Pronósticos fallidos
* Por Adrián Gerber. Cristina no se va a presentar", "la candidata será Alicia Kirchner", "el gobierno va a suspender las elecciones primarias", "el modelo kirchnerista está agotado", "TN va a desaparecer", "Argentina entrará en recesión"...
"Cristina no se va a presentar", "la candidata será Alicia Kirchner", "el gobierno va a suspender las elecciones primarias", "el modelo kirchnerista está agotado", "TN va a desaparecer", "Argentina entrará en recesión", "la desocupación trepará en 2011 al 11 por ciento", "si se paga la deuda con reservas del Banco Central el país entrará en el infierno". La catarata de pronósticos fallidos que vienen lanzando los dirigentes opositores, amplificada y reforzada por grandes medios nacionales, se terminó haciendo añicos el domingo pasado.
La reina de las profecías apocalípticas, Elisa Carrió, había dicho que Cristina no iba a presentarse a la reelección porque "no se animará a enfrentar la posibilidad de una derrota". Y también alertó a principios de este año que pagar con las reservas la deuda externa "llevará la inflación al 50 por ciento". Entre tantas predicciones fallidas, lo que nunca pudo profetizar la líder de la Coalición Cívica es que su fuerza en sólo cuatro años perdería casi todo su caudal electoral (en las presidenciales del 2007 salió segunda con el 23 por ciento; anteayer sólo consiguió el 3 por ciento). Es una lástima la autodestrucción de este espacio político, fundamentalmente por los excelentes dirigentes que tiene al menos en Rosario, entre ellos Carlos Comi y Pablo Javkin (impulsor en Santa Fe del elogiado sistema de boleta única).
Duhalde es otro de los candidatos que acumula profecías nunca cumplidas. Había dicho el año pasado que Cristina "no será un factor en las elecciones de 2011, ni como candidata ni como gran electora". Pero en verdad el principal problema del ex concejal, ex senador, ex gobernador, ex vicepresidente y ex presidente (elegido por el Congreso nacional) no son sus vaticinios, sino justamente su propio pasado. Su currículum político es tan opaco como polémico, y de allí que sea el dirigente con más imagen negativa del país. Es que la gente entiende que este Duhalde que se quiere mostrar como la alternativa para solucionar los males de la Argentina (que los tiene en cantidad, algunos de los cuales el actual gobierno no ha tenido la voluntad de resolver), es el mismo Duhalde que fue vicepresidente de Menem cuando se liquidó a precio vil el patrimonio nacional (con escándalos de corrupción incluidos); es el mismo Duhalde que nombró al ciudadano sirio Monzer Al Kassar como jefe de la Aduana en Ezeiza para que hiciera la vista gorda en el aeropuerto; es el mismo Duhalde que fue gobernador de Buenos Aires cuando calificó a la policía de esa provincia como "la mejor del mundo" mientras explotaban gravísimos casos en los que estaban involucrados altos efectivos de esa fuerza: narcotráfico, robo de autos, asesinato de Cabezas, atentado terrorista a la Amia...; es el mismo Duhalde que siempre estuvo sospechado de alentar los saqueos en diciembre de 2001 para precipitar la caída del presidente Fernando de la Rúa; es el mismo Duhalde que prometió "el que depositó dólares, recibirá dólares". "Duhalde, el piloto de tormentas (generadas)", según lo califica el ácido escritor y analista político Jorge Asís.
Y Ricardo Alfonsín que venía vaticinando para su fórmula una victoria en "primera vuelta" y un triunfo de De Narváez sobre Scioli, de repetir la pobrísima cosecha electoral en las generales de octubre sólo quedará en la historia de la UCR como un protagonista más del derrumbe nacional de este partido centenario. Ricardo sobresalió en la arena política por su portación de apellido, y en esta campaña intentó aprovechar el parecido con su padre, pero al mismo tiempo hizo acuerdos electorales a los que su progenitor jamás se hubiera atrevido.
Hermes Binner es el único candidato no kirchnerista que puede mostrar un buen resultado electoral en las primarias del domingo. El santafesino surge como un nuevo referente nacional con gestión, proyecto y que plantea una oposición racional que prioriza el diálogo en lugar de conspirar contra el gobierno de turno para ver cómo tropieza. Es verdad que por "necesidades" de la campaña, el socialista sobreactuó estas últimas semanas sus diferencias con el kirchnerismo, se victimizó hasta el infinito y más allá responsabilizando de todos los problemas al Ejecutivo nacional y llegó a decir frases como "el 78 por ciento de los santafesinos votó en contra de la presidenta", tras los comicios provinciales del 24 de julio donde el K Agustín Rossi cosechó el 22 por ciento. Siguiendo ese razonamiento se podría decir ahora que el 68 por ciento de los santafesinos votó contra Binner porque obtuvo el 32 por ciento y encima perdió en la provincia frente a Cristina. Pero esta sería una conclusión tan errónea como la primera.
Además de Binner, también quedará en pie entre los escombros de la oposición Mauricio Macri, quien fue recientemente reelegido por amplio margen como jefe de Gobierno porteño y no se jugó públicamente por ningún candidato presidencial. ¿Y Reutemann? Poco se puede predecir de un dirigente y senador nacional que no se comunica con la ciudadanía, que en el medio de un trascendental proceso electoral se va a descansar a las playas de Miami y que es amante de lanzar declaraciones telegráficas y luego hundirse en largos y profundos silencios ("Vi algo que no me gustó" y "¿qué parte de ‘soy peronista' no entendieron?" son dos frases que quedarán en la memoria).
En 2002, el economista Miguel Angel Broda vaticinó que "el dólar estará a 10 pesos y habrá hiperinflación". Hace dos meses Julio Grondona había dicho que River no sólo no iba a descender, sino que "no jugará la promoción". A esta altura ya nadie en Argentina confía en las profecías. De última, siempre viene la realidad (léase en este caso, el voto de la gente) para poner las cosas en su lugar.