias incluidas) e incluso ha estado cobrando todas las deudas posibles para tener liquidez inmediata, indica el International Center for the Study of Violent Extremism, como destaca El Periódico. Todo, concentrado entre Al Mayadin y aldeas próximas, en la ribera.
Tanto el Gobierno de Bachar el Assad y sus aliados rusos como la coalición internacional contra el ISIS han identificado esta ciudad como la nueva clave y han intensificado los ataques en Al Mayadin; hasta misiles iraníes la golpearon el pasado mes.
En Raqqa, además, aún queda un pequeño reducto, a punto de caer. Las Fuerzas Democráticas Sirias llevan peleando allí desde noviembre, con la ayuda ya citada de la coalición internacional que comanda Washington. Desde junio el cerco se ha estrechado sobre la ciudad vieja, aunque medios de EEUU sostienen que el Daesh aún tiene unos 2.500 milicianos dentro de ella, difíciles de perseguir en la red de pasillos, túneles y vericuetos creados en estos años y que deben estar minados de peligros.
Su derrota en Mosul no es su derrota en el país, en Irak, y en su pasillo con Siria. Es verdad que se ha quedado sin grandes núcleos urbanos, con lo que ello supone de población -a la que exprimir, a la que usar de escudos humanos-, de infraestructuras y recursos, pero sigue teniendo el desierto, en el que tan bien se sabe mover.
El ISIS perdió Ramadi y Faluya, un golpe que se entendió como el inicio real de su desgracia en Irak, pero hoy aún manda en la provincia de Al Anbar, Hawija o Tal Afar, sostiene el gobierno norteamericano de Donald Trump. Esta última ciudad se encuentra a media hora en coche de Mosul y se ha convertido, según su Inteligencia, en el nuevo iraquí de los islamistas, por lo que está siendo sistemáticamente asediada por fuerzas de seguridad del Gobierno de Bagdad y por milicias chiíes.
EL FUTURO
El ISIS tiene una doble naturaleza: territorio e ideología. Una batalla perdida o "en fase de", y la otra ganada, pura angustia para el mundo musulmán y para Occidente, especialmente. Eso no cambia.
Ha sufrido dos reveses importantes, así que logrará menos dinero y, posiblemente, tenga menos capacidad de atraer adeptos, porque se hará de menos recursos y el mito del califato ya no brilla tanto, encogido como está. Sin embargo, su estructura internacional y los mandos que aún queden son garantía de que volverán a intentar volver por sus fueros.
Si el Estado Islámico no tiene baluartes o feudos, se concentrará en poblaciones más pequeñas y tratará de mantener vivos los canales de comunicación, para mantener unida a su gente. Su nuevo mapa aparece como un queso agujereado, taifas aisladas o con menor continuidad territorial, lejos de entornos urbanos, en las que no funcionarán bien sus estructuras de y donde lo lógico es regresar a la guerra de guerrillas, a la insurgencia, a los ataques sorpresa y los atentados.
Gobernar ya es mucho más complicado. Su deseo, coinciden los analistas, será seguir creando el caos en Siria e Irak principalmente, pero tendrá que hacerlo con los métodos de ataque con los que realmente comenzó y que tan bien conoce y aliándose, si es posible, con otros grupos armados o con señores de la guerra.
El Estado Islámico, añade el diario norteamericano, ha "compensado parcialmente" sus pérdidas en Oriente Medio con nuevas conexiones y seguidores en países como Yemen, Libia, Egipto, Afganistán, Nigeria, Filipinas y, obviamente, sus ramificaciones de células o colaboradores en Europa. "Se cree que entre fines de 2014 y mediados de 2016, entre 100 y 250 extranjeros ingresaron a Europa por motivaciones ideológicas conectadas con el grupo", concluye el NYT.
La posibilidad de recurrir a individuos radicalizados como podrían ser los que han atacado en Barcelona, que no forman células muy bien armadas, parece un camino sencillo y aterrador de actuar. El ISIS contará con chicos que ni siquiera han viajado a Siria o Irak, que no han recibido formación ni entrenamiento, que son casi indetectables por no tener antecedentes ni movimientos extraños y cuyo entorno puede estar normalizado. Es verdad que carecen de conocimientos de armas o de explosivos, pero como se ha demostrado en la Ciudad Condal, con un volantazo también se mata, sobre todo si se atacan "objetivos blandos" como grandes masas de ciudadanos.
Terrorismo del llamado lowcost, sin órdenes directas ni líderes, pero que es efectivo, siega vidas y genera un clima de terror que es un triunfo, pese a las pérdidas territoriales del Estado Islámico.
(Fuente: The Huffington Post)