Premio a una lucha necesaria
Por Ricardo Roa* Los derechos de la mujer han triunfado con este Premio Nobel de la Paz. Es un signo de los tiempos. Y, sobre todo, un reconocimiento a la lucha de las mujeres por ocupar el lugar que les pertenece .
No fue una distinción al feminismo la que recibieron las liberianas Ellen Johnson Sirleaf y Leymah Gbowee y la yemení Tawakkul Karman, aunque el feminismo también pelea a su modo por la misma causa.
El comité noruego, que nunca había premiado a tres mujeres a la vez, reconoció en ellas " su lucha no violenta por la seguridad de las mujeres y de sus derechos a participar en los procesos de paz". Se trata, en otras palabras, de un espaldarazo político.
Liberia es una ex colonia norteamericana de la costa oeste de Africa, con prevalencia de católicos y a la vez mucha presencia musulmana. Yemen, al sur de la península de Arabia, es 99% musulmán. Y uno de los países más pobres de la región .
Los liberianos vienen de dos guerras civiles que dejaron 250.000 muertos . Viven una transición hacia la democracia. Yemen está sacudida por revueltas populare s que exigen cambiar casi todo. Son parte de los polvorines que han estallado en el norte de Africa. La periodista Tawakkul Karman es una activista de esa Primavera Arabe.
En Yemen las mujeres padecen la brutal discriminación por razones que se proclaman religiosas: innumerables formas de maltrato que increíblemente algunas sociedades imponen contra quienes cometieron el "pecado" de no nacer hombres.
Es bien diferente en Liberia, donde han jugado un papel clave p ara poner fin a la guerra . La premiada Leymah Gbowee es una militante pacifista y Ellen Sirleaf, la presidente del país: la primera mujer que lo es en Africa. Pero sigue existiendo una generalizada violencia sexual y de género .
Como decía Simone de Beauvoir, la mujer ha estado postergada desde los orígenes y convertida en segundo sexo . Este es un premio a una larga lucha política y cultural que aún no ha terminado.