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Pelea por el tren, lejos de la gente

* Por Ricardo Roa. Nadie tiene claro aún si el descarrilamiento en el Sarmiento fue un acto de sabotaje, como sostiene el Gobierno, o un desperfecto, de los tantos que hay en esa línea.

Tampoco si la violencia que se desató dos horas después fue espontánea o armada por activistas (Ver: Denuncia de sabotaje y cruce político por la quema de trenes).

Sin embargo, el jefe de los ministros dice que ya hay una respuesta y el que la tiene es Pino Solanas.

Y si por una vez se le da crédito a Aníbal Fernández, no es casual que todo haya ocurrido el día del lanzamiento del líder de Proyecto Sur en la Ciudad.

"Yo no le echo la culpa a Solanas, sólo señalo casualidades", aclaró haciéndose el ingenuo y como si su verdadera intención no fuera dejarlo pegado. Se refirió a lo ocurrido ayer y también a lo que había pasado en el mismo ramal hace más de cinco años, cuando fueron incendiados 15 vagones en otro día de furia. En ese momento, Solanas lanzaba su película El último tren , donde retrata el deterioro de los ferrocarriles.

Si aquella acusación que nunca probó y por la que debió retractarse era insólita, esto de ahora suena todavía más descabellado. A menos que Fernández posea información que no quiere hacer pública, ¿ en qué podría beneficiar una quema de vagones la proclamación de Solanas ? En realidad, todo suena a intento de dañar a un candidato que puede restarle votos al kirchnerismo.

En lugar de imaginar conspiraciones, el Gobierno tendría que tomarse en serio lo que pasó.

Investigar si el ajuste de vías que se aflojó y provocó el descarrilamiento fue intencional o por falta de mantenimiento. Y si los sospechosos incendios posteriores fueron obra de activistas.

Lo que está fuera de toda discusión es el estado en que se encuentran los trenes y la manera cómo viaja la gente. Esto también es serio y aquí no hay sabotajes ni políticos opositores a quienes responsabiliza r. El tren se paga dos veces. Una a través del boleto y otra mediante subsidios que se financian con impuestos.

Y el Gobierno gastó $ 11.200 millones sólo en los últimos cuatro años.