Podría cerrar definitivamente el histórico bar Plaza Dorrego
Según los empleados, por mala administración el bar estaría por bajar sus persianas.
La crisis económica estaría por cobrarse una nueva víctima. El clásico bar Plaza Dorrego, ubicado en la calle Defensa 1098, en pleno barrio de San Telmo, está a punto de terminar con sus 140 años de historia que le valieron el título de bar notable.
Las persianas están bajas, ya no se ven las mesas y sillas de madera oscura, ni las fotos de Jorge Luis Borges con Ernesto Sábato en los años 70. Los únicos que están en el lugar son Carlos Sequeira, Sergio Alfonso y Gustavo Funez, tres de los ocho empleados que se turnan para estar 18 horas por día en la puerta como medida de fuerza para que el bar pueda seguir funcionado.
El dueño es Rubén Yufera, de 78 años. Los empleados indican que por la mala administración el local se fue a pique: no se compraba mercadería y se atendía al público solo cuatro horas por día. "Hace dos años que no se nos pagan los aportes y hace dos meses que no cobramos el sueldo. Nosotros queremos que el bar siga abierto, este lugar es una parte de nuestra vida, pero el lunes se termina el contrato de alquiler y, según nos dijo el dueño, no lo va a renovar", explicó Sergio Alfonso, de 33 años, que trabaja en el lugar hace 10. Por su parte, Funez trabaja hace 14 y Sequeira hace 30.
Yufera indicó ayer que su intención era renovar el contrato: "Toda la gastronomía está trabajando a la mitad, y magos no hay. El pago de agosto está demorado unos días, pero lo pagaré y seguiremos adelante. Hoy está cerrado, pero mañana abrimos. El bar no cierra, renovaré el contrato. Hace tres décadas que estoy acá", dijo a BAE Negocios.
"Creemos como defensoría del pueblo que debemos garantizar que el bar siga abierto porque es parte del patrimonio. Entre los bares notables, es de los más emblemáticos. La ley de bares notables dice que el ejecutivo debe buscar un mecanismo para solucionar este tipo de problemáticas. En principio debemos garantizar los derechos laborales de los empleados y luego la protección del patrimonio histórico. Hay una persona que está a cargo del lugar que aparentemente no está en condiciones de seguir gestionándolo", dijo Gabriela Alegre, titular del programa de derechos culturales de la defensoría del pueblo de la ciudad, luego de una reunión con los empleados.
Según especialistas en patrimonio de la ciudad, la situación de estos lugares se suele complicar cuando el dueño envejece y no hay herederos que estén dispuestos a administrar el lugar. En este caso, Claudio Yufera, el hijo de Rubén, trabajó durante años en el bar pero ahora vive en el exterior y no se haría cargo de la situación, según dijo uno de los meseros.
En febrero de este año cerró la librería Clásica y Moderna, que llevaba más de 80 años en Avenida Callao al 892. Fue declarada de Interés Cultural por la Legislatura porteña en el 2013, por haber sido un reconocido punto de encuentro de artistas, escritores, periodistas e intelectuales como Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares. La muerte de su dueña en 2017, Natu Poblet, una deuda por el alquiler y la caída en la venta de libros y del bar, le pusieron punto final a un lugar histórico de la Ciudad.
"Hay un recorte de cierre y apertura. Hace bastante tiempo que abrimos de 8 a 14 y los fines de semana cerramos a las 16. Los proveedores se están por llevar las heladeras y las choperas porque no se pide mercadería. No queremos hacer un juicio, queremos estar en buen término. Nosotros seguimos hablando con el dueño pero no hay una propuesta de pago. Ya van a ser dos meses que no nos pagan el sueldo. Es insostenible para nosotros. También hubo una retención indebida porque durante mucho tiempo nos restaron los aportes del sueldo pero ellos nunca los pagaron", dijo Alfonso.
"Yo tengo dos nenas, una de 14 y otra de 20. Para mí es un orgullo trabajar en un bar notable. Muchos compañeros quisieran trabajar acá. Pero mi mujer me dice que estoy perdiendo el tiempo, que debería buscar otro trabajo, pero yo quiero que esto siga. Incluso los empleados hemos propuesto una autogestión, hace muchísimos años que trabajamos acá y sabríamos cómo hacerlo", argumentó Funez.
Los tres meseros señalan que se está perdiendo la esencia del casco histórico. Frente al bar por el que hoy reclaman, hay un flamante café de una cadena norteamericana. "Ahora van a abrir algunos locales de comidas rápidas, creo que se está perdiendo la esencia", agregó Alfonso en una charla con La Nación.
Dejá tu comentario