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Perseverante y ambicioso

*Por Carlos Pagni. José Manuel de la Sota reconquistó anoche la gobernación de Córdoba, el segundo distrito del país. Las urnas le daban el triunfo por una diferencia amplia sobre Luis Juez y Oscar Aguad, en un escrutinio exasperante por lo lento: al primitivismo del voto manual se agregó la complejidad del sistema de boleta única.

De la Sota resurge así como un dirigente inexorable en la escena nacional, cuyos movimientos serán decisivos para la interna del justicialismo.

La cordobesa es una sociedad compleja, con una proporción muy alta de votantes independientes. Por eso es difícil inferir conclusiones lineales de sus comicios. Aun así, para el éxito de De la Sota cabe una primera explicación que, de tan sencilla, puede resultar poco atractiva. En su mayoría, los cordobeses están satisfechos con la administración peronista. Según una encuesta de Management & Fit, el 56% aprueba al gobernador Juan Schiaretti -es verdad que el dueño de la consultora, Guillermo Seita, está ligado al gobernador-. El peronismo local estaría mejorando en varios puntos el resultado de cuatro años atrás, cuando De la Sota dejó la Casa de Gobierno. Los comicios de ayer, los de Santa Fe y los de la ciudad de Buenos Aires insinúan una tendencia favorable a los oficialismos. La hipótesis beneficia al kirchnerismo: en la bonanza los electorados son reacios al cambio.

Tampoco debe menospreciarse la calidad de las campañas. Es una de las fortalezas de De la Sota. Además de correr con el respaldo del Estado provincial, se rodeó de gente experimentada, como los sociólogos Heriberto Muraro y Julio Aurelio, y el publicista Ramiro Agulla.

Si se acerca el zoom sobre los actores, aparecen matices que reclaman una interpretación más sofisticada. Para conseguir el resultado de ayer De la Sota calibró la distancia exacta respecto de Cristina Kirchner. El mismo dirigente que en 1998 atribuyó su victoria a la asociación con un Carlos Menem ya muy decaído hizo esta vez una demostración sistemática de autonomía en el discurso y en la composición de la oferta electoral. La candidata a vicegobernadora Alicia Pregno, intendenta de Laboulaye, fue seleccionada en desacuerdo con la Casa Rosada, que bendijo a la rectora de la Universidad de Córdoba, Carolina Scotto. La divergencia tampoco fue una declaración de guerra del nuevo gobernador.

De la Sota ganó Córdoba por su ostensible independencia respecto de la Presidenta, sobre todo en relación con la política agropecuaria, crucial en la provincia. Pero esa posición no llegó a ser tan agresiva como para inducir a la Casa Rosada a aguarle la fiesta con una candidatura propia. El poder de De la Sota es también hijo de esa abstención. Aun así, anoche se mostró cauteloso: para pronunciar su discurso esperó a que Cristina Kirchner lo llamara para felicitarlo. Cuando habló, enfatizó la necesidad de abandonar las contradicciones artificiales. Una diferenciación difícil de disimular con el gobierno nacional, que no envió a los festejos a ningún representante. Aquel saludo de la Presidenta fue agradecido como uno más entre muchos.

Gracias a ese perfil recortado De la Sota se ubicó en el cuadrante electoral preciso. También dio el primer paso de una jugada nacional: perseverante como siempre, cuando complete su tercer mandato provincial pretende pelear la Presidencia de la Nación. Córdoba instaló de nuevo anoche un actor insoslayable en la escena del país, como en su momento lo fue Eduardo Angeloz, como lo fue el propio De la Sota. Cristina Kirchner, Daniel Scioli, Juan Manuel Urtubey, es decir, quienes aspiren a gravitar en el destino del peronismo, deben registrarlo.

Los gestos de De la Sota en los próximos meses estarán condicionados por ese objetivo de mediano plazo. Pero también por otros dos criterios. En los últimos días, leyó encuestas que indican que el 70% de sus votantes aprueba la gestión presidencial. Además, Córdoba volverá a reclamar unos $ 1000 millones que el Tesoro nacional le debe a su caja previsional. Los recursos obtenidos por Schiaretti con la última emisión de un bono se están agotando. En otras palabras: sobre De la Sota operan estímulos para una relación respetuosa, si no cordial, con la señora de Kirchner. Por lo tanto, Eduardo Duhalde no debería esperar demasiado de él para las internas del próximo domingo. Si a esa prescindencia le faltara un argumento, los sondeos de opinión muestran que Duhalde tiene entre los cordobeses una imagen negativa cercana al 40%.

Juez hizo ayer una elección razonable. Pero necesitaba más que eso: los tres últimos comicios sugieren una involución de su fuerza. Si los resultados provisionales de anoche se mantienen, habría empeorado el 36,4% de 2007 y el 30,6% de 2009. Además, el Partido Nuevo capturó pocas intendencias y tiene una probabilidad baja de ganar la ciudad capital, cuyo gobierno se decide el próximo 18 de septiembre. Sólo una estrategia muy inteligente conseguirá revertir esta recesión.

A Juez le costó atravesar el último tramo de la campaña. Sus asesores le contraindicaron los chistes, que fueron su marca. Además, su relación con el gobierno nacional quedó bajo sospecha cuando colaboró para que el Senado avalara a Mercedes Marcó del Pont al frente del Banco Central hasta 2017.

Hermes Binner no podrá sacar demasiado provecho del capital de Juez. Sobre todo porque el candidato a presidente del Frente Amplio Progresista es muy poco conocido entre sus vecinos de Córdoba. Un 47% de ellos no tiene opinión formada sobre él. La ventaja del candidato socialista es que lleva como vice a una figura muy interesante de la provincia como es Norma Morandini.

Así como el segundo lugar de Juez en las encuestas de boca de urna se vuelve problemático a la luz de su parábola política, la ubicación del radical Aguad tiene algunos rasgos promisorios, aun si se confirma el tercer escalón de los mismos sondeos. Si, en cambio, superara a Juez, Córdoba beneficiaría a Ricardo Alfonsín con una novedad impactante.

CAMPAÑA TARDÍA

Aguad hizo una campaña algo tardía, perjudicada además por el desdoblamiento de las elecciones de la intendencia cordobesa: allí la UCR postuló al senador nacional Ramón Mestre, una de las estrellas de la provincia. El candidato radical concentró ayer la mayor parte del voto antikirchnerista: 70% de sus simpatizantes no quieren a la Presidenta.

Sin embargo, Aguad mejoraba anoche el resultado de su partido en los comicios de 2007, cuando obtuvo el 22,7% de los votos. El respaldo de Mauricio Macri fue inocuo. La lenta evolución de la UCR se completa con el avance sobre numerosas comunas. Ese partido se iba imponiendo anoche en alrededor de 80 de las 200 intendencias que estuvieron en juego.

Esta es la base sobre la que se asientan las posibilidades de Alfonsín el domingo que viene. El candidato radical cuenta entre los cordobeses con un 33% de imagen positiva y con un 22% de imagen negativa.

La performance del radicalismo encierra un mensaje significativo para la política nacional. A este partido le está costando recuperarse del colapso de 2001. La mejoría en Córdoba, y el moderado despunte de Mario Barletta en Santa Fe, muestran una regeneración en cámara lenta. Sin embargo, al cabo de una década, la UCR no ha sido sustituida por otra fuerza con despliegue nacional. Pro, de Macri, ocupó su lugar en la ciudad de Buenos Aires. El socialismo lo hizo en Santa Fe y, sobre todo, en Rosario. Juez es un fruto de la crisis de la UCR cordobesa. Esta fragmentación espacial del no peronismo y la consecuente dificultad para la gestación de un proyecto político que arañe el 35% de los votos son fenómenos ineludibles para comprender la política en este ciclo histórico. En ese agujero negro del sistema de representación radica una de las claves del poder del kirchnerismo.