Para comer todavía falta poner la mesa
Miles y miles de argentinos hacen malabares cada día para poder comer. ¿Hacen falta más acciones de los actores sociales?
En contradicción, día a día los argentinos son testigos directos –y también víctimas- de un aumento nuevo de precio en cualquier tipo de alimento, mientras que a la par cuentan con cada vez menos herramientas para poder llevar un plato de comida a la casa.
La carne es un producto cada vez más ausente en la mesa de los argentinos, pero también las frutas y verduras, tan necesarias para una dieta equilibrada, son casi inaccesible para un grupo familiar. Los salarios no crecen o lo hacen a ritmo desigual. No hay ayuda social que alcance. Y encima desapareció el IFE, en un mes complicado como es diciembre en un año difícil como lo fue el 2020 con una pandemia inesperada.
Casi la mitad de los argentinos es pobre, y no es muy alejado estimar que más del 50% del país no llega a cumplir con la cantidad de comidas diarias. Millones de niños y adolescentes son pobres, los jubilados también están empobrecidos. Se forma una dependencia: la habitual de los chicos con sus padres pero también la de los ancianos con sus hijos y la de los propios adultos, algunos desempleados, con parientes cercanos.
Es un contexto económico socioeconómico difícil, y ninguno de los actores sociales quiere ceder. Hace falta un plan económico más general y a largo plazo, un acuerdo entre todos los sectores políticos, cualquiera sea su bandera, para contrarrestar condiciones ya estructurales de pobreza. La pobreza cero es una utopía, pero no por ello podemos dejar de creer en que es posible erradicarla.
Acciones como la de la Mesa contra el Hambre son una buena iniciativa, pero si solo se contempla la participación de actores sociales representativos –y otros no tanto- y no de grandes empresarios y políticos, sus objetivos se tratarán meramente de solidaridad y no de políticas públicas duraderas.
Y tampoco habrá plan contra el hambre que funcione si no se controla el precio de los alimentos básicos, que presentan valores muy diferentes en cada barrio.
Pero para eso primero hay que poner la mesa: una donde se sienten los que tengan que sentarse para poder solucionar este grave problema del presente, pero también del futuro.
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