Papá Noel, ¡Te odio! Cristina Wargon
Y recién ahora lo puedo decir, ahora que pasó con su fanfarria de renos y trineos, a gozar de otro año de rascarse lujuriosamente las barbas (fino modo de decir) hasta el próximo año en que deberemos aguantarlo de nuevo.
Lo odio por su disfraz ridículo donde adivino un atroz olor a chivo, por su lenguaje de iguana tartamuda. Por esos confusos elfos de sexualidad incierta. El común de las críticas, lo detesta por extranjerizante, pero es un argumento que me es ajeno. Adoro a Hemingway, Woody Allen, Doris Day, Faulkner y a otros muchos a quienes considero parte de mi familia dispersa por el mundo... Así que un tío gordo con cara de borracho y travestido, no agrega ni quita nada. Lo odio en realidad porque consigue que me sienta miserable. Antes de su llegada los regalitos se entregaban en la mano, preciosamente envueltos, con una tarjetita que decía por ejemplo: "Para Jorgito, de mami", o "para Coquito, de Gaby y Jorge".
He guardado también algunas inspiradísimas rimas con humor que, de paso, recordaban aquello que de bueno, malo o ridículo, que le pasó en el año al obsequiado. Pero mas allá de este toque personal y hasta diríamos tierno, cuando uno entregaba a un hijo pequeño un regalo que nos habíamos roto el alma para comparar, cada cual a su manera, se las ingeniaba para pasar el mensaje: "¡Esto te lo regala mamá que trabajó como una yegua todo el año para que lo tuvieras!"
El afortunado podía leerlo como mas le gustase: "Mamá te quiere tanto que te hizo el regalito" (versión rosada), "Tu pobre madre siempre al borde de la muerte te hizo este obsequio pese a que no te lo merecías" (opción castradora de la que después algún analista se haría cargo). Pero algo había quedado en claro: era mamá la que lo había elegido comprado, envuelto y entarjetado ¡¿Qué hace gordo invasor llevándose todos los méritos?!
Como si nada le importara nada, o todos los niños le importaran por igual, saca de su inmensa bolsa los regalos y los desparrama por el piso. Esta Navidad vi a las madres tratar de cazar los de sus críos y vi a más de un crío pensar que su regalo había terminado en manos de otro. También vi a Lara con sus siete añitos observando como un halcón todo el operativo y después, cuando sus padres preguntaron con la mayor ternura: "¿Te gustó lo que te trajo Papa Noel?" - responder con gelidez- "¿Qué Papa Noel si era Pedro disfrazado? -No pude discernir a quien odiaba más si a Pedro, a sus padres, o al Gordo inexistente.
Los reyes, en cambio, tienen algo sutil y misterioso con sus silenciosas cabalgaduras. No entreguemos la primera desilusión de nuestros niños a este obeso chabacano. ¡Voto por los Reyes Magos y fusilar a Papá Noel! Con sus renos, sus elfos y su inflamable panza de telgopor.