Psicosis, salidas justificadas y encuentros virtuales: cómo es la vida de los argentinos en Italia aislados por el coronavirus
Los argentinos cuentan cómo es vivir encerrados, con prohibiciones y con todas las ciudades cerradas. El país europeo es uno de los más afectados por la enfermedad.
La situación por la propagación del coronavirus COVID-19 es dramática y a la OMS declaró la pandemia. Uno de los países más afectados es Italia, donde hasta el momento se contabilizaron 800 muertos y más de 12 mil infectados. Para tratar de frenar el contagio, las autoridades locales implementaron una serie de medidas en torno a la salud, como la restricción de la circulación por las calles y el aislamiento. En el medio de esta psicosis, los argentinos que residen allí debieron cambiar sus hábitos y tomar los recaudos necesarios para no correr riesgos.
Virginia Priano, es argentina y trabaja en la fundación Scholas. Hace dos meses su marido fue destinado en Milán por temas laborales, y poco después se desató la pandemia e Italia se convirtió en uno de los países más afectados. “Hace tres semanas que mi esposo está haciendo todas sus tareas desde casa. Mis viajes habituales a Roma fueron suspendidos. Hace días que convivimos 24/7 porque no podemos estar en la calle. No hay rutina porque estamos encerrados”.
No se ve gente caminando, mucho menos turistas. Las autoridades utilizan todo tipo de herramientas para minimizar la expansión del brote en el país europeo. Para poder salir del hogar es necesario justificarlo con un formulario. “Hay que tenerlo encima si vas al súper o la farmacia porque hay controles por todas partes”.
“Emergencia coronavirus”, suena en el altavoz de un auto de la Policía que patrulla por un barrio de la ciudad. “Nosotros no lo vimos, pero sinceramente no me muevo de mi cuadra”, confiesa la argentina.
Lo único que permanece aún en funcionamiento son los supermercados, las farmacias, las estaciones de servicio (que es de auto abastecimiento) y las tabaquerías, aunque con un protocolo estricto. “En mi cuadra sólo dejan ingresar de a cinco personas en cada local y hay que mantener un metro de distancia”, explica Priano.
Además, las escuelas y las clases están suspendidas hasta abril. Los restaurantes, shoppings y bares, que hasta hace unos días cerraban a partir de las seis de la tarde, ahora ya no abren. El transporte público sigue funcionando como tranvías, subtes y colectivos pero no hay pasajeros.
Por otra parte, nadie puede dejar Milán para viajar a una zona menos afectada porque está prohibido emigrar a otros estados. “Si nos vamos a otro país, ya no hay casi vuelos y corremos el riesgo que no nos reciban. Es mejor quedarse en casa”, destaca la argentina.
A 15 kilómetros de Venecia, está Brian Ormson, jugador de rugby profesional del club Mogliano quien se instaló en Italia hace cuatro años. “Me mudé a Trevido hace 6 años por mi carrera. Todo funcionaba con normalidad, pero el viernes suspendieron el entrenamiento y ese mismo día Comité Olímpico Nacional Italiano confirmó que se suspendían las fechas hasta abril”, le cuenta a Infobae.
Inactivo por tiempo indeterminado, se refugia en su casa junto a su mujer e hija de un año y medio. “Hay que entretenerla porque no podemos salir a pasear. Por suerte nos tocó buen clima y podemos estar en el jardín y hacer asados. Sólo salgo para ir a la carnicería”.
Algo similar ocurre en la pequeña ciudad Reggio Emilia. Clarisa Calvelo, que es personal trainer postural, comparte su preocupación con Infobae. “Hace una semana la circulación se volvió más restrictiva, es duro por la incertidumbre que genera no saber hasta cuándo”.
Clavelo está casada con un italiano y tiene dos hijas que nacieron en el país. “Las clases se suspendieron el 24 de febrero y reabrirán el 2 de abril. Las chicas estudian en casa, hacen la tareas, los exámenes y complementan la formación con tutoriales de Youtube”.
La región, que siempre fue “bastante tranquila”, según cuenta Calvelo hora quedó desierta. “Uno extraña lo que era normal. Hay que adaptarse a las nuevas medidas, no saludarse con nadie, no entrar en contacto, si nos cruzamos con otra persona mantener más de un metro de distancia...”.
En cuanto al estado de ánimo por la inactividad, destaca que entre su allegados “hay cierta tristeza, pero tratan de estar calmos respetando las prevenciones. La parte psicoemotiva y económica es dura, pero nos apoyamos entre todos y hacemos videollamadas para pasar el rato y levantar el ánimo”, agrega.
A esta situación de aislamiento extremo le encuentra un lado positivo. “Estamos los cuatro juntos y recuperé el día a día en familia, tenemos largas charlas, jugamos, pasamos el rato".
En paralelo, Lucrezia Rigano, un joven italiana que vivió siete años en Buenos Aires y su familia aún reside en la Argentina, como amante de la cocina creó una cuenta en Instagram que llamó quarentinefoods. “Los italianos estamos orgullosos de nuestra comida, como no podemos juntarnos a comer lo hacemos virtualmente. La idea es promover la responsabilidad social y refugiarse en el hogar. La cocina es un lindo pasatiempo y es para compartir. Empecé a publicar recetas y se sumó mucha gente, inclusive de otros países como Francia e Inglaterra".
Rigano hace home office desde finales de febrero: “Dejé de tener contacto cara a cara con mis amigos, convivo con uno pero respetamos el pacto de no ver a nadie más. Es triste salir a las calles de Milán y ver cómo la gente se cruza de vereda para mantener la distancia, el ánimo no es mejor". Con su familia viviendo en Buenos Aires, desea que esta situación crítica no llegue a la Argentina: “Es importante respetar las indicaciones de las autoridades, así todo se termina de una vez”.
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