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Pesadilla

*Por Hugo Caligaris. "Piñera, estás destruyendo mis sueños." "¡Eres mi pesadilla!" "Porque tenemos sueños, no los dejaremos dormir". (Consignas de los estudiantes chilenos que demandan mejor acceso a la educación terciaria.)

He aquí una constante del joven siglo XXI: los sueños se están transformando en pesadillas. Uno se va a la cama con temor más que con placer, seguro de que en la mitad de la noche se encontrará bañado en sudor frío y con la sensación de que lo acogota un monigote sonriente, como el Guasón de Batman. "¡Ríe, payaso, sobre mi amor despedazado! ¡Ríete del dolor que me envenena el corazón!", canta el durmiente entre sollozos, mientras el cruel destino se acomoda el jopo y sin ninguna muestra de piedad sigue apretando.

Estos desbarajustes del sueño se están dando a la vez en todo el mundo. ¿Por qué ocurren? ¿Por qué ya no nos basta el Valium? ¿Por qué la expresión "mañana será otro día" suena en la actualidad como una profecía aterradora? ¿Acaso fue un pecado haberse adormilado? ¿Acaso esta pesadilla es el castigo por haber levantado castillos en el aire y por haberlos poblado de caballeros y damas de leyenda, como el pequeño seductor Sarkozy y el justiciero príncipe Obama? ¿Es éste el baño de realidad famoso que tanto estábamos necesitando?

Ojalá este desvelamiento sea a la larga bueno, pero por el momento hay que estar preparados para las pesadillas. Una excelente forma de combatirlas es cenar liviano y limitar al máximo el consumo de alcohol, a efectos de que la larga noche no encuentre, además, narcotizado al que trata en vano de reposar. Otra buena receta es afrontar las pesadillas. Nuestras almohadas ya no volverán a ser lo que eran. El régimen onírico ha cambiado. Los indignados no se contentarán de un día para otro. La flema londinense tardará décadas en reacomodarse. Africa y Asia crujen. Lo mejor es mirar a las pesadillas cara a cara y estar listos para llegar a la madrugada sin haber pegado un ojo. Porque tenemos sueños, no las dejaremos dormir. De algún modo, vamos a conciliar las pesadillas. El sueño, en singular, retornará, tal vez, más adelante.