Promover la creatividad juvenil
La escuela debe incentivar la curiosidad y las habilidades de los jóvenes, de modo de fortalecer su confianza en el aprendizaje
Aidan Dwyer, adolescente de 13 años residente en Long Island, ganó una competencia nacional técnico-científica en los Estados Unidos. En la ocasión, presentó un modelo de panel solar diseñado a la manera de las hojas de un árbol, con miras a lograr un mejor aprovechamiento de la energía solar. Tuvo premios y aplausos; también hubo críticas, fundadas e infundadas.
Si nos detenemos a examinar la experiencia ocurrida, la propuesta de Aidan se empezó a gestar a partir de una necesidad hogareña. Contando con esa motivación, el chico empezó a observar con detenimiento la estructura de las ramas de los árboles y, sobre ese modelo que la naturaleza ofrece, llegó a una conclusión innovadora: si se empleaba ese diseño se lograría una captación mayor de energía solar. El modelo está en período de pruebas y dista todavía de la aprobación final. Sin embargo, lo descripto merece ser considerado.
Se trata de un ejemplo actual, expuesto recientemente por Sophia Hollander en el Wall Street Journal, un caso elocuente de cómo la capacidad de un adolescente puede llegar a un resultado que abre inéditas posibilidades de desarrollo. Ese proceso de invención fue promovido por una situación de interés hogareño. La búsqueda incierta de una solución fue estimulada por la percepción de un paisaje arbolado en un paseo, seguramente recorrido por muchos, pero no motivados para resolver un problema semejante.
También se aprecia que el logro alcanzado no se aceptó fácilmente, ya que debe superar una etapa crítica. Karl Popper, filósofo de la ciencia, puso de manifiesto algo para recordar: lo típico del pensamiento científico es poner a prueba sus hipótesis a fin de establecer si son refutables. Quienes conocieron la propuesta creativa de Aidan están en esa tarea.
El ejemplo puede ser significativo para la tarea educativa. La escuela se ocupa, como es lógico, de enseñar. Por su parte, los alumnos tienen que aprender. Se trata de un proceso continuo que la planificación va graduando.
Los contenidos del aprendizaje se refieren, por lo común, a cuestiones desconocidas para los alumnos, pero ya establecidas y probadas. La apertura hacia la novedad de la creación, la invención o el descubrimiento está relativamente postergada, aunque importa mucho abrir oportunidades accesibles en el sentido de la investigación a los chicos y adolescentes. De ese modo, ejercitarán sus habilidades para resolver problemas no conocidos, ensayarán soluciones acaso innovadoras y también aprenderán a valorar el examen crítico de lo elaborado.
Avanzar en ese terreno durante el tiempo escolar ayuda a que los alumnos descubran el potencial de aptitudes intelectuales que poseen, fortalece la confianza de los jóvenes para que se animen a elaborar proyectos y se preparen para ser emprendedores en el futuro.