"Para ser feliz no se necesita tanto"
Por Cecilia Escola* Es suiza y en Latinoamérica descubrió su pasión por la fotografía. Sus libros hacen foco en la Patagonia, el Norte y la Mesopotamia.
Jasmine Rossi tardó en descubrir su espíritu de aventura. Nació en Suiza, se crió en Andalucía e Italia, y creció en el lujo de una familia de clase alta europea. Con un Master en Política Económica de la London School of Economics, su meta era ser periodista. Vivía en Londres, terminaba su tesis y trabajaba para un ministro del Parlamento Europeo, cuando un problema de salud la obligó a parar.
Era 1995, se tomó un año sabático y decidió conocer Latinoamérica. Fue un viaje iniciático que la convirtió en fotógrafa profesional. En el `96 se instaló en Península Valdés y estuvo en pareja con un guardaparques. Hizo un impasse de cuatro años en Nueva York, donde conoció a un príncipe iraní de la dinastía Qajar y se casó. Pero su vida de princesa terminó en divorcio y decidió regresar a la Argentina.
Desde entonces vive en un encantador departamento en Recoleta, que comparte con su novio, el fotógrafo y documentalista Daniel Fox. Rossi recorrió kilómetros de la Argentina y sacó miles de fotos, que se plasmaron en cuatro libros: "La Patagonia sobre el mar", "El alma de la Patagonia", "Las cuatro estaciones de la Patagonia" y "El alma del Norte" (Ediciones Larriviere). A la espera de publicación están "El alma de la Patagonia 2" y "El alma de la Mesopotamia", y en proyecto, fotografiar Cuyo y La Pampa.
Noticias: ¿Imaginó una vida de aventuras?
Jasmine Rossi: Una vez me leyeron la palma de la mano y me dijeron que en la mitad de mi vida iba a renacer. Pero no me lo propuse, no era una aventurera. Sucedió de casualidad, trabajaba en Londres, mi jefe me encargó escribir un libro suyo y, además, yo preparaba mi tesis. Escribía diez horas por día, se me inflamaron los tendones, y el médico me dijo que parara por un tiempo. Tenía una vida muy movida y quería ser una superperiodista. Decidí tomarme un año sabático y conocer Latinoamérica.
Noticias: ¿Y cómo comenzó con la fotografía?
Rossi: Fue en el Altiplano de Bolivia. Yo venía muy acelerada, pero un día me levanté, había unos colores muy lindos en el cielo, y no me importó qué hora era. Me conecté con el lugar y entré en una especie de onda zen, empecé a sacar fotos con una cámara que había comprado en Venezuela. No tenía idea, pero esas son algunas de las mejores fotos que hice hasta hoy.
Noticias: ¿Qué pasó cuando llegó a la Argentina?
Rossi: Me sentí como en casa, la gente y el lugar tenían la misma onda que la Andalucía de mi infancia. Me conecté con amigos de amigos en Buenos Aires, fuimos a Mendoza, luego a Salta, y después a Península Valdés. Ahí conocí al guardaparques y a un fotógrafo, y me invitaron a quedarme. Estuve dos meses y me enamoré del guardaparques, era divino. En todos mis viajes encontré gente linda que me ayudó y me recibió con los brazos abiertos, y con la que compartí muchas vivencias. Ese contacto con personas tan diversas me enriqueció la vida y me humanizó.
Noticias: ¿Y cómo siguió la historia?
Rossi: Viajé a Londres para aprender fotografía, porque quería hacer un libro sobre Península Valdés. Me anoté en cursos, compré libros, estudié a los grandes fotógrafos, y practiqué un montón. En Nueva York compré el equipo y regresé a Valdés para fotografiar las orcas. Me quedé dos años viviendo en una cabaña sin teléfono ni electricidad, muy enamorada del guardaparques y con ganas de casarme, pero después la relación no funcionó. Era una vida linda y simple, muy diferente de la que yo acostumbraba, pero me adapté muy rápido: en contacto con la naturaleza, sacando fotos, sin televisión, supermercado, mucama ni entretenimientos, y no me aburrí nunca. Me hizo ver qué es lo importante y que para ser feliz no se necesita tanto.
Noticias: ¿Qué la conmovió de la Patagonia?
Rossi: Las grandes extensiones, el vacío, la soledad y el poder volver a lo esencial. Allí la naturaleza es muy real, muy fuerte. Me gustó también navegar en zonas donde no va nadie y descubrir lugares casi desconocidos.
Noticias: ¿Y cómo hace para captar el alma de la naturaleza?
Rossi: Para entender un lugar tengo que sentirlo, y para sentirlo, tengo que permanecer ahí. Me quedo mucho tiempo, o vuelvo y vuelvo. La primera vez que quise fotografiar el Lanín, estuve casi tres semanas y nunca lo vi; la segunda vez la visión era una mierda, y recién en la tercera pude sacar unas fotos muy lindas.
Noticias: ¿Qué impresión le quedó del Norte y de la Mesopotamia?
Rossi: En esos lugares el alma tiene mucho que ver con la gente, y por primera vez empecé a fotografiar personas, además de naturaleza. En el Norte me gustó su sentido de la tradición, y en la Puna, la sensación de naturaleza pura. En Corrientes encontré gente muy abierta, la más alegre que he conocido en el país. El gaucho correntino es divino, con su música y sus bailes. Misiones me desilusionó porque no tiene una cultura propia, y me entristeció ver la selva misionera tan destruida por los desmontes y las cacerías ilegales, y que no exista una política de protección.
Noticias: ¿Hizo cosas arriesgadas por sacar fotos? ¿Estuvo en peligro?
Rossi: Sí, siempre busco fotografiar lo diferente o especial. Me banqué frío, calor, sed, hambre, días sin ducharme. Me metí en el agua fría y turbia del Golfo Nuevo para fotografiar las ballenas, aunque les tengo terror a los tiburones. Una vez, buceando en la Isla de los Estados, no me di cuenta de que mi traje estaba abierto, entró agua y casi me ahogo. Pasé tormentas terribles navegando en el Cabo de Hornos, pensé que nos moríamos y casi nos estrellamos contra las rocas. También estuve cuatro meses en la Antártida en un buque militar, era la única mujer, y fue duro. Me metí en lugares y soporté cosas que nunca imaginé, pero la pasión superó todos los obstáculos. Y descubrí una fortaleza y un espíritu de aventura que no sabía que tenía.