Qué dice el informe psicológico de Rodrigo Eguillor que ordenó la Justicia
El joven acusado de abuso sexual en dos ocasiones distintas fueron analizados.
En su fallo para denegar la excarcelación de Rodrigo Eguillor por el presunto delito de abusar a una joven en un departamento de San Telmo a mediados de noviembre pasado, la sala de feria de la Cámara Criminal y Correccional porteña integrada por los jueces Mariano Scotto, Julio Lucini y Juan Cicciaro hizo una suerte de valoración global para fundamentar su decisión.
La Sala recordó, por ejemplo, que Eguillor, hoy defendido por un abogado oficial, enfrentará un juicio por otro caso de abuso simple, ocurrido en 2016 en el estacionamiento del Casino de Buenos Aires en Puerto Madero, cuando supuestamente le mostró el pene a una trabajadora del lugar.
También, consideró en sus cálculos la hostilidad que exhibió al ser detenido por primera vez en la UFI de Monte Grande luego de faltarle el respeto a los fiscales que investigaban una denuncia por hostigamiento en su contra hecha por la primera joven que difundió los escraches en su contra en Instagram y otras redes.
La sala, también, ponderó como negativo el informe enviado por el Cuerpo Médico Forense, el resultado de un análisis hecho a Eguillor por un psicólogo.
"Apariencia despreocupada por los procesos en los que se encuentra involucrado" y "tendencia a la actuación, con baja tolerancia a la frustración´ y desestimación de las figuras de autoridad", explicó la pericia.
El párrafo, breve, aporta luz en otro sentido. Una serie de rumores esparcidos a lo largo de Tribunales el mes pasado indicaban que Eguillor había sido diagnosticado con un desorden psiquiátrico en algún punto de su adolescencia; fuentes cercanas a la investigación encabezada por el Juzgado Nº48 de Carlos Bruniard, que instruye la causa por el hecho de abuso en noviembre en San Telmo, los desestimaban. Otra fuente que conoce los detalles de su encierro en el pabellón de ofensores sexuales también asegura que el joven acusado de abuso "psiquiátrico no es".
Hoy, su locuacidad y su rebeldía que chocaron con las autoridades y los usuarios de redes sociales se convirtieron en otra cosa. Eguillor se encontró rápidamente con la realidad de estar preso. Pasó a negarse ser esposado en la alcaidía de Tribunales a quedarse callado en una celda individual y exhibir una "tendencia al bajón anímico", según fuentes cercanas a él. Cerca de su encierro no hablan de peleas o de conflictos con penitenciarios o detenidos.