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Paradojas del desempleo

*Por Robert Samuelson. Un misterio de la sombría economía norteamericana (que también se observa en otros países) es la existencia de puestos de trabajo no ocupados en medio de un desempleo masivo.

Uno pensaría (yo lo hice) que con casi 14 millones de estadounidenses desempleados -y casi la mitad de ellos durante más de seis meses- las empresas podrían llenar cualquier vacante rápidamente. Pero no es así. De alguna manera, hay una falta de correspondencia entre los trabajadores desocupados y los puestos de trabajo que se ofrecen. Los economistas llaman a este fenómeno "desempleo estructural".

En toda economía dinámica, los cambios constantes en tecnologías, productos y empresas crean naturalmente brechas entre las destrezas disponibles y las destrezas requeridas.

No está claro cuántos puestos de trabajo se han visto afectados; no hay estadísticas definitivas. El economista Harry Holzer, de Georgetown University, piensa que la tasa de desempleo de EE UU podría estar más cerca del 8 por ciento que del actual 9,1 por ciento, si se llenara la mayoría de estos puestos. Eso implica hasta 1,5 millones más de empleos efectivos. El economista Prakash Loungani, del Fondo Monetario Internacional, estima que un 25 por ciento del desempleo es estructural; eso representa más de 3 millones de puestos. Un reciente estudio de 2.000 empresas realizado por el grupo de investigaciones McKinsey Institute, halló que el 40% de las compañías tuvo vacantes durante por lo menos seis meses, por no poder hallar candidatos adecuados.

DATOS PARA COMPUTAR

Reconozcamos dos realidades. Primero, aunque el desempleo estructural es importante, la causa principal del alto desempleo sigue siendo la profunda crisis. En la recesión, los puestos de trabajo bajaron un 20 por ciento en la construcción, un 15 por ciento en las fabricaciones y un 7 por ciento en las ventas al por menor. Sólo una economía más fuerte puede remediar este desempleo.

Segundo, una gran economía como la norteamericana siempre cuenta con algunas vacantes. La gente se va o la despiden. Los trámites de contratación son lentos. Algunos puestos sumamente especializados son inherentemente difíciles de llenar: digamos por ejemplo, un ingeniero de transporte que hable con fluidez tanto chino como inglés (un ejemplo de la vida real).

Aún así, esta falta de correspondencia en los puestos de trabajo perjudica la recuperación y no augura nada bueno. Cuanto más difícil es encontrar trabajo, más tiempo está la gente desempleada -y esto, a su vez, empeora sus perspectivas-. "El desempleo a largo plazo envía una señal negativa a los empleadores: ¿Qué le pasa a esta persona?", dice Holzer. Algunos de los puestos de trabajo perdidos en la recesión y las destrezas asociadas con ellos ya no volverán. "Las redes de los trabajadores (los contactos) se atrofian", agrega. "Sus aptitudes parecen más obsoletas".

A medida que más trabajadores se vuelven menos empleables, algunos economistas elevan sus cálculos de "pleno empleo". Tratar de empujar el desempleo por debajo del 6 por ciento con un crédito fácil arriesgaría una inflación mayor.

Carl Camden, director de una empresa de empleo temporario, expresa que la escasez de aptitudes se extiende por un abanico de puestos de trabajo, desde electricistas a operadores informáticos o hasta científicos con doctorados para realizar pruebas clínicas de medicamentos.

"No se puede encontrar ingenieros para cubrir puestos de trabajo en muchas ciudades", expresa Camden. "Tenemos tres puestos por cada candidato".

En toda economía dinámica, los cambios constantes en tecnologías, productos y empresas crean naturalmente brechas entre las destrezas disponibles y las destrezas requeridas. Pero las brechas actuales parecen trascender eso. Un estudio para la Asociación Nacional de Fabricantes del 2009, en plena recesión, halló que un tercio de las empresas aún tenía vacantes. La escasez era mayor para ingenieros y científicos y entre las empresas aeroespaciales, de defensa y de biotecnología.

ALGUNAS CAUSAS

Las teorías abundan sobre qué es lo que no funcionó. En lo referido a los puestos para obreros especializados, las escuelas secundarias han puesto menos énfasis en la capacitación vocacional; las instituciones terciarias comunitarias frecuentemente no están bien conectadas con los mercados de trabajo locales y los programas de aprendizaje de los sindicatos se han ido marchitando, expresa Anthony Carnevale, director del Centro sobre educación y fuerza laboral de Georgetown. Otra teoría es que los norteamericanos están menos dispuestos a mudarse por trabajo. El estudio McKinsey informa que, en los años 50, uno de cada cinco norteamericanos se mudaba todos los años; ahora es uno de cada 10. "El trabajo es más móvil que los trabajadores", expresa Camden.

Las empresas tradicionalmente proporcionaban capacitación, pero eso podría también haber cambiado. Las lealtades se han debilitado. Las empresas están más dispuestas a despedir; los trabajadores están más dispuestos a abandonar el trabajo. La capacitación podría parecer una mala inversión porque los trabajadores no se quedan el tiempo suficiente para que se gane un beneficio. En el estudio McKinsey, las empresas negaron reducir los presupuestos para la capacitación. Pero Carnevale y otros piensan que la capacitación ha cambiado. Antes, las empresas proporcionaban más capacitación básica empresarial o tecnológica; ahora, las empresas esperan que los trabajadores vengan ya con estas aptitudes y concentran el entrenamiento en prácticas y sistemas específicos de la empresa.

"Los empleadores están procurando personal con aptitudes demostradas en las áreas correctas" expresa el estudio McKinsey. "La causa número 1 de la dificultad en llenar puestos de trabajo (citadas por el 45 por ciento de las empresas) es la falta de experiencia suficiente".

Es, entonces, un callejón sin salida: No lo contratarán a uno si no tiene experiencia; pero no se puede tener experiencia a menos que lo contraten. Con los rápidos cambios en la tecnología, los trabajadores necesitan saber más, incluso cuando los sistemas de apoyo para sus aptitudes se debilitan. No hay una cura instantánea para la falta de correspondencia actual en los puestos de trabajo, pero podría aliviarse si las empresas más grandes de Estados Unidos fueran un poco más audaces. Sin duda muchas de ellas -que gozan de fuertes ganancias- podrían hacer la pequeña apuesta de que, al proveer de más capacitación a sus trabajadores, se beneficiarían a sí mismas y también al país.