Presupuesto nacional 2012, centralismo y unicato
Cumpliendo con la formalidad constitucional, el Poder Ejecutivo nacional ha remitido en tiempo, al Congreso, el presupuesto de gastos y recursos para 2012. Al contrario de lo ocurrido el año anterior, se espera que los legisladores traten esta ley tan importante.
Desde el punto de vista de la macroeconomía, el presupuesto contiene algunas previsiones de especial importancia para las decisiones que deben adoptar las empresas y las personas en general. Uno de ellos es la estimación de crecimiento de la economía. En este caso el PE estima un crecimiento del 5,1% del PBI.
Una segunda estimación de gran importancia en estos tiempos es la inflación. En este caso se espera un aumento de precios para todo 2011 del 9,1%. La tercera en importancia es la posible evolución del tipo de cambio: se estima un dólar promedio de $ 4,40.
Estas previsiones son muy parecidas a las contenidas en el presupuesto de este año: un crecimiento levemente más alto, inflación prácticamente igual y una devaluación de poco más del 7,% promedio en el año. Como ha ocurrido repetidamente desde 2003, alguna de estas previsiones están deliberadamente subestimadas, en beneficio del Gobierno nacional.
Es lo que ocurre con la tasa de crecimiento del PBI y la inflación, que luego resultan en valores bastante más elevados. Como la mayoría de los impuestos están ligados al nivel de actividad económica y de aumento de los precios, la consecuencia es que el Gobierno recauda muchos más que lo calculado en el presupuesto. Esos fondos excedentes escapan a la coparticipación federal de impuestos y son dispuestos discrecionalmente por el Poder Central.
Es clave saber si los ingresos estimados serán suficientes para cubrir los gastos o el presupuesto tendrá déficit. El proyecto enviado prevé un pequeño superávit, claro está que considerando como ingresos ordinarios los provenientes de las rentas de la Anses y ganancias del Banco Central.
El Ministro Boudou ha dicho que "éste es el presupuesto del no ajuste". Esto implica que tanto por el lado de la estructura impositiva como del gasto público nacional, todo seguirá como hasta ahora sin modificación alguna, a pesar de los reclamos de algunas provincias para revisar la distribución de fondos discrecionales y la coparticipación impositiva.
En este contexto resulta de interés repasar algunos números muy elocuentes.
El cálculo de ingresos asciende a la enorme suma de 668 mil millones de pesos. Esto implica que cada habitante aportará $ 16.700 en impuestos el próximo año (a ello hay sumar las cargas provinciales y municipales).
El centralismo es cada vez más alevoso. De la suma a recaudar, por cada $ 100, el gobierno nacional se queda con $ 74 y destina a las provincias $ 26. Algunos gastos relevantes: Asignación Universal por Hijo: se asignan $ 12 mil millones. En subsidios a empresas públicas se asignan $ 28 mil millones y en subsidios a empresas privadas, $ 39 mil millones. Todos estos recursos los reparte el Gobierno nacional a su criterio.
Un caso emblemático es el de la empresa nacional de energía Enarsa que, por cada peso que genera, recibe $ 2,50 del presupuesto; situación similar ocurre con Aerolíneas Argentinas. Otro caso extravagante es el de la empresa de aguas y saneamiento de Buenos Aires, AySA, que recibe miles de millones de pesos que pagan todos los habitantes del país; por cada peso que factura recibe un peso de subsidios. Pero además recibirá casi 4 mil millones de pesos para inversiones. Los usuarios tienen la tarifa congelada desde 2001.
Frente a la realidad de estos números hablar de federalismo es una burla y cuando a la situación presupuestaria se agrega la concentración creciente del poder en una sola persona, cabe aplicar aquel calificativo que recibiera el Gobierno de Juárez Celman a fines del siglo XIX: el unicato.