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Progresismo en negro

A pesar de los triunfales partes oficiales contra el trabajo "en negro", las estadísticas demuestran que en la realidad millones de argentinos están fuera de los sistemas de salud y previsional.

En la Argentina subsisten casi cuatro millones de ocupados informales ("en negro", como se los conoce en forma habitual), que están fuera de los sistemas de atención de la salud y previsional. El dato fue suministrado por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), basado sobre la Encuesta Permanente de Hogares (EPH).

En el primer trimestre de este año, el trabajo informal alcanzaba al 34,1 por ciento de los asalariados. Esa cifra representa un descenso de 0,5 punto en la comparación interanual, pero una suba de 0,4 por ciento desde fines de 2010. Es fácil imaginar cuál de esas dos lecturas utilizará el oficialismo en su proselitismo permanente.

Esas brechas demuestran, además, que las políticas de "inclusión social" (eufemismo kirchnerista por "clientelismo") siguen siendo un fracaso, al menos en el ámbito laboral.

Hay millones de argentinos que sobreviven en condiciones precarias. Javier Lindemboin, uno de los mayores especialistas en la materia, explica al respecto: "A principios de los ’70, el trabajo desprotegido probablemente haya estado en el orden del 10 por ciento. Ese índice, paulatinamente, fue subiendo. En los ’80 llegó al 20 por ciento. Al final del gobierno de (Raúl) Alfonsín e inicio del menemismo, ya estábamos en cercanías del 30 por ciento. Cuando explota la convertibilidad, llegamos al 40 por ciento, y en los meses ulteriores todavía subió algunos puntos más, hasta llegar al pico del 45 por ciento". Y agrega: "Las estadísticas oficiales de la Argentina (que tienen muchos puntos oscuros) dicen que ha bajado hasta el 35 por ciento. Se ha mejorado bastante en la primera década de este siglo 21, pero estamos lejos del mejor de los mundos. Esto no exime de responsabilidad a los empresarios; tampoco a los representantes sindicales".

Cuando el Gobierno nacional difunde como triunfales partes de guerra las estadísticas de crecimiento de la fuerza laboral registrada, soslaya un problema denunciado reiteradamente por los organismos internacionales: el trabajo creado en los últimos años es "de baja calidad", está despojado de la mayoría de las conquistas gremiales y fuertemente impregnado de precariedad.

Pero no es totalmente cierto que el gobierno de Cristina Fernández carezca de una política de Estado contra el trabajo "en negro". Desde 2008, en coincidencia o como consecuencia del enfrentamiento con el agro –por la resolución 125–, mantiene abierto un frente de batalla contra el agro, sobre todo en el trabajo "en negro", que es endémico desde los albores de la transformación de nuestro país en el granero del mundo.

Prevalece en esa lucha, legítima pero sesgada, un espíritu de venganza más fuerte que el espíritu de justicia. A pocas cuadras de la Casa Rosada y en gran parte del conurbano bonaerense, sin embargo, hay otra realidad por la que millares de personas son sometidas al trabajo esclavo.