Paz y tolerancia, mensaje navideño
La festividad de la Navidad debe ser una ocasión propicia para la reflexión sobre los valores de la paz, la tolerancia y la convivencia civilizada, los cuales la Argentina debe alcanzar en plenitud.
Mañana, como sucede desde hace siglos, se celebrará la Navidad, o sea el nacimiento de Jesucristo. Se trata, pues, de una de las efemérides religiosas más importantes para la Iglesia Católica y demás religiones cristianas, pero que tiene un valor ecuménico para todas las creencias y razas e incluso para los no creyentes.
Hay una sentencia católica que dice: "Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad". Y es quizá la reivindicación de la paz el valor más preciado de la festividad navideña, porque el mundo –tanto ayer como hoy– necesita de ella, fundada en la tolerancia y la convivencia civilizada.
Construir una "patria de hermanos" sigue siendo un sueño para todos los pueblos. Un sueño, pero también un objetivo, una prioridad que debe estar en el pensamiento y el espíritu de todos los hombres y mujeres, sobre todo de aquellos que tienen responsabilidades como dirigentes, cualesquiera sean sus ámbitos de actuación y su poder de decisión.
Estamos concluyendo el primer decenio de un nuevo siglo, en el que las guerras ideológicas de la centuria pasada han sido suplantadas por las guerras étnicas y religiosas. El conflicto de Occidente con el Islam, que viene de muy lejos, tuvo una nueva y violenta expresión en los ataques a las Torres Gemelas de Nueva York en septiembre de 2001 y la consiguiente e inútil invasión a Irak, prolongada luego en tierras de Afganistán.
Se trata de un conflicto que se mantiene vigente. Por ello, la reconciliación de occidentales y musulmanes es un clamor de toda la humanidad. El pluralismo religioso y étnico, en un marco de tolerancia, no es algo fácil de lograr, pero es el gran objetivo en que están empeñados casi todos los gobiernos y la comunidad internacional. La paz entre palestinos e israelíes forma parte de ese gran empeño, ya que –de concretarse– ayudaría en grado sumo a la solución de todos los conflictos de naturaleza semejante.
Pero hay otros factores que conspiran contra la convivencia, la armonía y la hermandad, como son la pobreza, las desigualdades sociales y las injusticias. A ello se añade el clima de intolerancia, confrontación y crispación que suelen fomentar algunos gobiernos, como ha sucedido en la Argentina en los últimos años.
Afortunadamente y por imperio de la realidad, existen leves señales de un cambio. Pero la ciudadanía debe mantenerse alerta y vigilante ante los desbordes del autoritarismo y sostener muy alta la bandera de la paz social, que es la base para construir un país mejor y abrir las puertas a soluciones comprensivas y consensuadas a los grandes problemas que afectan a la sociedad.
La tarea de construir una paz auténtica, la tolerancia y el respeto a los demás, en especial a las minorías, son un compromiso que deben reafirmar todos los argentinos en esta fecha.