Para la justicia, una jeringa infectada con SIDA no es un arma
Una mujer quedó al borde del juicio oral y público al ser acusada de "robo con armas" por el asalto a un taxista al que amedrentó con una jeringa cargada con sangre contaminada con el virus del SIDA.
La Sala V del Tribunal confirmó el procesamiento por "robo con armas" contra la imputada D.C.S., al calificar como tal el haber usado la jeringa durante el hecho, que habría protagonizado en mayo de este año en ocasión de encontrarse bajo los efectos de drogas.
En su descargo, la defensa aseguró que la mujer "no pudo comprender la criminalidad del acto y dirigir sus acciones porque se encontraba bajo los efectos de sustancias psicoactivas".
No obstante, los camaristas Mirta López González y Rodolfo Pociello Argerich, de la Sala V, rechazaron que no haya comprendido su accionar, más allá de que la imputada "presenta un síndrome psicoorgánico con consumo de sustancias psicoactivas".
"Si bien al momento de los hechos estaba bajo los efectos de dichas sustancias, no aparece como verosímil que sus acciones se hayan debido a la influencia de éstas, pudiéndose inferir que poseía autonomía psíquica suficiente para comprender y dirigir sus acciones", según los jueces.
Al respecto, recordaron que cuando la acusada abordó el taxi "indicó un recorrido, para luego en forma imprevista apoyarle una jeringa en el cuello manifestándole que le inyectaría Sida, además de lo cual le exigió, entre otros efectos, la entrega de las llaves del rodado a fin de impedir que la siguiera".
También tuvieron en cuenta que "el intento de fuga protagonizado al momento de ser identificada por el personal policial, resulta demostrativo de que comprendía lo que hacía y de que su comportamiento resultaba contrario a las normas sociales".
Así, al confirmar el procesamiento fijado en primera instancia por el juez de instrucción Facundo Cubas, la mujer quedó al borde del juicio oral y público.