PASO o no PASO, esa no es la cuestión
*Por Julia Pomares. Estamos en la recta final. El 25 de junio cerró el plazo para inscribir candidaturas para las elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) del 14 de agosto. Ningún partido o alianza de partidos podrá presentar el 23 de octubre otras candidaturas que no sean las surgidas de las primarias.
Las listas que se presenten en agosto tienen que salir airosas de un test no menor: obtener el 1,5% de los votos.
Será la primera vez que la Argentina utilice esta modalidad de selección de candidaturas para cargos nacionales. El abanico de opciones distintas "al dedo" de la cúpula partidaria es amplio aunque en los últimos 15 años varios países latinoamericanos establecieron la obligatoriedad de elecciones internas. Las primarias doblemente obligatorias (para los partidos y para los votantes), simultáneas (celebradas el mismo día) y abiertas (deben votar no sólo los afiliados sino también los independientes), como tendremos este año, son algo novedoso en la región.
Al igual que con otros cambios, como en la forma de votar, en Salta, Santa Fe y en Córdoba, la innovación vino primero de la mano de las provincias.
El sistema de primarias santafesinas, ya utilizado dos veces, es el más parecido al nacional. Pero no es el único. Desde 2003, siete provincias legislaron la introducción de elecciones primarias.
A diferencia de la primaria santafesina del pasado 22 de mayo, el plato más fuerte de la jornada electoral no estará abierto a la degustación ciudadana, ya que los partidos y alianzas presentaron candidaturas presidenciales únicas.
Y esto ha llevado a sostener que deberían suspenderse, hecho no sólo probablemente inviable (su derogación requeriría mayorías especiales en ambas Cámaras del Congreso) sino que la misma discusión acerca de esta posibilidad es perniciosa para la calidad del proceso electoral y nos invita a esta reflexión.
Generar incertidumbre acerca de las reglas en pleno proceso electoral es entendible desde la táctica individual de cada actor político pero pésima para el conjunto .
Una buena medida sería eliminar esta opción y adoptar la regla brasilera – incorporada en su Constitución- que impide implementar cambios a la legislación electoral a menos de un año del día de las elecciones.
Esta regla no impediría que, luego del proceso electoral, el Poder Legislativo plantee una evaluación del desempeño de las primarias con respecto a las metas previstas. Por ahora, el objetivo del legislador de reducir la oferta electoral parece haberse cumplido.
La ley de reforma política ya tuvo efectos en reducir la cantidad de partidos políticos y de candidaturas.
Lograr que las primarias redunden en la participación informada de la ciudadanía en la vida interna de los partidos políticos, el otro gran objetivo, parece más difícil. Dependerá, en gran medida, de los esfuerzos de difusión que se realicen.
Esto es clave para garantizar la equidad en la competencia por el piso de votos exigido. También se podrán evaluar algunos aspectos propios del sistema elegido, como el rol central adjudicado a las juntas partidarias. Hay tiempo para esto.
Mientras tanto, concentrémonos en que salgan bien.