Perón nunca quiso a Fidel, pero los kirchneristas aman a Maduro
Al marxismo lo mató el autoritarismo y la falta de libertad. China, Rusia y Cuba son hoy Estados fuertes con sociedades con ciertas libertades económicas pero sin democracia.
Por Julio Bárbaro para Infobae.
A esta lista desde hace un tiempo hay que sumar a Venezuela. Nicolás Maduro es una mala fotocopia de Hugo Chávez, y ellos, una mala memoria de Cuba. La dimensión del exilio define como pocos el fracaso del sistema. Fidel y el "Che" mandaron a la muerte decenas de miles de jóvenes, de eso no quedó nada, ni siquiera una Cuba que sea digna de admiración. Perón nunca lo quiso a Fidel y tenía razón, eso no era una revolución. Y en rigor, lo único digno de intentar es el reformismo, que ayuda al pueblo; la revolución es solo un tema de los hijos de una clase media aburrida.
Ahora con Maduro la derecha se cura en salud, como si la democracia con miseria sea una gran opción antes que el fracaso de la demencia comunista. Nadie habla de Bolivia y de Evo Morales, ellos llegaron a varios logros que nosotros teníamos hace cuarenta años y hasta la inflación lograron controlar.
Cristina asusta como Venezuela y, para colmo, muchos de ellos aman al régimen de Maduro; típica lógica de izquierda, asustar al burgués para que el miedo nos conduzca a la derrota. Con su nuevo y exitoso libro, ella sigue con sus agresiones y provoca pena, muestra un personaje que lejos está de poder conducirnos. Claro que, viendo el desastre de Macri, todo puede ser posible.
Le dije al Presidente en persona y lo repetí en público: convocar a la unidad es la única opción para gobernar, lo hacen de entrada y expresan grandeza, o, como ahora, lo hacen ya débiles y se vuelven patéticos.
Lamentablemente, no hay duda que Cambiemos en estos cuatro años termina dejando una sociedad mucho más empobrecida de que la que encontraron, y con un asesor que les mete ideas a sus dirigentes -ya que ellos no las tienen- y necesitan de la encuesta para saber qué piensa el pueblo y, a la vez, del asesor para averiguar qué hay que decir. Siguen con el sueño de sustituir la política, la de verdad, aquella que forja un proyecto de nación e instrumenta la manera de llevarlo a cabo; sueñan con sustituirla por un cómico, un médico, un deportista u otro que hable de todo, menos de un modelo de sociedad.
Necesitamos mutar el miedo en esperanza, y para eso hay que terminar con Macri y con Cristina. Parece mucho pero, al ser imprescindible, se vuelve posible.