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Promesas de viviendas

El inventario de promesas kirchneristas, saturado de falacias y de olvidos, torna difícil renovar la confianza en un tema tan sensible para los argentinos como la vivienda propia.

Nota extraída del diario "La Voz"

La pregunta del millón no debería ser si esta vez el gobierno de Cristina Fernández cumplirá con su promesa de construir 100 mil viviendas antes de fin de 2013, utilizando fondos de la Administración Nacional de la Seguridad Social (Anses), que sirven para todo menos para reconocer los derechos de jubilados y pensionados a una vida digna.

La pregunta del millón es si esta promesa, que tantas expectativas genera y que sin duda responde a una necesidad real e imperiosa, no trata de cubrir un nuevo error, negociado o escándalo. Porque la historia de los Kirchner en la Casa Rosada es la historia de clamorosos anuncios de proyectos faraónicos, seguidos de olvidos, paralizaciones momentáneas que se tornan definitivas y, lo inevitable, denuncias de corrupción y archivos de denuncias por fiscales y jueces diligentes, sobre quienes pende la amenaza de juicio político por el brazo judicial del oficialismo: el Consejo de la Magistratura.

¿Cómo olvidar la promesa fundacional del ex presidente Néstor Kirchner, quien en 2004 lanzó la primera etapa del Programa Federal de Vivienda: 120 mil unidades serían construidas en 12 meses. Un año después, sólo se habían realizado 58.735 unidades (49 por ciento de lo anunciado). Triplicó la apuesta (o promesa) y lanzó la segunda etapa: 300 mil viviendas, de las cuales apenas si se construyeron 3.398 (sólo el 1,13 por ciento). ¿Y el plan para transformar a los inquilinos en propietarios? ¿Y los acuerdos de financiamiento federal suscriptos con la Provincia de Córdoba?

En 2004 y 2005, el kirchnerismo prometió 24.500 unidades. Debían ser virtuales, porque no se concretó ni una sola. ¿Y el Plan Hogar Clase Media? Serían 16 mil unidades, pero se están erigiendo nada más que un millar, con la posibilidad de suspender las obras.

Podríamos agregar varios otros rubros al inventario de viviendas de humo. Ni mencionar el "tren bala" o los teléfonos inteligentes íntegramente fabricados en el país. ¿Y el gasoducto entre Puerto Ordaz (Venezuela) y el río de la Plata? Según la imaginación fusionada de Hugo Chávez y los Kirchner, tendría ocho mil kilómetros de extensión y sería el más largo del mundo. Ni hablar del Gasoducto del Nordeste, que traería desde Bolivia 10 millones de metros cúbicos diarios en una primera etapa y 20 millones en la segunda. Debía inaugurarse en 2006.

Organizaciones no gubernamentales, partidos políticos y millones de argentinos explotados en su justa esperanza de habitar su casa propia viven ahora febriles cálculos, confrontando ingresos familiares y amortizaciones.

Ojalá en esta ocasión no se olvide una vez más la promesa, para reemplazarla por otras, más faraónicas a medida que ingrese en el proselitismo que precederá a las elecciones parlamentarias del próximo año. La esperanza de millones de argentinos no debe ser estafada.