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Pan dulce: herencia y tradición en la mesa navideña de los argentinos

Un recorrido por la historia del pan dulce, desde su llegada a las mesas navideñas argentinas como bocado de lujo hasta la producción en serie de hoy. Curiosidades alrededor de un producto elegido por artistas y políticos como símbolo cultural de consumo masivo o efímero.

El pan dulce llegó hacia fines del siglo XIX a las mesas argentinas de la mano de Leone Antonio Marcolla, primo del dueño de una paqueta confitería ubicada en pleno centro porteño. Allí aprendió todo sobre el oficio entre costales de harina.

Pero para que un emprendimiento sea prolífico, se requiere de innovación, creatividad y un olfato que no se aprende en ningún lado. 
 
Leone, evidentemente, lo tenía pues fue el inventor del delivery de panettone.

La marca se consolida recién a fines de la década del 40, cuando los sindicatos y las obras sociales incorporaron el panettone a su caja navideña. 
 
Asimismo, Marcolla se convierte pronto en el producto estrella de la tienda Harrod’s

Luego, fue Canale quien impuso el estilo genovés, con la masa bien húmeda que se producía en cantidades en aquellas sobadoras de la Fábrica Talleres y Panadería "Viuda de Canale e hijos"

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Por su  parte, Petrona C. de Gandulfo o Doña Petrona, aquella mujer que enseñaba desde cómo deshuesar un pollo hasta en qué momento pintarse las uñas entre tarea y tarea del hogar, enseñó a amasar un pan dulce desde los medios de comunicación.

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Otro hito importante se dio en 1979 cuando Marta Minujín realiza “Obelisco de Pan Dulce” en La Rural de Buenos Aires. La obra medía 32 metros y consistía en una estructura metálica recubierta con 30 mil piezas. Un dispositivo ubicado en su base permitía que se inclinara y volviera a ponerse derecho, en una especie de danza mecánica.

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Si bien fue Marcolla quien se ganó el slogan de «el apellido del pan dulce», en la década del 90 aparece un restaurante que se instala en el imaginario colectivo como “sinónimo de pan dulce”.

Se trata de Plaza Mayor. Automáticamente, al mencionarlo, uno piensa en esa imagen que los canales de TV nos regalan durante todo el mes de diciembre con gente formando largas filas en la puerta del restó céntrico para adquirir su pan dulce.

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Por cábala, su gerente e hijo del dueño del restaurante español de Venezuela y San José, Federico Yahbes, asegura no llevar la cuenta de la cantidad de pan dulce que vende por temporada y recuerda una simpática anécdota ocurrida en 1990.

“Cuando se dio el fenómeno de la primera cola en nuestro restaurante de Monserrat, mi papá me preguntó cuánto había vendido. Yo le dije que no tenía ni idea porque, realmente, me había quedado tan shockeado que no pude ni hacer la cuenta. Desde ese día, quedamos en no hacer ninguna estadística para no quemar este suceso”, cuenta. 

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El tradicional manjar lleva cerezas, higos en almíbar, nueces chilenas, almendras californianas, castañas de cajú, frutas escurridas y pasas de uva.

Quizás el secreto del éxito sea que, desde sus orígenes, la casa se enfocó en mantener la calidad de una única variante de pan dulce y en guardar bajo siete llaves la receta de la abuela.

Este año, Rodrigo Bauni, chocolatier y fundador de PUROCACAO decidió llevar el árbol navideño a la mesa pues diseñó diferentes pinos y bombones en una edición limitada para disfrutar y compartir en familia.

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“Esta edición limitada combina el diseño, el sabor y la pasión que nos caracteriza desde hace 19 años, con nuestro principal objetivo: emocionar y movilizar los sentidos a través del chocolate”, explica Bauni

Como todos los productos de la marca, esta propuesta está elaborada con una exclusiva selección de cacaos orgánicos y agroecológicos de origen 100% americano.

El proyecto del Chocolatier representa una historia marcada por el desafío de potenciar la experiencia de la chocolatería argentina.

Tomando como referencia su formación en Bellas Artes, a la hora de abrir su espacio de trabajo, Bauni pensó en un concepto de Atelier: ubicado en el barrio de Coghlan, el Atelier de la firma es un punto obligatorio para los amantes del cacao que buscan disfrutar de chocolates artesanales de alta calidad y diseño. 

Por otro lado, hay una confitería que elabora el stollen más buscado. Se trata de Viegener, que abrió sus puertas hace 75 años de la mano de un inmigrante alemán, Otto Viegener.
 
Fue él quien impuso una marca propia de pastelería alemana y bombonería de alta calidad en Vicente López y en Martínez. 

En su viaje en barco, Otto Viegener vino acompañado de toda una tradición europea: tanto en las recetas de pastelería como en las costumbres de su país. 
 
Por supuesto, el stollen formaba parte y está presente desde el origen de la confitería. 

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“El Stollen es cuidadosamente fabricado por los maestros pasteleros que, a pesar de los años, siguen manteniendo la tradición de la receta artesanal que se incorporó en su origen. Para su elaboración se utilizan las mejores nueces, pasas de uva, cáscara de naranja y mazapán de almendra”, explica Alejandra de Escalada, actualmente a cargo de Viegener, junto a su esposo Ricardo Zaiatz.

Así fue como la receta de este clásico pan dulce alemán pasó de generación en generación y se convirtió, poco a poco, en uno de los productos más buscados. 
 
La calidad de las materias primas usadas y el trabajo artesanal siguiendo las técnicas de antaño hicieron del Stollen Viegener un producto único.

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