Pensar Malvinas en términos reales, posibles e inteligentes
*Por Gustavo Ferrari. La Argentina debe desmitificar la cuestión Malvinas, para pensar en términos posibles y reales los medios más eficientes para recuperar la soberanía plena.
En la medida en que se siga pensando en la recuperación de la soberanía como una gesta, una acción heroica o un mandato sagrado, el objetivo se plantea en las conciencias como algo abstracto, lejano, casi inalcanzable.
Además, plantear Malvinas sólo en términos de epopeya se presta a su permanente utilización política, se traduce en meras declamaciones populistas de impacto doméstico y coyuntural y nos distrae de pensar en hipótesis de trabajo realistas y concretas.
En esta línea está el Gobierno planteando el tema, reduciendo la política sobre Malvinas a un discurso repleto de simbología y de acciones contradictorias, que al presente no nos ha permitido plantear estrategias viables en el mediano y largo plazo ni tener bien en claro de qué forma vamos a ejercer la soberanía sobre la isla más austral de la tierra.
Quizás, como resulta un objetivo lejano que seguramente no será alcanzado por esta gestión de gobierno, se opta por un estilo que pretende extraer pequeños frutos inmediatos y que no se quiera perder el tiempo en una estrategia seria cuyo éxito coronarían otros.
Así nos encontramos, pasando del más crudo olvido a una abrupta exacerbación del discurso y al despliegue de una batería de medidas, tan erráticas como inconducentes, cada vez que las circunstancias políticas internas lo aconsejan.
Cabe preguntarse si, en procura del fin deseado de recuperar soberanía, valen más las altisonantes declaraciones, las amenazas, las sanciones económicas y penales o, en las antípodas, la promesa de tres vuelos semanales que nos vinculen más con los isleños. Ambas posturas emanadas del mismo Gobierno.
A la vez, ¿seremos capaces de proteger los recursos que con tanto celo reclamamos cuando tenemos serios problemas para hacerlo con los de nuestra plataforma continental?, hoy indefensa y desatendida. Creo que es la hora de intentar alianzas en el Mercosur y especialmente con Brasil para procurar acciones de mutuo beneficio. La audacia tiene que dar buenos resultados. No se es audaz gritando solo para quedarse cada vez más solo.
Debemos pensar Malvinas en el marco de una estrategia integral, y hasta regional, que incluya la protección y salvaguarda de derechos sobre toda la zona antártica.
Esta histórica incertidumbre sobre el cómo y el qué hacer con Malvinas ya está inscripta en la mirada del mundo y en la mente de todos los isleños, los atemoriza y los hace desconfiar de nuestras intenciones.
Los habitantes de las Islas carecen de autodeterminación y no debe ser parte en las negociaciones sobre la soberanía, pero no son ni más ni menos que extranjeros habitando suelo argentino y, por tal, merecedores del mismo tratamiento que nuestra Constitución y leyes le acuerdan a todo habitante de nuestro suelo. Tener claro esto será un notable avance para repensar la estrategia.
Considerar los intereses de los malvinenses y procurar un paulatino acercamiento en términos sociales, culturales y, por que no, económicos, recobra además, en el actual contexto, un valor sustancial en tanto su creciente desarrollo comercial hace vislumbrar una puja con el Reino Unido en pos de cierta autonomía política y económica, como ya lo han planteado varios isleños, favorecida por más de 8000 kms. de distancia.
Es el momento de discutir y definir una única estrategia sobre Malvinas. Después de 10 años del peor proyecto, el de la guerra, no podemos seguir careciendo de una política de estado clara, uniforme y contundente que trascienda los gobiernos. O se elige avanzar en acciones agresivas para con los intereses ingleses, de los malvinenses y de los privados con quienes se relacionan que no acompañaré, o cambiamos el norte hacia políticas innovadoras y más audaces que reconozcan en la empresa un desafío largo y paciente pero también su viabilidad en el futuro.
En este último sentido me encuentro trabajando, como miembro de la Comisión de Relaciones Exteriores, a través de distintos proyectos que, en una primera etapa, procuran un acercamiento y paulatina relación entre islas y continente, abarcando intercambios turísticos, acceso a la educación en el continente, asistencia sanitaria y otras acciones de integración.
Seamos inteligentes, por una sencilla razón geográfica, estamos en muchas mejores condiciones de ofrecer estos servicios que el Reino Unido, y estoy seguro de que en el mediano plazo impactarán positivamente en la consideración de los isleños, como un primer paso para que poco a poco, la idea de soberanía se vaya imponiendo con el peso de una consecuencia lógica e inevitable que nace del inalterable derecho natural que nuestra Nación tiene sobre esas tierras.
Además, plantear Malvinas sólo en términos de epopeya se presta a su permanente utilización política, se traduce en meras declamaciones populistas de impacto doméstico y coyuntural y nos distrae de pensar en hipótesis de trabajo realistas y concretas.
En esta línea está el Gobierno planteando el tema, reduciendo la política sobre Malvinas a un discurso repleto de simbología y de acciones contradictorias, que al presente no nos ha permitido plantear estrategias viables en el mediano y largo plazo ni tener bien en claro de qué forma vamos a ejercer la soberanía sobre la isla más austral de la tierra.
Quizás, como resulta un objetivo lejano que seguramente no será alcanzado por esta gestión de gobierno, se opta por un estilo que pretende extraer pequeños frutos inmediatos y que no se quiera perder el tiempo en una estrategia seria cuyo éxito coronarían otros.
Así nos encontramos, pasando del más crudo olvido a una abrupta exacerbación del discurso y al despliegue de una batería de medidas, tan erráticas como inconducentes, cada vez que las circunstancias políticas internas lo aconsejan.
Cabe preguntarse si, en procura del fin deseado de recuperar soberanía, valen más las altisonantes declaraciones, las amenazas, las sanciones económicas y penales o, en las antípodas, la promesa de tres vuelos semanales que nos vinculen más con los isleños. Ambas posturas emanadas del mismo Gobierno.
A la vez, ¿seremos capaces de proteger los recursos que con tanto celo reclamamos cuando tenemos serios problemas para hacerlo con los de nuestra plataforma continental?, hoy indefensa y desatendida. Creo que es la hora de intentar alianzas en el Mercosur y especialmente con Brasil para procurar acciones de mutuo beneficio. La audacia tiene que dar buenos resultados. No se es audaz gritando solo para quedarse cada vez más solo.
Debemos pensar Malvinas en el marco de una estrategia integral, y hasta regional, que incluya la protección y salvaguarda de derechos sobre toda la zona antártica.
Esta histórica incertidumbre sobre el cómo y el qué hacer con Malvinas ya está inscripta en la mirada del mundo y en la mente de todos los isleños, los atemoriza y los hace desconfiar de nuestras intenciones.
Los habitantes de las Islas carecen de autodeterminación y no debe ser parte en las negociaciones sobre la soberanía, pero no son ni más ni menos que extranjeros habitando suelo argentino y, por tal, merecedores del mismo tratamiento que nuestra Constitución y leyes le acuerdan a todo habitante de nuestro suelo. Tener claro esto será un notable avance para repensar la estrategia.
Considerar los intereses de los malvinenses y procurar un paulatino acercamiento en términos sociales, culturales y, por que no, económicos, recobra además, en el actual contexto, un valor sustancial en tanto su creciente desarrollo comercial hace vislumbrar una puja con el Reino Unido en pos de cierta autonomía política y económica, como ya lo han planteado varios isleños, favorecida por más de 8000 kms. de distancia.
Es el momento de discutir y definir una única estrategia sobre Malvinas. Después de 10 años del peor proyecto, el de la guerra, no podemos seguir careciendo de una política de estado clara, uniforme y contundente que trascienda los gobiernos. O se elige avanzar en acciones agresivas para con los intereses ingleses, de los malvinenses y de los privados con quienes se relacionan que no acompañaré, o cambiamos el norte hacia políticas innovadoras y más audaces que reconozcan en la empresa un desafío largo y paciente pero también su viabilidad en el futuro.
En este último sentido me encuentro trabajando, como miembro de la Comisión de Relaciones Exteriores, a través de distintos proyectos que, en una primera etapa, procuran un acercamiento y paulatina relación entre islas y continente, abarcando intercambios turísticos, acceso a la educación en el continente, asistencia sanitaria y otras acciones de integración.
Seamos inteligentes, por una sencilla razón geográfica, estamos en muchas mejores condiciones de ofrecer estos servicios que el Reino Unido, y estoy seguro de que en el mediano plazo impactarán positivamente en la consideración de los isleños, como un primer paso para que poco a poco, la idea de soberanía se vaya imponiendo con el peso de una consecuencia lógica e inevitable que nace del inalterable derecho natural que nuestra Nación tiene sobre esas tierras.