Por Cristina Kirchner, ¡vamos Argentina, todavía!
Una circunstancia como la final, me explicaron, debe ser aprovechada para sacar rédito político. Querían ideas. Presenté unas cuantas.
Extraído de La Nación
Por Carlos Reymundo Roberts
¡Yo que pensaba quedar concentrado hasta el domingo a las 4 de la tarde para pensar sólo en la gran final! Cómo se nota que no soy nacido y criado en el kirchnerismo. Una circunstancia así, me explicaron, debe ser aprovechada para sacar rédito político. Querían ideas. Aunque a desgano, me puse a laburar y presenté unas cuantas. Ustedes juzgarán, pero humildemente creo que ya puedo ser considerado el campeón mundial del relato.
1) Cristina no tiene que ir a ver la final. Si perdemos, van a decir que es mufa. Y que cómo es eso de que la faringolaringitis le impide ir a Tucumán por el 9 de Julio, pero no a Brasil a ver un partido de fútbol. Además, va la Merkel, que es mucho menos K de lo que su apellido sugiere. En su lugar mandaría a Boudou, un experto en viajes de placer y el único argentino que ante una eventual derrota nos garantiza que no dejará de reírse y aplaudir.
2) En Río haría grabar una arenga de Amado al plantel, como la ya célebre de Mascherano a Romero antes de los penales. Algo así: "Les traigo un mensaje de la Presidenta: ¡vamos por todo! Sueñen a lo grande. Una vez me propuse ser el tipo que fabricaba la guita, y durante un tiempo lo conseguí. Otra vez me propuse bajar a un juez, a un fiscal y al procurador general, y lo conseguí. Me propuse algo imposible, no conocer a mi testaferro, Vandenbroele, y lo conseguí. Me propuse ser el heredero de Cristina, y por ahora conseguí juntar una herencia fabulosa. Muchachos, el país está con ustedes. No saben lo que fueron el miércoles los festejos en Puerto Madero. Piensen que van a enfrentar a los alemanes, un pueblo infeliz, carenciado, aburrido. Jueguen a cara de perro, como si ellos fueran los fondos buitre, el FMI o el juez Lijo. Yo no soy vengativo, pero Alemania está en el Club de París y la Merkel nunca quiso visitar la Argentina. Vamos, muchachos. Quiero que sean rápidos como mi Harley-Davidson, afinados como mi guitarra eléctrica, audaces como yo. Vamos, necesitamos este título, Cristina lo necesita y yo?, y yo, si ustedes no ganan, no puedo volver al país".
3) Haría una adaptación del himno argentino en el Mundial. Con esta letra: "Argentina, decime qué se siente, una abogada exitosa es tu mamá. Te juro que aunque pasen los años, la deuda otros gobiernos pagarán. Que Néstor empezó la revolución, que Cris después la explicó, que el país está llorando porque no hay otra reelección. A los alemanes vamos a vencer, Brasil va a padecer, Cristina es más grande que Merkel y Rousseff".
4) Presentaría este campañón del seleccionado como un triunfo del Fútbol para Todos: es sabido que en los entretiempos los jugadores argentinos ven la TV Pública en el vestuario para darse ánimo con la propaganda triunfalista del Gobierno. Además haría un paralelismo entre la férrea defensa del equipo y la defensa del país que hace nuestro gobierno en el juzgado de Griesa; compararía a Mascherano, que deja la vida en la cancha, con Néstor; a Romero, el atajapenales, con Oyarbide; a Garay, que despeja todo lo que le llega, con Capitanich; al Pocho Lavezzi, que no hace goles pero corre y corre, y da bien en cámara, con Berni; a Sabella, el estratega silencioso, con Zannini; a Julio Grondona, autor de la célebre frase "todo pasa", con De Vido; a Messi, con Cristina: son únicos e irrepetibles.
5) Si somos campeones, el lunes, en medio de los festejos, informaría sigilosamente la inflación de junio, que proyectada anualmente dará arriba de 30% y acercándose a 40%. Anunciaría el pago a los buitres, la constitución de un nuevo jury totalmente K para juzgar a Campagnoli y otra tanda de ajustes de los Precios Descuidados. Si perdemos, anunciaría un aumento para los jubilados (un aumento que ya hayamos anunciado, obvio), un plan de viviendas a cargo de las Madres, el desplazamiento de gendarmes a zonas calientes del conurbano (digamos, 300 tipos durante una semanita), la reducción del IVA a la compra de colchones inflables, la llegada de 20 vagones de Turquía y la inauguración de una estación de YPF en Talampaya. Si ganamos, la Presidenta llama al Maracaná y habla con el equipo. Si perdemos por poco, manda un mensaje de felicitación: "Héroes igual". Si perdemos por goleada, les habla Boudou. Si ganamos, la Presidenta recibe al seleccionado en la Casa Rosada. Si perdemos, lo mismo, pero invita a toda la oposición.
Tengo dos reflexiones finales. La primera es que una victoria argentina sería un espaldarazo a nuestro gobierno en momentos en que todas son pálidas. Quedaríamos, por fin, asociados al éxito.
Y un éxito en el exterior. Comparemos eso con las imágenes de Kicillof puesto de rodillas ante Repsol y el Club de París. Comparemos a Messi entrando en la Casa Rosada, con Boudou entrando en tribunales. Comparemos una Plaza de Mayo colmada de gente feliz que festeja un campeonato del mundo, con la que se llena a fuerza de choripán y números musicales (pan y circo) con militantes traídos en bondis. Necesitamos un triunfo. Nunca lo necesitamos tanto.
La segunda reflexión es que después de los mejores diez años de la historia argentina dependemos de un partido de fútbol. Suena raro. Debe haber una explicación, pero yo no la tengo. Quizá la tenga Víctor Hugo, nuestro mejor relator.