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Política exterior cada vez más errática

Son graves las contradicciones entre el discurso y la práctica en los hechos diplomáticos de Cristina Fernández de Kirchner. En particular, las declaraciones y los planteos del canciller Timerman que descolocan al país, cuya política de relaciones exteriores ha pasado a figurar entre las más imprevisibles del mundo.

El presidente de EEUU, Barack Obama -admirado referente del kirchnerismo durante la última campaña presidencial- acaba de sincerar el grado de tensión que existe en estos momentos entre la Argentina y Washington.
 
"Nuestro conflicto es serio", admitió Obama, a raíz del enfrentamiento que aún mantiene vivo el caso del avión norteamericano requisado en Morón. También es ambivalente la actitud diplomática nacional con el resto de la comunidad occidental, a raíz de la posición argentina sobre el régimen del dictador libio, Muamar Kadafi y su trágica reacción contra las demandas de cambios de gran parte de la población norafricana.

No debiera extrañar en ese contexto que el presidente de EEUU haya soslayado a nuestro país en su reciente gira internacional, que incluyó a Brasil, Chile y El Salvador. EEUU tiene muy clara la relación con el gobierno de Brasil: mutuamente saben en qué coinciden y en qué disienten. El escándalo del cargamento del avión estadounidense, que llegó a Buenos Aires en el marco de un acuerdo bilateral de cooperación con la Policía Federal, es una prueba de esa compleja relación. La Justicia argentina determinó que "no hubo delito" por parte de los norteamericanos, pero el gobierno argentino retiene todavía una porción del cargamento del avión y ahora acusa a Washington de intento de contrabando.

En Washington, no disimulan la tensión: Obama recibió con honores a los presidentes de México, Brasil, Colombia, Chile y Perú, pero no encontró espacio en su agenda para atender a la mandataria argentina.  Por cierto, estas claras y mutuas diferencias diplomáticas -sin contar las actitudes de Cristina Fernández y del Canciller Timerman respecto de la Venezuela de Chávez, el Irán de Ahmadineyad o la convulsionada Libia de Kadafi- se han convertido en evidencia después de que Obama sobrevolaría territorio argentino sin pisarlo.

"Pues bien, ahora haremos campaña contra Obama", afirmó un íntimo del gabinete chico de la presidenta, según señalaron medios de Buenos Aires cercanos a la Cancillería.

El propio canciller Timerman -embajador en Washington hasta hace muy poco- participó personalmente del decomiso de las armas y de las valijas con material militar sensible norteamericano, por las que ahora la Rosada acusa de intento de contrabando a EEUU. Voceros de Washington afirman haber caído en "una trampa" similar a la que le sucedió a Bush en Mar del Plata, cuando fue desairado por los presidentes  Kirchner y Chávez, durante la cumbre americana de 2005. 

 La historia reciente evidencia que el gobierno de Cristina Fernández ha evitado siempre criticar al régimen de Kadafi desde que comenzó la revolución en varios países árabes. Kadafi y el peronismo están unidos por lazos inmemoriales. ¿Cómo sostener los derechos humanos como eje de la política exterior argentina ante los derechos mancillados de los libios indefensos?

Todos resultan hechos contundentes de la condición imprevisible de nuestras relaciones exteriores. Lo grave para el país, es que implican la consolidación de la calificación de desconfiables. Salvo, claro, para las políticas "amigas" de Venezuela, Ecuador, Bolivia, Irán y la misma Libia.