Pasiones desatadas
* Por Adrián Pecollo. Queda un mes por delante. La política se prepara lentamente para las próximas elecciones. El oficialismo recurre a viejos instrumentos. Sabe que no debe descuidar la grey estatal.
Comprende hoy casi 45.000 almas. Saiz otorgó en el primer semestre un aumento del 27% y ahora, a semanas de las elecciones, sumó 300 pesos desde agosto, que equivalen a otro 8% del salario medio. Llega al 35% en lo que va del año. La masa en el 2011 ya proyecta un alza de 1.000 millones. Equivale a un 42%. Neuquén rondó el 28%.
Innegable preeminencia gubernamental. Nadie duda del derecho salarial, pero el desvío de sólo 100 pesos por cada asalariado permitiría una disponibilidad anual de casi 60 millones. El doble de lo que Río Negro hambreó en la Nación para los productores frutícolas. Cree y se aprovecha de esa deferencia hacia el personal. Igualmente esa consideración se exhibe más frente a la orfandad de otras acciones. Tal atención estatal explica, además, que sus más fieles aliados están en los gremios públicos.
Ese poder de seducción que Saiz busca en lugares desde ya no está. El gobernador –acompañado por su secretario general, Francisco González– encabezó una arremetida descontrolada hacia la Justicia. Conjura que allí se edifican su incierto cuadro electoral y su ignoto futuro penal. Tiene motivos para inquietarse porque esta gestión acumuló –como ninguna otra– decenas de causas por fraude al Estado provincial.
El oficialismo creyó que los jueces sostendrían su histórico cumplido de paralizar cualquier trámite penal frente a la proximidad de las elecciones. El juez Carlos Reussi violó esa costumbre. Tampoco tenía mucho margen. Frente al pedido del fiscal, el magistrado convocó a indagatorias al gabinete por los sobresueldos y repitió ese llamado para el ministro Omar Contreras por anómalos pagos de Turismo. Aquel expediente tenía seis meses de oficios y la investigación turística sumaba más de un año en su despacho.
Un gesto del que Saiz siempre se vanaglorió fue que no hablaba con la Justicia. "No la necesito", repetía, confiado en que nunca existiría imputación cercana. Cumplió, y por momentos esa forma rondó el desaire institucional. El terreno se modificó y el gobernador ya no tiene tanta placidez.
Su aparente concesión a la independencia judicial se demuele cuando emergen fallos contrarios. No dudó en el castigo cuando eso ocurrió. El STJ padeció por más de un año que no firmara el acuerdo con la AFIP de planes de pago para implementar las jubilaciones del 82%. ¿Cuál fue la "falta" de los jueces? Anular la consulta convocada para el 27 de junio del año pasado por la reforma constitucional. Para Saiz ese rechazo fue la génesis de su frustrado intento reeleccionista.
En su descalificación a Reussi el gobernador habló de que el PJ ofreció al juez nombrarlo en la Fiscalía General, vacante por la partida de Nelson Echarren. El radicalismo se atormenta cuando detecta que otros reciclan vicios suyos. Echarren llegó como propuesta e imposición radical. Lo que desvive al gobierno es que cualquier oferta opositora –más allá de la veracidad o no de aquella– tiene hoy valor real. Un efecto que nunca conoció en manos extrañas.
A un poco más de 100 días de irse, Saiz parece vislumbrar la clara pérdida de su poder. Esta tribulación explica –en su verbo– su nerviosismo y desesperación frente a las decisiones judiciales en las causas que jaquean su gestión, como la de los sobresueldos. Una fase que alcanza a todos los jueces. Hasta el presidente del STJ, Alberto Balladini –que es el más sólido contacto del mandatario–, protegió a los suyos, aunque recurrió a una obviedad: no dejarse amedrentar y "no asustarse" frente a esas presiones políticas, dijo.
El oficialismo se espanta con que esa ola rebase al STJ y deseche esta semana la candidatura de Jorge Ferreira para un tercer mandato en Viedma. Semejante revés podría tornarse premonitorio del destino de Barbeito-Arriaga.
Ya la Justicia Electoral está abarrotada. Existe un muestrario de los conflictos que los políticos no lograron superar y llevaron a los magistrados. Como contrapartida, la dirigencia política hurga en los casos penales. Sorprendió Ferreira con un inusual vapuleo hacia la cámara electoral que no aceptó su re-reelección. La misma integración que favoreció a su gestión con varias demandas, incluyendo la de expropiación de la Manzana Histórica. Saiz amplió sus quejas y culpó a ese cuerpo de desarticular candidaturas que apoyan a Barbeito. El maltrato a la población judicial se extiende a los radicales. Misión que, hasta ahora, acaparaba Soria.
Esos lamentos mayormente exponen la ineptitud y la falta de ejercicio político, ese arbitraje de intereses contrapuestos. Entre otros fallos, el tribunal inhabilitó al reginense Pedro Nardanone para su postulación legislativa por URN y a Ferreira para su candidatura local. Aquel fue impugnado por el PPR y el viedmense por el legislador Mario De Rege, pero ambos respaldan la fórmula de Barbeito y Arriaga. Nadie responde por tantos contrasentidos.
El ex ministro y candidato oficialista demuestra esfuerzo de campaña pero esa actitud no sirve –por sí sola– para ganar elecciones. Los sondeos coinciden. Carlos Soria-Alberto Weretilneck atesoran –como mínimo– un 40-42% mientras que Barbeito-Arriaga crecen pero su progreso, si persiste, es demasiado perezoso para cubrir en un mes la brecha existente. La suba de la fórmula es lógica tras un caudal primario del 20%. Por caso, en el 2003, en su peor performance, el radicalismo obtuvo un 35% de los votos aunque alcanzó para el triunfo de Saiz ante el reparto de las otras tres fuerzas: Soria (34%), Arriaga (17%) y Eduardo Rosso (10%). La elección de septiembre –según todas las encuestas– pronostica su polarización y se prevé que la tercera fuerza se aproxime al 10%.
El apoyo a la dupla oficial oscila entre el 25 y el 28%. Barbeito acepta que falta subir a la campaña a parte de la dirigencia. A Saiz también. El gobernador mide ese paso. Insiste, con pocos argumentos, en su confianza por los sucesivos triunfos de los oficialismos. Pero no puede aún con el encono por el arrebatado intento por otro mandato. "Ahora me quieren a mí", repitió a ciertos dirigentes que antes resistieron su re-reelección. Barbeito sigue fielmente subordinado a Saiz, entonces poco y nada de lo que pretende consigue decírselo. Así está su campaña. Ese oscuro financiamiento –del que siempre gozó este oficialismo– no aparece y hay reproches en ámbitos equivocados.
Así, el Frente puede sostener su táctica, sustentada en las miserias oficiales. Tanto se nutre de esas desdichas que emanan cuestionamientos por la exagerada pasividad proselitista. Esa objeción se direcciona, entre otros, al intendente reginense Luis Albrieu. No es el único. Soria escucha similares reclamos. Su primacía –según sus sondeos– supera el 45%. Punto más, punto menos, el logro está en el resguardo del caudal alcanzado hace varios meses cuando el plan radical exige erosionar esa aceptación. Por eso el roquense evalúa cada acción por su impacto electoral. Esa conclusión esgrime cuando esquiva describir medidas y hombres de gobierno. Carencia que le reprochan. "Lo pienso y lo vemos", repite. Miguel Pichetto milita para esa presentación y el candidato lo escucha como pocas veces antes. Es justo. El senador lo patrocina y lo impone en los despachos nacionales, ayudado obviamente de encuestas favorables. Lo ubica en sillas preferenciales aunque luego se incomode, como cuando Soria maltrató a Saiz frente a los ministros. Pichetto le garantiza el apoyo nacional. El viernes llegará el ministro y candidato Amado Boudou a Bariloche. Habrá reuniones con empresarios pero también un acto político.
Cinco Saltos vota el domingo su gobierno. Será el último turno. La sociedad se mueve hacia la jornada electiva del 25 de septiembre, esperando que la dirigencia luego abandone las especulaciones y se dedique a las cosas más cotidianas.adrianpecollo@rionegro.com.ar