Profundizar la reforma política
Las elecciones primarias que se realizan hoy son un avance en la reforma política que necesita el país. Pero esta debe ser profundizada con un cambio de fondo en la cultura de sus principales actores.
Todavía resuenan los ecos de la elección provincial del domingo anterior y los cordobeses volvemos a concurrir hoy a las urnas convocados por otro desafío igualmente novedoso. Es la primera vez que se realizan las denominadas elecciones primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (Paso), un método de selección de candidaturas para cargos públicos electivos nacionales y de habilitación de partidos y alianzas para competir por esos espacios.
Después de estrenar el sistema de boleta única hace siete días, los cordobeses tendremos que readaptarnos a la vieja práctica del "voto sábana", para optar por una de las boletas que se nos propondrán en el cuarto oscuro, colocarla en un sobre e introducirla en la urna.
En realidad, partidos y alianzas ya oficializaron sus respectivos candidatos a presidente y vice, de modo que, en ese rubro, los comicios se parecen más a una primera vuelta anticipada o a una encuesta pública y general que a una selección de postulantes. Uno de los pocos casos diferentes es el del radicalismo cordobés, en el cual se podrá optar por seis precandidatos a diputados nacionales que acompañan a la fórmula presidencial.
Por otra parte, la ley establece que para concurrir a los comicios presidenciales del 23 de octubre se requiere obtener un número mínimo de votos, por lo que las primarias tienen también el carácter de eliminatorias para quienes no logren el 1,5 por ciento de los votos válidos.
Aunque en la práctica no cumplirán su objetivo esencial de que los partidos sometan a sus candidatos al veredicto popular, tal como ocurre en las primarias estadounidenses o uruguayas, los comicios de hoy son un ejercicio democrático saludable. El paso siguiente es la puesta en marcha del voto electrónico, que garantizará un sufragio y conteo más rápido y transparente.
Pero es necesario profundizar la reforma política para que se avance en la búsqueda de una mayor participación en el accionar de los partidos, que deje en manos de los afiliados la verdadera capacidad de decisión.
Además, es imprescindible la delimitación precisa de los distintos campos en los que se desarrollan la actividad partidaria y la acción del Estado, vieja confusión que ha emponzoñado la vida democrática. Es necesario realizar el supremo esfuerzo de consensuar políticas de Estado que vayan más allá de las apetencias, comodidades y conveniencias del gobernante de turno.
Por desgracia, ése ha sido el tenor de la mayoría de las últimas reformas políticas, incluida ésta de las elecciones primarias. La modernización política requiere, además de los adelantos tecnológicos, un cambio cultural en la conducta de los dirigentes, que debe estar orientada por una verdadera vocación de servicio. De servicio al ciudadano y no a los proyectos personales o partidarios.