Por un debate electoral claro y serio
La campaña electoral que ya empezó en algunas provincias y despunta ahora para la elección presidencial debe caracterizarse por su transparencia y por la seriedad y la falta de agravios.
El anuncio de Cristina Fernández en el sentido de que se presenta a la reelección para un nuevo mandato de cuatro años no sorprendió a nadie, ya que en las últimas semanas existía la convicción, en todos los medios políticos, periodísticos, empresariales y sindicales, de que esa decisión ya estaba tomada.
No obstante, la campaña electoral aún no comenzó oficialmente y recién se conocen los principales candidatos presidenciales y a legisladores nacionales, cuyas listas terminaron de ser presentadas anoche.
La mayoría de los ciudadanos permanece indiferente o no definió su voto. Por lo tanto, las encuestas tienen hasta ahora un valor relativo; las preferencias se irán definiendo en las semanas previas al 23 de octubre o, en todo caso, luego de las internas abiertas del 14 de agosto.
Quedan pendientes además, antes de octubre, los comicios de distritos clave, como lo son los de la ciudad de Buenos Aires y los de las provincias de Santa Fe, Córdoba y Mendoza.
Estas elecciones irán conformando un panorama político e institucional que, según los resultados, puede ser afín al kirchnerismo o más diversificado y pluralista.
Lo primero que hay que destacar es que, cualesquiera sean los resultados en todas las jurisdicciones, se cumplen normalmente los plazos y formas constitucionales, lo que implica una reafirmación de la democracia representativa como sistema de gobierno.
Sin embargo, también hay que puntualizar que en los ocho años de gobierno kirchnerista se han desvirtuado los valores republicanos y prevalece, en cambio, una tendencia a la hegemonía política y un manejo discrecional de los recursos del Estado, con el objetivo de perpetuarse en el poder por parte de los principales referentes del grupo gobernante. El uso y abuso de la cadena oficial y de la publicidad gubernamental para posicionar a los candidatos oficialistas es una de las distorsiones.
Hay, asimismo, casos de corrupción que no se esclarecen judicialmente, desde la misteriosa valija con dólares que llegó para la anterior campaña presidencial hasta los alcances de la "mafia de los medicamentos", el asesinato de un militante del Partido Obrero y el más reciente y escandaloso caso de desvío de fondos y presunto lavado de dinero que estalló en la Fundación Madres de Plazo de Mayo, que ensucia una causa –la de los derechos humanos– que es patrimonio de todos los argentinos.
Estos temas, así como el crecimiento y la atención de los dramas sociales, pobreza incluida, debieran ser objeto de debates esclarecedores entre los candidatos nacionales y provinciales. Esta demanda, que forma parte de una construcción moderna de la democracia, es una sana práctica electoral en países vecinos, Estados Unidos y Europa. Debemos adoptarla aquí.