Sociedad
Por la pandemia estiman que la inflación será del 60% anual
Sería por la mayor emisión monetaria y el parate de la actividad.
Debido a la mayor emisión monetaria y el aumento de la brecha cambiaria, los analistas prevén que la inflación de este año podría llegar al 60% e incluso superar ese tope si no se encarrila la reestructuración de la deuda.
Con pronósticos aún muy volátiles, casi todas las consultoras ajustaron sus proyecciones al alza por el efecto de la cuarentena, la reducción de la oferta de productos y el aumento de la base monetaria.
El miércoles de la semana pasada el INDEC anunció que la inflación de marzo fue de 3,3%. El indicador acumula un alza del 48,4% respecto a marzo del año pasado. En el primer trimestre de 2020 lleva 7,8%. Con el dato de marzo se cortó la tendencia a la baja que había mostrado en los dos primeros meses del año, con 2% en febrero y 2,3% en enero.
"Todavía hay mucha volatilidad, pero lo que ya sabemos es que la baja de la inflación se acabó", dijo Fausto Spotorno, economista jefe del Estudio Ferreres. "Hay una emisión monetaria descomunal. Conceptualmente la inflación tiende a subir porque la emisión es alta. Hay menos bienes en la calle y hay más dinero del que la economía tenía hace 4 meses".
Guido Lorenzo, de la consultora LCG, proyecta una inflación de 47% para todo el año. Entre los factores que generan presiones inflacionarias menciona que "será necesario que la demanda de dinero acompañe al crecimiento de la oferta (que surge por las mayores necesidades de financiamiento del Gobierno a causa de la pandemia) para evitar que los altos niveles de emisión inicien una dinámica peligrosa".
Para enfrentar los efectos económicos y sociales de la cuarentena el Banco Central aumentó la emisión monetaria. Con la maquinita funcionando a tope, la base monetaria se expandió un 30% entre el 16 de marzo y el 6 de abril. La estimación de la consultora Eco Go es que a lo largo del año el Estado destinará a gastos de contención social -que incluyen desde el bono de $10.000 a beneficiarios sociales y monotributistas hasta la extensión del REPRO y medidas de impulso a pequeña obra públicas, entre otras- $529.000 millones, equivalente a 1,7% del PBI. Buena parte de ese gasto se traducirá en mayor emisión.
El aumento del circulante ya se hizo sentir sobre la brecha cambiaria que se disparó durante la semana pasada con la escalada del dólar contado con liqui -el que las empresas utilizan para sacar la plata del país- y del dólar MEP, el que opera para hacerse de dólares en el mercado local. Estos dos dólares liberados pasaron cómodamente la barrera de los $100. Así la brecha con el oficial llegó al 65%.
Para Lorenzo, el aumento de la brecha cambiaria "podría sumar presión sobre los precios locales" y también podría generar que "el Banco Central busque acortar distancias dejando deslizar el tipo de cambio. A esto se suman tasas pasivas que se ubican en terreno real negativo y que incentivan a los ahorristas a destinar los pesos sobrantes a la compra de dólares, bienes y servicios".
En este contexto Camilo Tiscornia, de C&T Consultores, prevé que "la inflación puede dispararse. Cuando la actividad se empiece a normalizar esa cantidad de dinero no va a ser necesaria y el efecto de la expansión monetaria va a ser un desafío para más adelante".
"Hoy existen dos anclas antiinflacionarias", explica Tiscornia. "Son el tipo de cambio y las tarifas. Al tipo de cambio lo van a seguir manejando como hasta ahora, suavemente, para evitar complicar la inflación. Lo mismo con las tarifas, no creo que las suelten en este momento". Otro de los factores que actuarán como muro de contención para que los precios no se desmadren es el achatamiento de la puja salarial. "Las paritarias las gobierna la recesión. Los sindicatos luchan más por no perder puestos de trabajo que por otra cosa".
Mientras algunos analistas señalan que la profundización de la recesión actuará como un dique ante la inflación, Spotorno opina que "la recesión no va a contribuir tanto a frenar los precios porque ésta es una recesión de oferta y no de demanda. Por la cuarentena cae la producción y si se cae la oferta agregada los precios tienden a subir y no a bajar. No sabemos cómo se va a ver reflejado esto en los números porque en estas condiciones medir la inflación es difícil. Nosotros estamos pensando en que va a estar cerca del 60% anual. Antes de la cuarentena nuestra proyección era 45%".
Para Spotorno el efecto de la mayor emisión monetaria sobre los precios se empezará a sentir pronto. "Si bien la emisión se aceleró con la cuarentena lo cierto es que viene en alza desde noviembre. Por eso el traslado a precios empezará a verse en los próximos meses. Ahora viene la parte más ríspida".
"En el corto plazo predominan factores para contener los precios, pero la emisión monetaria es un riesgo brutal. Nosotros estamos en 40% de inflación pero definitivamente el riesgo es al alza", indicó Tiscornia.
Para Lorenzo "habrá que esperar de seis a nueve meses para ver que la emisión monetaria haga efecto. Es un proceso largo, hacia adelante van a tener que hacer algo para controlar esa aceleración inflacionaria".
"Hay que ver como se sale de la cuarentena y de que manera le dan margen o no a las empresas para remarcar precios una vez que se recomponga la demanda", apunta Lorenzo. Para LCG el arrastre que dejará la inflación de 2020 para 2021, "podría ser alto en la medida que la inflación de este año se mantenga anclada con dólar, tarifas y salarios atrasados".
La consultora Eco Go maneja dos escenarios posibles para la economía argentina: uno con algún tipo de acuerdo por el pago de la deuda y otro con default. En el primero la inflación prevista es de 45% este año, con una caída de la actividad de 4%, un déficit primario de 4,2% y una brecha cambiaria de 35%. El segundo escenario, con Argentina incumpliendo una vez más el pago de la deuda, prevé una inflación del 79%, una caída de la actividad del 7%, un déficit del 5,7% y una brecha del 80%. "Los riesgos de que la inflación se siga acelerando si el salto en el déficit fiscal no es transitorio, la inyección monetaria perdura en el tiempo, la Argentina entra en default y la capacidad de la política para operar sobre la puja distributiva se diluye, empiezan a escalar".
Con pronósticos aún muy volátiles, casi todas las consultoras ajustaron sus proyecciones al alza por el efecto de la cuarentena, la reducción de la oferta de productos y el aumento de la base monetaria.
El miércoles de la semana pasada el INDEC anunció que la inflación de marzo fue de 3,3%. El indicador acumula un alza del 48,4% respecto a marzo del año pasado. En el primer trimestre de 2020 lleva 7,8%. Con el dato de marzo se cortó la tendencia a la baja que había mostrado en los dos primeros meses del año, con 2% en febrero y 2,3% en enero.
"Todavía hay mucha volatilidad, pero lo que ya sabemos es que la baja de la inflación se acabó", dijo Fausto Spotorno, economista jefe del Estudio Ferreres. "Hay una emisión monetaria descomunal. Conceptualmente la inflación tiende a subir porque la emisión es alta. Hay menos bienes en la calle y hay más dinero del que la economía tenía hace 4 meses".
Guido Lorenzo, de la consultora LCG, proyecta una inflación de 47% para todo el año. Entre los factores que generan presiones inflacionarias menciona que "será necesario que la demanda de dinero acompañe al crecimiento de la oferta (que surge por las mayores necesidades de financiamiento del Gobierno a causa de la pandemia) para evitar que los altos niveles de emisión inicien una dinámica peligrosa".
Para enfrentar los efectos económicos y sociales de la cuarentena el Banco Central aumentó la emisión monetaria. Con la maquinita funcionando a tope, la base monetaria se expandió un 30% entre el 16 de marzo y el 6 de abril. La estimación de la consultora Eco Go es que a lo largo del año el Estado destinará a gastos de contención social -que incluyen desde el bono de $10.000 a beneficiarios sociales y monotributistas hasta la extensión del REPRO y medidas de impulso a pequeña obra públicas, entre otras- $529.000 millones, equivalente a 1,7% del PBI. Buena parte de ese gasto se traducirá en mayor emisión.
El aumento del circulante ya se hizo sentir sobre la brecha cambiaria que se disparó durante la semana pasada con la escalada del dólar contado con liqui -el que las empresas utilizan para sacar la plata del país- y del dólar MEP, el que opera para hacerse de dólares en el mercado local. Estos dos dólares liberados pasaron cómodamente la barrera de los $100. Así la brecha con el oficial llegó al 65%.
Para Lorenzo, el aumento de la brecha cambiaria "podría sumar presión sobre los precios locales" y también podría generar que "el Banco Central busque acortar distancias dejando deslizar el tipo de cambio. A esto se suman tasas pasivas que se ubican en terreno real negativo y que incentivan a los ahorristas a destinar los pesos sobrantes a la compra de dólares, bienes y servicios".
En este contexto Camilo Tiscornia, de C&T Consultores, prevé que "la inflación puede dispararse. Cuando la actividad se empiece a normalizar esa cantidad de dinero no va a ser necesaria y el efecto de la expansión monetaria va a ser un desafío para más adelante".
"Hoy existen dos anclas antiinflacionarias", explica Tiscornia. "Son el tipo de cambio y las tarifas. Al tipo de cambio lo van a seguir manejando como hasta ahora, suavemente, para evitar complicar la inflación. Lo mismo con las tarifas, no creo que las suelten en este momento". Otro de los factores que actuarán como muro de contención para que los precios no se desmadren es el achatamiento de la puja salarial. "Las paritarias las gobierna la recesión. Los sindicatos luchan más por no perder puestos de trabajo que por otra cosa".
Mientras algunos analistas señalan que la profundización de la recesión actuará como un dique ante la inflación, Spotorno opina que "la recesión no va a contribuir tanto a frenar los precios porque ésta es una recesión de oferta y no de demanda. Por la cuarentena cae la producción y si se cae la oferta agregada los precios tienden a subir y no a bajar. No sabemos cómo se va a ver reflejado esto en los números porque en estas condiciones medir la inflación es difícil. Nosotros estamos pensando en que va a estar cerca del 60% anual. Antes de la cuarentena nuestra proyección era 45%".
Para Spotorno el efecto de la mayor emisión monetaria sobre los precios se empezará a sentir pronto. "Si bien la emisión se aceleró con la cuarentena lo cierto es que viene en alza desde noviembre. Por eso el traslado a precios empezará a verse en los próximos meses. Ahora viene la parte más ríspida".
"En el corto plazo predominan factores para contener los precios, pero la emisión monetaria es un riesgo brutal. Nosotros estamos en 40% de inflación pero definitivamente el riesgo es al alza", indicó Tiscornia.
Para Lorenzo "habrá que esperar de seis a nueve meses para ver que la emisión monetaria haga efecto. Es un proceso largo, hacia adelante van a tener que hacer algo para controlar esa aceleración inflacionaria".
"Hay que ver como se sale de la cuarentena y de que manera le dan margen o no a las empresas para remarcar precios una vez que se recomponga la demanda", apunta Lorenzo. Para LCG el arrastre que dejará la inflación de 2020 para 2021, "podría ser alto en la medida que la inflación de este año se mantenga anclada con dólar, tarifas y salarios atrasados".
La consultora Eco Go maneja dos escenarios posibles para la economía argentina: uno con algún tipo de acuerdo por el pago de la deuda y otro con default. En el primero la inflación prevista es de 45% este año, con una caída de la actividad de 4%, un déficit primario de 4,2% y una brecha cambiaria de 35%. El segundo escenario, con Argentina incumpliendo una vez más el pago de la deuda, prevé una inflación del 79%, una caída de la actividad del 7%, un déficit del 5,7% y una brecha del 80%. "Los riesgos de que la inflación se siga acelerando si el salto en el déficit fiscal no es transitorio, la inyección monetaria perdura en el tiempo, la Argentina entra en default y la capacidad de la política para operar sobre la puja distributiva se diluye, empiezan a escalar".
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